El que corre será un buen año para la producción agropecuaria, tanto en cultivos como en ganadería, según el economista Milton Ramallo, asesor de la Federación Rural del Uruguay (FRU). Sin embargo, esas favorables condiciones de producción chocan con un contexto internacional que define como “incertidumbre/volatilidad”.
A su vez, los productores hacen frente a otro problema: después de la sequía y con el tipo de cambio “planchado” durante un largo período, el endeudamiento de las empresas agropecuarias creció casi 15% en los tres últimos ejercicios. “Y no en busca de un salto tecnológico ni mayor productividad, sino para mantener en funcionamiento los emprendimientos”, subrayó. A continuación, un resumen de la entrevista.
-¿Cuáles son las perspectivas que tiene el agro para 2025?
-Cuando uno mira el tema productivo estamos muy bien, desde ese punto de vista será un buen año, siempre que nos acompañe el clima. Para el ejercicio ganadero que cierra el 30 de junio, las expectativas son buenas; se va a llegar a los 3 millones de terneros que siempre se tiene como meta. O sea, están dadas las condiciones con ese escenario para tener un buen año, ya habiendo resuelto todo el tema de la sequía donde se perdieron 350.000 terneros. En el caso de los cultivos, podemos hablar de buenas siembras en cuanto a cantidad de hectáreas en este ejercicio, cercanas al anterior, que fue muy bueno. Cuando uno mira esos números, podemos tener expectativas: por ejemplo, para la soja se espera nuevamente algo por encima de los 3 millones de toneladas, en el caso del maíz 1.2 millones y para el trigo, 1.5 millones. Para el caso del arroz también, fue excelente la cosecha y se espera una muy buena producción. Ahora, todo eso para la fase productiva. Pero tenemos un contexto internacional que se define como “incertidumbre/volatilidad”.
![Economista Milton Ramallo, asesor de la Federación Rural.](https://imgs.elpais.com.uy/dims4/default/b515710/2147483647/strip/true/crop/1600x1068+0+0/resize/1440x961!/quality/90/?url=https%3A%2F%2Fel-pais-uruguay-production-web.s3.us-east-1.amazonaws.com%2Fbrightspot%2F09%2F2c%2Fce657a3445389fa4c6d8360aa619%2F219814ed-11da-4aeb-a40e-8a3d848e6231.jpg)
Foto: Ignacio Sánchez
-Explíqueme esa definición…
-Incertidumbre, porque basta con ver lo que pasó hace pocos días entre los gobiernos de Estados Unidos y Colombia, y luego con México y Canadá. De un día para el otro se resuelve aplicar aranceles que destruyen el mercado, algo que cambia las reglas de juego a cualquiera. Luego, algunas de esas decisiones quedan en suspenso, no sabemos cómo seguirá. Y esa incertidumbre tan alta, genera mucha volatilidad en los mercados. Entonces, el productor que siembra hoy o que está con el proceso productivo del ganado, no sabe qué pasará al final del camino.
Además, tenemos a Argentina, competencia directa de Uruguay en casi todo, que al parecer le está yendo muy bien, destrabando el funcionamiento interno, bajando impuestos, a eso se suma la baja de las retenciones por seis meses. Por otro lado está Brasil, con problemas fiscales, que arrancan este año luego de un 25% de depreciación del dólar en 2024, cuando en Uruguay fue del 10%. Y después está China, un mercado con inestabilidad en la demanda. La economía china creció 5% el año pasado, pero llegó a eso con mucho empuje de las exportaciones, porque ante la amenaza de suba de aranceles de Estados Unidos, hubo un adelanto de las adquisiciones por parte de las empresas que se abastecen desde China. Allí hay otro factor de incertidumbre.
-¿Qué se puede esperar para 2025 en materia de precios con esta volatilidad global?
-En la ganadería, los niveles de precios se han fortalecido, pagándose por encima de 4 dólares el kilogramo de novillo en cuarta balanza. A su vez, los informes de USDA que tomamos como referencia, nos muestran una demanda firme en la carne bovina. En estos días, el precio de la tonelada de exportación para la carne uruguaya tocó los 5 mil dólares, es decir esa firmeza en los mercados marca que puede ser un buen año si se mantiene esos niveles. En los cultivos, el caso de la soja por ejemplo, cerró 2024 en 350 dólares la tonelada. Los informes dan una cierta estabilidad; no se vislumbran problemas de oferta en los países productores, están todos con sus niveles óptimos de producción, y la demanda parece sostenerse. Esperamos un buen año también.
![Cosecha de soja 2024](https://imgs.elpais.com.uy/dims4/default/f619e9d/2147483647/strip/true/crop/1600x900+0+0/resize/1440x810!/quality/90/?url=https%3A%2F%2Fel-pais-uruguay-production-web.s3.us-east-1.amazonaws.com%2Fbrightspot%2F66%2F99%2F923f4147408785aaa1220f454570%2Fcosecha2024.jpg)
Foto: Enrique Carlos Oyharzábal.
