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martes, febrero 11, 2025

Medida de Donald Trump complica los planes de su amigo Miles:¿de qué se trata?

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La guerra comercial lanzada por el presidente estadounidense Donald Trump amenaza con sumar nuevas presiones en Argentina al esquema cambiario, el flanco más débil del plan económico del gobierno de Javier Milei. En un contexto de mayor fortaleza del dólar a nivel global, la estrategia diseñada para mantener casi sin variaciones la cotización del tipo de cambio oficial y de los paralelos al menos hasta las elecciones parlamentarias de octubre próximo podría profundizar los problemas de competitividad que empiezan a sufrir varios sectores en Argentina.

“El proteccionismo del gobierno de Estados Unidos va a apreciar el dólar en el mundo. Para afrontar ese shock externo, países con mayor estabilidad, como Chile o Brasil, dejan caer un poco sus monedas, algo que es imposible de hacer en Argentina dado que implicaría un salto inflacionario. El problema es que mantener el valor del peso atado al dólar también implica riesgos como el de ir hacia una apreciación cambiaria incluso peor a la actual. El nuevo escenario internacional complica bastante el esquema que había diseñado el gobierno hasta las elecciones”, dijo a El País el economista Jorge Colina, titular del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), en Buenos Aires.

Aunque la guerra comercial iniciada por el gobierno estadounidense promete tener varias marchas y contramarchas, algunos de sus efectos ya son evidentes.

Si bien Trump suspendió por 30 días los aranceles del 25% que había impuesto a las importaciones de México y Canadá, esa amenaza sigue vigente, a lo que se suma la imposición de aranceles del 10% a los productos provenientes de China y la advertencia de que las medidas proteccionistas también alcanzarán a la Unión Europea.

Ese contexto de encarecimiento de las importaciones anticipa que, como mínimo, la inflación no cederá a corto plazo en Estados Unidos, lo que ya ha llevado a la Reserva Federal a pausar la baja prevista de las tasas de interés.

Esas expectativas, que han venido fortaleciendo al dólar frente al resto de las monedas, imponen nuevos desafíos al plan de Milei. Más allá del equilibrio fiscal alcanzado durante el primer año de gestión, las dudas apuntan sobre la sostenibilidad del esquema cambiario. Tras más de un año de mini devaluaciones a un ritmo del 2% mensual -muy por debajo de la inflación-, el Índice del Tipo de Cambio Real Multilateral (Itcrm), un indicador elaborado por el Banco Central que mide el precio relativo de los bienes y servicios de la economía argentina con respecto al de los doce principales socios comerciales del país, ya se ubica en torno a 80, un nivel similar al registrado en la previa de los saltos devaluatorios de 2015 y 2023.

Aún en ese escenario de atraso cambiario, el ministro de Economía, Luis Caputo, decidió redoblar la apuesta y profundizar el esquema actual. A partir del inicio de febrero, el ritmo de devaluación pasó del 2% al 1% mensual con el objetivo de apurar la baja de la inflación. “Argentina tiene un régimen cambiario totalmente atado al dólar. De hecho, el crawling peg (devaluación administrada) al 1% mensual es siempre con referencia al dólar. Entonces, si el dólar se aprecia en el mundo, el peso argentino también se apreciará, lo que profundizará los desequilibrios del actual esquema cambiario”, dijo a El País el economista Guido Zack, director del centro de investigación Fundar, en Buenos Aires.

Luis Caputo
Luis Caputo, Ministro de Economía de Argentina

EITAN ABRAMOVICH/AFP

Luz amarilla

El régimen cambiario del gobierno de Milei apunta a llegar a las elecciones parlamentarias de medio término pautadas para octubre con índices de inflación en sostenida desaceleración, el aspecto más valorado por lejos de la gestión, según los sondeos. Para poder exhibir ese activo durante la campaña electoral, el gobierno está decidido a mantener el cepo y profundizar el atraso cambiario aún a riesgo de complicar más la competitividad de algunos sectores.

“La industria es la que más sufrirá dado que habrá un crecimiento de las importaciones que hasta el año pasado estuvieron frenadas por el impuesto PAIS (tributo que encarecía las compras al exterior). Además, cuando se aprecia el dólar a nivel global, el precio de los commodities cae, lo que impactará negativamente sobre el sector agropecuario en un contexto de suba de costos y alta presión impositiva”, dijo Colina.

Otro de los posibles efectos sobre la economía argentina de la guerra comercial iniciada por Trump sería la postergación de los planes del gobierno de Milei para acceder a los mercados de deuda a tasas razonables. Si se cumplen las previsiones y las tasas de interés en Estados Unidos ralentizan su descenso, los capitales priorizarán los mayores rendimientos en ese país por sobre los mercados emergentes, lo que podría frenar la tendencia descendente del riesgo país en Argentina, un índice que ronda los 650 puntos básicos, casi ocho veces más que el de Uruguay.

