Los pueblos se retrasan y pierden su lugar en la historia cuando su mentalidad encalla en los arrecifes del poder que manejan unos pocos, cuando la religión los hunde en los océanos metafísicos del delirio espiritual, o cuando la ausencia de líderes progresistas impide que una comunidad se desarrolle y continúan siendo esa masa gris e informe. Inacabada. Mientras tanto, el mundo —sí, ese mundo al que le seguimos comprando celulares— da un salto evolutivo sin mirarnos.
Los pueblos se retrasan y pierden su lugar en la historia cuando su mentalidad encalla en los arrecifes del poder que manejan unos pocos, cuando la religión los hunde en los océanos metafísicos del delirio espiritual, o cuando la ausencia de líderes progresistas impide que una comunidad se desarrolle y continúan siendo esa masa gris e informe. Inacabada. Mientras tanto, el mundo —sí, ese mundo al que le seguimos comprando celulares— da un salto evolutivo sin mirarnos.
Mientras la Inteligencia Artificial gana terreno diario, superando incluso los cálculos de sus creadores, en esta Salta del Mesozoico, estratificada, el Senado, con obediencia ovejuna, excepto un caso, presta acuerdo para reinstalar en la Corte de Justicia a un sujeto soberbio y sin mayores luces jurídicas como Pablo López Viñals. Una rémora urtubeycista. Esto representa un claro retroceso en la concepción de una Salta republicana y progresista, además de un antecedente peligroso en materia de manejo político.
Dicho esto, sería ocioso abundar en estas cuestiones que denuncian que por ahora, por este camino, el ideal de una Salta con desarrollo pleno, con inserción industrial, con educación para el Nuevo Orden Mundial -que nos guste o no hay que asumirlo-, con una población sana y con una democracia saludable, es una quimera.
Una provincia mejor es posible, pero…
Hablemos de lo que ya está pasando en el mundo, en países vecinos, incluso y que, dentro de relativamente poco tiempo, nos alcanzará. Verbigracia, se diría en el idioma clásico, mientras aquí tenemos un ministro de salud que se muestra con gestos y lenguaje de malevo, en el mundo se preguntan qué van a hacer con los médicos porque la IA, ya ha logrado fabricar medicamentos y los robots están suplantando a los facultativos y manejando la administración de los hospitales. Aquí seguimos discutiendo la dotación de hisopos y curitas.
La inteligencia artificial que diseña medicamentos: una revolución silenciosa.
Hasta hace unos años, desarrollar un nuevo medicamento era un proceso largo, costoso y muy incierto. Requería años de trabajo en laboratorios, cientos de pruebas y un gran componente de azar. Pero todo eso está cambiando gracias a una revolución tecnológica que ya está entre nosotros: la inteligencia artificial (IA) que diseña medicamentos desde cero.
¿Cómo funciona esta nueva tecnología?
Lo que ocurre es casi mágico, pero tiene una base científica sólida. Hoy existen modelos de IA entrenados con millones de datos químicos y biomoleculares. Estos modelos son capaces de recibir una consigna —por ejemplo, «necesito una molécula con capacidad antibiótica contra bacterias resistentes»— y, en cuestión de horas, generan estructuras moleculares nunca antes vistas que, según sus cálculos, podrían cumplir con esa función.
Estas moléculas son virtuales: no existen aún en el mundo físico. Pero gracias a las predicciones de la IA, los científicos pueden elegir cuáles parecen más prometedoras y sintetizarlas en el laboratorio para ponerlas a prueba.
El caso de Brasil: una cifra impactante
En un proyecto reciente en Brasil, utilizando esta tecnología, se diseñaron un millón de potenciales antibióticos. De ese millón, se seleccionaron al azar 100 moléculas para ser testeadas en laboratorio. El resultado fue impactante: 70 de ellas demostraron tener actividad antibiótica prometedora. Una tasa de acierto sorprendente, muy superior a la que se lograba con métodos tradicionales.
