Míchel es un entrenador que no se muerde la lengua, que habla claro cuando nota que tiene que hacerlo. Y, después del 0-4 ante el Levante en Montilivi, hizo una catarsis. Era el momento adecuado. Se desnudó, metafóricamente hablando, y salió a la sala de prensa dispuesto a darlo todo: “Soy la persona más miedosa, pero los miedos los combato con trabajo, no me congela el miedo… si empiezo a mirar los goles en contra, los puntos… Creo mucho en mí. Tengo la sensación de que soy muy bueno y que puedo mejorar. Necesito tiempo, sí. Me darán tiempo, espero. Si no, pues un paso a un lado. Pero estoy fuerte en ese sentido. Sé dónde deben mejorar y tengo mucho tiempo. Ahora es todo dramático, terrible, lamentable… Veo brotes verdes, que es dónde puedo hacer que mejoren”.
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