Tasas elevadas en Estados Unidos complican los planes del gobierno de Milei para acceder a los mercados de deuda. El mayor problema de tener cerrado el acceso a los mercados financieros internacionales es que Argentina debería seguir pagando cash sus vencimientos. Esa dinámica es uno de los factores que impidió hasta ahora que el superávit comercial se traduzca en mayor acumulación de reservas internacionales”, dijo Zack. Los pagos de deuda, sumado a los dólares usados para mantener a raya la cotización de los tipos de cambio paralelos, son los principales factores que llevaron a que las reservas netas en el Banco Central fueran negativas (pasivos mayores al activo) en US$ 7.902 millones al cierre de enero, según la consultora Outlier.

Ante esas fragilidades de la economía argentina y las incertidumbres provocadas por el nuevo escenario internacional, el ministro Caputo salió a calmar a los mercados el mismo día de la suba de aranceles dispuesta por Trump con un posteo en su cuenta de la red social X. “Siempre contemplamos la posibilidad de que haya shocks externos, como el que estamos viendo en este momento. El mejor antídoto contra esto es garantizarles a los argentinos que este gobierno nunca se va a mover un centímetro del orden fiscal y monetario que llevamos adelante desde el día uno”, escribió.

No obstante, más que en las cuentas fiscales, las alertas se encienden sobre el esquema cambiario. La sobrevaluación del peso, atada a la evolución del dólar, podría profundizar en los próximos meses el déficit de la cuenta corriente externa, un resultado que refleja que salen más divisas por pagos de deuda y gastos de turismo en el exterior de las que ingresan por el superávit comercial. Si bien ese déficit registrado en los últimos siete meses aún es bajo y viene siendo compensado por los dólares que ingresan por el endeudamiento del sector privado, es un resultado que empieza a ser monitoreado cada vez con mayor atención por analistas e inversores.

“El déficit de cuenta corriente es una luz amarilla y la apreciación del dólar con respecto al resto de las monedas profundizará ese resultado en los próximos meses. El problema, entonces, no es la foto, sino la película dado que en pocos meses se pasó de un superávit de cuenta corriente a un déficit cada vez mayor. Si esta dinámica continúa, es probable que Argentina sufra a mediano plazo un problema cambiario parecido en algún punto al que sucedió en 2018 durante la presidencia de Mauricio Macri”, dijo Zack.

Reunion de Atreju
Javier Milei, presidente de Argentina

FILIPPO MONTEFORTE

La actividad industrial se desplomó el año pasado

La actividad industrial de Argentina se hundió un 9,4% en 2024 y la construcción se desplomó el 27,4%, el peor desempeño de ambos sectores en algo más de dos décadas, un derrumbe que se inscribe en el severo ajuste económico impuesto por Javier Milei.

Según informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la actividad manufacturera logró en diciembre una recuperación del 8,4% en términos interanuales tras 18 meses consecutivos en retroceso.

Pero el año pasado la industria acumuló una caída del 9,4%, desde una contracción del 1,8% en 2023. La magnitud del desplome de la industria supera el retroceso del 7,5% de 2020, cuando muchas fábricas se paralizaron durante meses por las restricciones ante la covid-19, y es la mayor desde 2002, cuando la industria cayó un 10,6% tras el estallido a finales de 2001 de una de las peores crisis económicas, sociales y políticas de Argentina.

Peor aún fue para la actividad de la construcción, que se hundió un 27,4% en 2024, un varapalos mayor al del pandémico 2020 (-19,5%) y muy similar al derrumbe del 28,3% en la crisis de 2002.

El año pasado, el sector manufacturero fue golpeado por una drástica caída en la demanda doméstica, producto de la alta inflación (117,8 % acumulada en 2024), pérdida del poder de compra de los ingresos de los hogares y una retracción generalizada de la actividad económica en medio del severo ajuste fiscal puesto en marcha por el Gobierno de Milei a finales de 2023.

Una desaceleración en el ritmo de la inflación y cierta reactivación económica a partir del tercer trimestre de 2024 permitieron que en la segunda mitad del año la industria recortara mes a mes sus tasas de desplome interanual, que llegaron a ser del 20 % en junio.

Un tipo de cambio menos competitivo ha afectado además negativamente a las exportaciones industriales de Argentina, al tiempo que la apertura de las importaciones de bienes dispuesta por el Gobierno preocupa a los industriales locales.

Según datos de la Asociación de Empresarios Nacionales para el Desarrollo Argentino, unos 1.200 establecimientos industriales cerraron en 2024 por el desplome de la actividad. (EFE).

Redacción

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