Con la seguridad de quien ya lo ha hecho antes con un buen resultado, Javier Milei se dedica a empujar cada vez que encuentra un límite adelante suyo. Lo hizo en sus primeros meses de gestión con el tormentoso Decreto de Necesidad y Urgencia 70/2023, que se arrogó una facultad legislativa de una amplitud hasta entonces desconocida; volvió a hacerlo con la modificación de criterios históricos en la política exterior y en los últimos días encadenó una serie de decisiones encuadradas en esa misma familia que incluye la promoción de una criptomoneda que terminó siendo una estafa, el nombramiento de dos jueces de la Corte Suprema por decreto y el insólito pedido a Axel Kicillof para que renuncie a su cargo.
En estas tres últimas cuestiones -y también en las anteriores- tienen un aspecto central que las une: los mecanismos de resistencia habituales en estos casos, como la oposición en el Congreso o la Justicia hicieron muy poco para evitar esos avances o directamente los aceptaron sin chistar.
En el escándalo de la criptomoneda Libra, la oposición no consiguió hasta hoy armar una simple comisión investigadora en el Congreso.
En el caso del nombramiento de los jueces por decreto, la Corte eligió leer la Constitución Nacional en el único sentido que podía beneficiar a Milei y aceptó con una velocidad que no mostró en otras ocasiones los nombramientos que saltearon al Senado de la Nación. La Corte arrancó con una bienvenida a Manuel García-Mansilla un hombre que no había conseguido ninguna adhesión en el Senado -la Cámara que, según postula la Constitución- debe aprobar su nombramiento y la semana próxima tratará el caso de Ariel Lijo, que pretende llegar a la Corte sin renunciar a su silla en Comodoro Py. Todo indica que Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz no aceptarán su pedido de licencia y le pedirán que renuncie al juzgado federal para asumir en la Corte. Ricardo Lorenzetti, el promotor original de la llegada de Lijo al tribunal, se inclinaría por aceptarle la licencia. A ellos hay que sumar el voto de García Mansilla. A pesar de que es alguien desconocido en los tribunales y de que tiene un recorrido académico modesto, en la Justicia estiman que en su debut votará junto a Rosatti y Rosenkrantz.
El gobernador bonaerense, por su parte, eligió responder a una afrenta presidencial de una crudeza inusitada con una conferencia acompañado por dirigentes peronistas de estatura, en el mejor de los casos, municipal.
Hay al menos dos factores que explican esa blandura frente a Milei. Uno es que el Presidente consiguió satisfacer la principal demanda de los argentinos, que era la de parar la inflación. La estabilidad se añora cuando no se tiene y se agradece cuando ocurre. El otro es que esa victoria le dio al Presidente una fortaleza electoral que antes no tenía.
Los gobernadores peronistas del norte detectaron hace varios meses que están compartiendo electorado con el Presidente. Eso se pudo comprobar en 2023, cuando los argentinos votaron en todo el país intendentes, concejales, gobernadores y legisladores de la política tradicional y la vez eligieron a un Presidente que advirtió que llegaba para barrer con todos ellos.
Cuando eso ocurre, los políticos de instancias menores evitan confrontar con los dirigentes más famosos, para evitar poner a prueba la lealtad de sus electores.
La novedad es que esa mancha que muestra votantes con el corazón partido hoy abarca a casi todo el país.
Un dirigente radical de los más enfrentados a Milei repite en sus conversaciones privadas que en la Ciudad, lo más probable es que La Libertad Avanza se quede con dos bancas para el Senado.
Del otro lado del Riachuelo, en el sur del Conurbano, que hasta hoy resultaba un ámbito hostil para los libertarios, el viento corre en una dirección parecida. Por ejemplo, en Florencio Varela, un distrito en el que le fue muy bien a Kicillof, Milei tiene hoy 52% de imagen negativa y 46% de positiva. En septiembre, los que lo veían mal eran el 56% y los que lo veían bien eran el 40%.
Lo cierto es que esa buena imagen de Milei se puede explicar por su gestión antiinflacionaria y también porque enfrente tiene todos rivales menos apreciados que él.
El Gobierno tiene bien medida esa situación y por eso Milei se turna para pegarle a los que él llama “enanos”. Las peleas presidenciales con Cristina Kirchner de hace algunas semanas fueron reemplazados por los ataques de Milei a Kicillof de los últimos días. La idea de Milei, y de su asesor Santiago Caputo, es darle espacio a peleas breves con sus rivales para que ninguno de ellos se convierta en el antagonista principal y consiga polarizar sólo frente al Presidente. Por eso Milei alterna entre Cristina y Kicillof y apuesta a la permanencia de la división en el peronismo.
Ese péndulo se moverá en poco tiempo, aunque ya quedó bastante claro que la inseguridad -el lado rengo de cualquiera de los gobernadores que tuvieron que lidiar con lo que sucede en el Conurbano en los últimos años- será uno de los temas centrales de la campaña electoral.
El oficialismo prefiere que se hable de la inseguridad porque, con la inflación calmada, empieza a notar que esa preocupación viene escalando en la agenda de los votantes de las grandes ciudades. Para los gobiernos nacionales, hablar de seguridad, de salud o de educación suele tener pocos costos, porque la sociedad sólo llegar a culpar a la Casa Rosada luego de haber pasado por libros de quejas municipales y provinciales.
Esta noche, Milei dedicará un buen tramo de su discurso a la inseguridad y dará por inaugurada de esa manera la campaña electoral. La oposición no lo escuchará en la misma Cámara de Diputados -todo indica que las bancas estarán ocupadas casi en su totalidad por el oficialismo y sus aliados- pero podrá comprobar cuáles serán los temas de discusión que tenderá el Gobierno para los próximos meses. El Presidente desplegará ahora ese temario porque los políticos perdieron hace rato las oportunidades de hablarle a audiencias masivas y no conviene desperdiciar escenarios.