¿Por qué es una revolución?
Porque las computadoras ahora pueden predecir cómo se va a comportar una molécula, sin necesidad de probarla primero. La IA entiende cómo interactúa una molécula con una célula, una enzima o una bacteria, y anticipa su efecto. Esto permite:
*Acelerar los tiempos de desarrollo de nuevos medicamentos.
* Reducir costos, ya que se testean solo las moléculas más prometedoras.
Es decir, que, en materia de salud, la aplicación de la IA, ya puede ampliar enormemente el universo de compuestos posibles, incluyendo aquellos que ningún ser humano habría imaginado. Así, la medicina asistida por inteligencia artificial plantea preguntas de fondo muy profundas, sobre todo en lo social.
Diagnóstico en la nube y hospitales gestionados por IA: el nuevo paradigma de la medicina
La inteligencia artificial no sólo está revolucionando el desarrollo de medicamentos. También está transformando radicalmente la forma en que se diagnostican enfermedades y se gestionan los sistemas de salud. Un ejemplo contundente proviene de China, donde la escala y la velocidad de implementación de estas tecnologías ya anticipan un futuro que pronto será global.
El hospital cardiológico en China
En uno de los hospitales cardiológicos más grandes e importantes del país —con 850 camas sólo en la unidad coronaria— hasta hace poco se necesitaban ocho médicos exclusivamente dedicados a interpretar electrocardiogramas (ECG). Hoy, con la ayuda de sistemas de IA que analizan automáticamente los estudios en la nube, ese equipo se ha reducido a tres médicos. Y, según declaró el jefe del área: «Vamos camino a que quede uno solo».
Esto no es ciencia ficción: los algoritmos ya detectan arritmias, infartos, anomalías eléctricas y patrones clínicos con una precisión igual o superior a la humana.
¿Cómo funciona el diagnóstico en la nube? El paciente se realiza el estudio (ECG, radiografía, tomografía, etc.).
El archivo se sube automáticamente a una plataforma en la nube. Un algoritmo previamente entrenado con millones de casos similares lo analiza. Devuelve un informe preliminar, señalando posibles diagnósticos o alertas. El médico (si aún interviene) valida o ajusta la interpretación.
Otra capa de esta transformación es la automatización de la administración hospitalaria. En el mismo hospital chino, toda la gestión -desde camas disponibles, distribución de pacientes, insumos, turnos, y hasta análisis predictivo de demanda- es coordinada por una sola persona, asistida por sistemas inteligentes y robots.
La incertidumbre social
Los beneficios parecen obvios: reducción de costos, mayor eficiencia, menos errores humanos, mejor cobertura y atención más rápida. Pero detrás de esta promesa también emergen preguntas inquietantes: ¿Qué pasará con los miles de profesionales médicos, técnicos y administrativos que serán reemplazados? ¿Qué rol ocupará el personal de salud cuando gran parte de su tarea esté automatizada? ¿Habrá un «nuevo médico» más centrado en la supervisión, la contención humana y la ética? ¿Estamos ante una medicina más humana… o más deshumanizada? En definitiva, el avance es imparable, pero el saldo social dependerá de las decisiones políticas y éticas que se tomen ahora. Porque la tecnología puede liberar tiempo y recursos para mejorar el cuidado humano, o puede, si se maneja con lógica puramente mercantil, profundizar desigualdades y dejar miles de trabajadores atrás.
De allí que sea preocupante que los poderes públicos en Salta estén ocupados en minucias como López Viñals, o discutamos si Mario Antonio Cargnello todavía es arzobispo. Pronto, quizás antes de lo que imaginemos, la IA, no dejará ni legisladores, simplemente porque los algoritmos serán más eficientes, no se pelearán por el color del corpiño de las legisladoras, no necesitarán bajarse los dientes y tampoco podrán decirles que levanten la mano todos juntos.
Aquí seguimos obsesionados con los cargos vitalicios y las mitras sagradas, mientras allá afuera se programa el futuro.
