
Foto: Leonardo Mainé/Archivo El País.
Este domingo 31 de agosto, a las 19 horas, se presentará el proyecto de Ley de Presupuesto Nacional en el Salón de Eventos Especiales del Palacio Legislativo. La instancia genera expectativa en diversos sectores, pero en particular en la comunidad científica, que observa con atención qué lugar tendrán la investigación, la innovación y la tecnología en la definición de prioridades presupuestales del próximo quinquenio.
La presentación coincide con un momento de gran visibilidad para la ciencia uruguaya: la expedición Uruguay Sub200, que explora las profundidades del mar territorial uruguayo con el buque del Schmidt Ocean Institute y su robot submarino SuBastian. La iniciativa despertó un fuerte interés en la opinión pública, y se interpreta como una oportunidad para reforzar la importancia de la inversión sostenida en ciencia.
En este contexto, distintos referentes de la academia manifiestan su expectativa respecto al proyecto de presupuesto y la necesidad de que el país apueste de manera firme a la ciencia como motor de desarrollo.
El presidente de la Academia Nacional de Ciencias del Uruguay, Juan Cristina, dijo a El País que año a año la institución reclama mejoras presupuestales para el desarrollo de la investigación y de los investigadores del país. “Hemos estado en contacto con las personas que el gobierno ha asignado con la idea de relanzar el sector de ciencia, tecnología e innovación. De hecho, el gobierno presentó la iniciativa Uruguay Innova, cuya idea es reorganizar el sector, y nosotros planteamos que hay prioridades que deben atenderse. No es solo un tema de invertir más, sino de hacerlo con una idea y un plan”, afirmó.
Cristina recordó que, mientras países como Corea del Sur o Israel destinan más del 2% de su PBI a ciencia, tecnología e innovación, Uruguay se mantiene entre 0,6% y 0,7%. “Es fundamental actualizar esa estrategia, porque el siglo XXI se conoce como la sociedad del conocimiento. Para un país de 3 millones de habitantes es muy difícil proyectar futuro sin incorporar ciencia y tecnología en su producción”, sostuvo.

Por su parte, el Dr. David González, profesor titular en la Facultad de Química de la Universidad de la República (Udelar) y director del Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (Pedeciba) expuso el “doble problema” que tiene Uruguay.
“Tendríamos que triplicar la cantidad de investigadores para acercarnos a los números de los países desarrollados. Para Uruguay es un doble problema, porque no los tenemos y hoy en día no tenemos lugares para emplearlos. Necesitamos recursos, lugares interesados en contratar personas con ese perfil y espacio para que personas con ese perfil creen empresas”, detalló González en diálogo con El País.
El desafío de retener talentos jóvenes, formados en Uruguay
El virólogo Cristina subrayó que el recurso humano es lo más valioso del sistema. “La inversión en jóvenes investigadores es clave, porque el mundo de la innovación parte de las ideas. El gran desafío es su inserción en programas y en empresas públicas y privadas. Hoy en Uruguay apenas el 2% de esos profesionales se insertan en el sector productivo, mientras en Europa los porcentajes superan el 50%”, explicó.
Cristina destacó que Uruguay cuenta con una generación de jóvenes científicos “de primer nivel, formados con recursos públicos”. En ese sentido, advirtió: “Si el país no los aprovecha, otros Estados que no pagaron esa formación los van a utilizar sin dudarlo”.
En la misma línea, González habló del cambio en el proceso para llegar a ocupar un lugar en el área formativa. “Durante muchos años había un paradigma de ‘yo soy estudiante de posgrado, me formo como investigador, y un día voy a ser profesor de la universidad igual que quien fue mi orientador en el doctorado’. Hoy ese paradigma en la mayoría de áreas científicas, especialmente en ciencias biológicas, está roto porque la universidad no tiene capacidad económica de contratar más investigadores”.

