Hace poco más de cuatro años que Mike Amigorena, a sus 48 años, se convirtió en padre e inició una nueva etapa en su vida. Ahora de la mano de la pequeña Miel vive la paternidad como una exploración personal sobre cómo es vivir ese rol de padre y esa relación con su hija.

Esta semana hizo un pedido a sus seguidores en las redes sociales, donde tiene más de 308 mil seguidores, en búsqueda de sugerencias para el comienzo de una etapa más que importante para la pequeña de cuatro años: la escuela primaria.
Con un posteo en X (ex Twitter) y luego una historia en su cuenta de Instagram, el reconocido actor consultó por un colegio y puso cuatro primeras características: “Que primaria piola, cero cheta, inclusiva, que potencie el don de cada alumno, etc… me sugieren para mi hija Miel”.

Para luego agregar la quinta condición, que tiene que ver con lo geográfico, ya que considerando la casa donde vive Mike, la pretensión es poder llevarla a una escuela lo más cercana posible. “Por zona: Saavedra, Núñez, Florida, Villa Martelii, Vicente Lopez”, detalló para luego agradecer a sus seguidores.
En una charla que tuvo con Revista GENTE unos pocos meses atrás, el actor habló sobre su presente como padre y no puso filtros a la hora de hablar de las diferencias que ve entre la crianza que recibió él cuando era un niño y la que busca llevar día a día con Miel en el presente.
-¿Cómo fue eso de pasar de no querer tener hijos a ser el padre de Miel?
-Bueno, la paternidad es como una presidencia. Tiene mucha responsabilidad porque es la cabeza, el alma de un ser que concebiste, que tuviste el impulso, el atrevimiento, de traerlo acá, a este mundo. Entonces tenés que hacer lo mejor posible dentro de tus posibilidades, de lo que vos conocés, de lo que para vos está bien. Es un trabajo muy difícil la paternidad. Es realmente para valientes. Tenés que acompañar el arte del límite, acompañar lo que no se puede modificar y modificar lo que está blandito. Nada que ver con la crianza que tuve yo.
-¿Qué diferencias encontrás?
-En mi casa las cosas eran así porque sí, y ahora es: «A ver, por qué, contame». «Bueno, hacelo». «No quiero dormir con pijama, quiero dormir con el traje de Frozen» y se acuesta con el traje de Frozen. Le tengo que sacar los zapatos que en otro momento era: «No, porque traés los microbios, las bacterias de afuera y los metés en tu cama».
-¿Qué otras cosas cambiaron en cuanto a la crianza?
-No sé… Yo me senté con mi familia a la mesa cuando tenía cinco años. A los cinco años me senté por primera vez a comer con mi familia. Era así: «Vos vas a comer cuando sepas comer». Así les pasó a mis hermanas también y para mí estaba bien.

-¿Y Miel?
-Y Miel se sentó desde bebé y siempre se portó perfecto. En eso vos cedés, por ejemplo, y aparte somos de la mamá y el papá, el punto de vista de cada uno. Eso también un desafío muy grande… es una tesis, la paternidad es una tesis.
-¿Cómo es Miel?
-Es cautivante. Es lo más fuerte, después, cero, es normal para mí, como esa es la ventaja de ser grande o papá grande. Yo ya lo viví, tengo hermanas. Tengo sobrinos enormes, vi cómo es tener un hijo. Pensé: «Ni en pedo tengo un hijo salvo que aparezca» y aparece, a los 48 años. Está todo con tanta madurez que no hay nada que… Es una belleza, es un pijazo. Ahora no es nada, imaginate cuando tenga 10, 15. Pero bueno, se va formando y te va formando como padre.