El príncipe heredero Mohammed bin Salman entregando la Copa del Rey a Karim Benzema frente a 60.000 personas en el Estadio Rey Abdullah de Yeda. No se trató solo de un gesto deportivo. Fue un acto político, un guiño geoestratégico y una muestra de cómo Arabia Saudita está convirtiendo al fútbol en una palanca de proyección global.
Esa imagen de Benzema alzando la copa, escoltado por el heredero saudí, encapsula el nuevo rol del fútbol en el Golfo: no como un entretenimiento aislado, sino como un instrumento de legitimación política, cohesión nacional e influencia internacional. El deporte, en este caso, se entrelaza con la narrativa de un país en transformación.
Deporte como proyecto-país
Enmarcado en su plan «Visión 2030», el Reino ha canalizado miles de millones de dólares para desarrollar su liga local, atraer estrellas como Benzema y Ronaldo, y construir una estructura deportiva de nivel mundial. Las inversiones van desde la infraestructura y las academias juveniles hasta derechos de televisión e internacionalización de sus clubes.
Detrás de esas cifras hay una estrategia que trasciende lo deportivo. El fútbol es una herramienta para diversificar la economía petrolera, fomentar el turismo, mejorar la imagen internacional y canalizar el orgullo nacional. No se trata de un gasto, sino de una apuesta por el soft power saudí.
Lo que América Latina puede aprender
La región tiene una rica historia futbolística, pero también carencias estructurales: estadios deteriorados, gestión deficiente, y fugas prematuras de talento. Arabia Saudita plantea una inversión estatal-privada con objetivos de largo plazo, algo que podría inspirar a países latinoamericanos para fortalecer su industria futbolística como motor económico y cultural.
Aprender del modelo saudí no implica copiarlo, sino adaptar su lógica: una planificación que priorice el crecimiento sostenible, una visión que reconozca el valor estratégico del fútbol, y un compromiso de las élites políticas y empresariales para hacer del deporte una plataforma de progreso.
Infraestructura y profesionalización
Donde Arabia Saudita construye estadios inteligentes, academias de alto rendimiento y alianzas globales, muchas federaciones latinoamericanas siguen dependiendo de improvisación y gestiones cortoplacistas. La profesionalización de la dirigencia y la modernización de las estructuras son claves replicables.
Para ello es necesario formar cuadros técnicos, promover la transparencia institucional y establecer planes a diez o veinte años. Sin dirigencia profesional, no hay industria viable. Sin infraestructura, no hay retención de talento. La experiencia saudí muestra que ambos factores deben caminar juntos.
Cristiano Ronaldo.
Alianzas, imagen-país y talento local
El fútbol saudí también busca mejorar su imagen-país: ser anfitrión de torneos, generar turismo deportivo, mostrar orden y potencia. En paralelo, refuerza sus divisiones menores con formación local. América Latina podría combinar sus fortalezas (tradición, talento) con una estrategia de proyección, atracción de inversión y desarrollo sostenible.
La región debe avanzar hacia una integración entre cultura futbolera y estrategia comunicacional. Alianzas con otras ligas, acuerdos de cooperación técnica y programas de diplomacia deportiva pueden fortalecer el posicionamiento latinoamericano en el escenario global.
Primeros pasos desde el sur
La reciente visita de la AFA a Arabia Saudita, en busca de alianzas y patrocinadores, muestra que la conexión ya está en marcha. Más allá de la rivalidad deportiva, hay un horizonte compartido: convertir al fútbol en industria, en diplomacia, en cultura y en plataforma de desarrollo.
Estas iniciativas pueden abrir puertas a acuerdos binacionales, torneos interregionales o inversiones cruzadas. El sur también puede exportar su experiencia y absorber nuevas herramientas de gestión. La clave está en superar la mirada nostálgica y pensar en el futuro con ambición.
Al Ula F.C.
Un país que vive en el futuro
El plan del país no solo está enfocado en comprar talento, sino en comprar prestigio. Su estrategia con el fútbol es integral: educación, infraestructuras, marca-país y liderazgo simbólico. América Latina, con su potencia natural en este deporte, podría aprender de este modelo para potenciar una industria que ya tiene el corazón de los pueblos, pero necesita también el cerebro de los Estados.
El desafío está en asumir al fútbol como un vector de desarrollo multisectorial. No basta con tener talento: se necesita visión, inversión y gestión moderna. Si Arabia Saudita pudo transformar su liga en pocos años, América Latina, con su herencia futbolera, podría hacer mucho más si alinea pasiones con políticas de Estado.
