Las principales asociaciones de las familias de las víctimas de la dana habían pedido a Carlos Mazón que no asistiera ayer al funeral de Estado que se ofició en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de València. Si no estuvo donde tenía que estar hacer un año, no tenía ningún sentido que estuviera ayer en tan sentido homenaje. Sin embargo, Mazón no podía dejar de asistir y buscó dar apariencia de normalidad a su precaria situación política. El resultado fue escuchar insultos y peticiones de dimisión de parte de algunos de los asistentes al acto. Fue el momento más violento de un sentido homenaje, muy emotivo, pero que seguramente llegó demasiado tarde.
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