-Desde las gremiales agropecuarias han sido notorios los reclamos por la evolución del tipo de cambio; la corrección del final de 2024, ¿cambia la realidad?
-Parecería que como el dólar está ahora en 43, 44 pesos, están todos los problemas resueltos. Y no es así. La actividad agropecuaria son ciclos biológicos, por tanto se necesita que coincida el valor del dólar con la colocación de la producción. Con un pico no se resuelven los problemas. Van seis meses recién desde el repunte, necesitamos que se consolide más para obtener el beneficio. Reconocemos los avances en materia de inflación, pero si nuestra moneda corriente es el dólar, o sea, es la moneda en que se paga por la producción y el dólar tiene un atraso en la cotización respecto al peso, por más que me digan que en términos reales los costos en pesos no crecen, en dólares sí. Eso le cayó encima al productor cada mes, con costos en pesos que cada vez pesaban más.
-¿Qué aspiraciones tienen a propósito de la nueva administración que asume el primero de marzo?
-Aún no asumieron; hay mucho comentario pero nada firme aún. Hasta que no tengamos una reunión con las nuevas autoridades y se conozcan detalles sobre sus planes, poco podemos decir. Estamos en un período de transición donde todo está stand by esperando a las nuevas autoridades. Hay muchos temas que le preocupan al sector agropecuario: además de la estabilidad del tipo de cambio, asuntos vinculados con costos, como el combustible o la energía eléctrica, pero también el riego, que es muy importante, cuestiones sanitarias como la garrapata o la bichera, todos asuntos en los que se necesita trabajar en conjunto. Un aspecto crucial es el acceso a nuevos mercados. Estamos muy concentrados en unos pocos, y con aranceles. Por ejemplo, ahora abrió Filipinas para la carne bovina, pero con arancel estándar del 10%, mientras Nueva Zelanda y Australia entran con arancel cero; eso hace muy difícil colocar la producción. Es necesario replantear la estrategia de Uruguay en materia comercial.
![Milton Ramallo, asesor de la Federación Rural](https://imgs.elpais.com.uy/dims4/default/34552c8/2147483647/strip/true/crop/1600x1068+0+0/resize/1440x961!/quality/90/?url=https%3A%2F%2Fel-pais-uruguay-production-web.s3.us-east-1.amazonaws.com%2Fbrightspot%2F2c%2Fa4%2F9e2f3d8c4c7fb082421d320d1178%2F4b07df7c-840e-4256-a223-c9f77f20793a.jpg)
Foto: Ignacio Sánchez
-El riego cuenta con una ley desde el año 2017, ¿por qué no se avanza?
-Se espera aún la reglamentación de la ley, pero lo que está claro es que se trata de una enorme necesidad. Es un tema complejo, requiere de muchas inversiones, pero los estudios muestran la efectividad que puede tener el agro con riego. Un ejemplo es el maíz; lo implementó en un 20% de su superficie, y el rendimiento en el área que opera bajo el sistema de riego pasó de 6.000 a 10.000 kilos por hectárea. No se puede perder la oportunidad de un salto importante en materia productiva, hay que avanzar con eso.
-El endeudamiento del sector agropecuario, según OPYPA, creció casi 15% en los tres últimos ejercicios; ¿a qué se debe?
-Todo lo que se perdió por sequía o diferencia de cambio, terminó empujando el mayor endeudamiento de las empresas agropecuarias. Y las ganaderas son las más endeudadas, con un fuerte crecimiento en el año pasado del 18%. También hay un fuerte incremento en el endeudamiento del sector lechero, al igual que en el sector arrocero y en oleaginosos. Pero es el ganadero el sector que más peso tiene en el endeudamiento, un 30% del total. Hace tres años, el endeudamiento del sector ganadero era de unos 800 millones de dólares y hoy estamos en 1.200. Y hay que mirarlo con atención, porque no es que hubo un salto tecnológico que llevó a una gran inversión o la adquisición de bienes de capital para crecer o en busca de avances en productividad, el problema es que buena parte de ese endeudamiento se justifica en la necesidad de seguir funcionando. Se tomaron créditos para mantener las empresas a flote, y cada vez por mayores montos.
-Otra cara de todo esto, es la morosidad…
-El indicador de morosidad, si bien es bajo, ha crecido también. Estamos hablando del 1% el año anterior y en el último, 2%, en el caso del sector ganadero. Es problemático ese crecimiento. Y en el sector oleaginoso y en la cadena láctea, la morosidad es aún mayor. Otro dato que surge del informe de OPYPA es que, por distintos factores, una parte del endeudamiento se movió de la banca pública a la banca privada, y eso puede resultar mucho más complejo, porque en el sector público se puede negociar directamente con un solo actor, que tiene la mayoría de la cartera del sector productivo. Es más fluido alcanzar acuerdos de pago. La banca privada está más atomizada, son muchos más los jugadores y cada uno tiene sus reglas de juego y sus parámetros de negociación distintos.