A modo de ejemplo, González recordó que en su caso fue a hacer un doctorado a Estados Unidos, regresó en 1999, y logró ingresar como docente a la Udelar con un grado 3. “Hoy en la misma facultad de Química, cuando se abre un llamado para docente grado 2 –con una carga horaria de 30 horas semanales– se presentan 10 muchachos y muchachas, mucho más formados, pero hay lugar solo para uno”, lamentó.
Quien también forma parte del directorio de la Agencia de Investigación e Innovación (ANII), agregó que los estudiantes de posgrado, cuya tarea de investigación es de dedicación total, pueden aspirar a becas. Sin embargo, “la demanda es tres veces superior a la oferta”, lo que supone un gran problema.
De ese pequeño grupo de estudiantes que pueden acceder a las becas, los montos que reciben van de los $ 20.000 —por becas de maestría— a $ 35.000 —por becas de doctorado. Para completar sus ingresos, algunos de ellos son docentes en la universidad, por lo que dedicar “3 o 4 horas por día a dar clases y otras 8 a su tesis”.
Según los últimos datos del Ministerio de Economía y Finanzas, en 2024 el gasto en ciencia y tecnología representó alrededor del 0,34% del Producto Interno Bruto (PIB), una cifra que, si bien demostró cierta recuperación respecto de años anteriores, continúa por debajo de los estándares recomendados internacionalmente. La UNESCO sugiere que los países inviertan al menos el 1% del PIB en investigación y desarrollo para asegurar un crecimiento científico y tecnológico sostenido.
En Uruguay, las principales fuentes de financiamiento corresponden a la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), el Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (Pedeciba), el Instituto Pasteur y los fondos de la Universidad de la República. Estos organismos han advertido reiteradamente sobre las dificultades para sostener programas de investigación si no se concreta un refuerzo presupuestal en el próximo quinquenio.
El Dr. David González, en diálogo con El País, apuntó que los números están lejos de aquellos a los que pueden acceder los investigadores en otros países: “Para poner una escala muy gruesa, en EE.UU. los investigadores compiten por fondos cercanos al millon de dólares; los investigadores en Brasil aspiran al orden de US$ 500.000 y en Uruguay compiten por US$ 50.000”.
Expectativas hacia adelante: más presupuesto y proyectos largos
Juan Cristina también puso el acento en la necesidad de articular más entre universidad, centros de investigación y empresas. “El 80% del conocimiento que se genera en Uruguay proviene de la Universidad de la República. Eso no parece una respuesta satisfactoria como política de Estado. Precisamos políticas que diversifiquen y fortalezcan la relación entre academia y empresa, tanto públicas como privadas, en áreas como ciencia de datos, biotecnología o nanotecnología”, apuntó.
Además, Cristina consideró que la mayor prioridad es conservar los recursos humanos de calidad: “Si bien hay que aumentar la inversión, lo más importante es hacerlo con criterio, fortaleciendo las áreas estratégicas y evitando compartimentalizaciones que reducen la eficacia del sistema. La ciencia y la innovación son claves para el futuro del país, y en ese camino el capital humano es insustituible”.

Foto: Archivo/El País
González sumó que el dicho de “lo urgente a veces no deja tiempo para lo importante” muchas veces determina el curso de las inversiones nacionales. “Esa es la vida. En Uruguay tenemos un montón de urgencias. A la ciencia le cuesta ser urgente”, expresó.
Otro problema, aparte de que los fondos a los que se puede acceder son bajos y que no se puede satisfacer la demanda, es que los proyectos son de pocos años, agregó el director de Pedeciba. Los proyectos en Uruguay son de “uno, dos y máximo tres” años. “Una cosa que intentamos sacar adelante son proyectos de cinco años de duración. Que los equipos tengan dinero razonable —del orden de lo que perciben los investigadores en Brasil—, para poder encarar proyectos más ambiciosos”, apuntó.
Para González, será fundamental repensar también los lineamientos de inversión. “Uruguay tiene líneas estratégicas definidas hace 15 años. Es cuestionable si todavía son válidas”, planteó.
El debate parlamentario que se abrirá tras la presentación del presupuesto será una instancia clave para conocer cómo se definen las prioridades en ciencia y tecnología. La comunidad científica insiste en que, más allá de la coyuntura económica, la inversión en conocimiento es una apuesta estratégica que condiciona el futuro del país.
La coincidencia con la expedición Uruguay Sub200 le da a esta discusión un marco simbólico: mientras un equipo internacional revela la riqueza del mar uruguayo, científicos locales recuerdan que el verdadero desafío será garantizar que existan recursos y capacidades para transformar ese conocimiento en desarrollo sostenible.