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domingo, junio 15, 2025

Mora Peretti, de su vínculo con Teo D’Elia, a su visión política y su respuesta más inesperada sobre si participaría en ‘MasterChef 2025’”

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Entre el amor a su padre, el peso de la fama no elegida y un renacer creativo que la conecta con su deseo más íntimo, la actriz Mora Peretti rompe (y trasciende) el molde de la “hija de”. Encontró su voz entre frustraciones, resiliencia, amor y terapia y hoy se muestra en plena reinvención.  

Con 21 años, una madurez que sorprende y una intensidad que terminó de integrar, la hija de Diego Peretti (62) conversa con GENTE de la emocionalidad que la rige y marca su carta natal, su pasión por la cocina, su mirada sobre la política en tiempos de tensión cultural y su especial vínculo con Teo D’Elía, el hijo del también ex Simuladores Federico D’Elía y amigo y compañero de su padre en la obra teatral El jefe del jefe.

Mora asegura que, cuando era chica, la emocionalidad la puso en jaque, pero que trascendió toda sus inseguridades, la sombra que suponía el apellido y el bullying que padeció de pequeña gracias a terapia. Con Sol en Aries y Luna en Cáncer, la actriz integra lo que los astros le indican desde su nacimiento: “Me gusta mucho mi carta. Es muy intensa, y es una batalla interna en el tema emociones”, explica. 

¿El gran consejo que recibe de Diego Peretti entre tantos castings frustrados y que siempre la devuelve al centro? “Ir a jugar. Y si gustás, genial. Y si no gustás, no pasa nada; va a haber otros juegos que te gusten más a vos también”, comparte Mora.

A partir de toda esa carga, asume sin vueltas: “Soy tremenda. Yo siento todo”. De hecho, cuenta que una amiga que le leyó la carta la resumió así: “Sos una hija de p… pero de buen corazón. Y dije, ‘bueno, bárbaro, es casi para ponerme en la bio’”. 

Todo esa montaña rusa emocional la capitaliza en lo creativo. Tras una reciente “crisis vocacional”, impulsada también por castings frustrados tal como cuenta, la llevaron a entender que como no siempre iban a surgir proyectos a su medida, era mejor generarlos. Por eso armó su propia productora junto a un grupo de amigas, bautizada WIF (Women in Film). 

Del encuentro con su nueva vocación, la de directora, a su primer proyecto que incluye a su padre 

En ese sentido, la actriz y hoy directora (estudia en la escuela de Eliseo Subiela) se explaya acerca de las dificultades de meterse en el mundo actoral que su padre domina de taquito. “Me encantaría llegar al nivel de mi papá. Es una realidad. Me gustaría tener el éxito que él tiene, la estima que la gente le tiene y la cantidad de trabajo que tiene, porque la realidad es que hoy es mucho más difícil entrar”, reflexiona. 

No se siente del todo “adentro del medio” y entiende que un límite a sortear son las consecuencias que genera “la cultura tan golpeada que tenemos, que viene también antes de la pandemia”. Y lo resume así: “Venimos de años muy complicados y yo me estoy sacando de a poco esa mochila”. 

“Me gustaría hacer un documental que responda a la pregunta ‘qué se siente que mi papá sea mi papá’, que cuente cómo es el padre detrás del actor«, revela Mora en diálogo con GENTE.

Hace muy poco, Mora terminó un seminario con Javier Daulte, que es quien dirige a su padre en El jefe del jefe (una comedia basada en la película The boss of it all, de Lars Von Trier). Y ese paso fue trascendental para ella: “Si bien al comienzo me ponía muy nerviosa estudiar con él porque estaba dirigiendo a mi papá, las herramientas que nos enseñó a lo largo de las clases me ayudaron a divertirme más con la actuación”. 

En ese mix de integrar actuación y dirección es que planea su próximo proyecto. 

–¿Y qué te gustaría dirigir? ¿Tenés alguna idea, algún guion escrito?

–Tengo muchos guiones escritos que no tienen final todavía. O escenas que no corresponden a ningún cortometraje, pero este año tengo como proyecto hacer un documental sobre mi papá. No sé si lo voy a terminar siquiera…

–¿A qué Diego pensás contar?

–Así como vos naciste siendo la hija de tu papá y todos lo hicimos, me pasa que cuando yo nací no es que mi padre empezó siendo médico y cuando yo tenía diez años cambió de profesión y la pegó, y tuve un cambio rotundo en mi vida. Entonces, me gustaría hacer un documental que responda a la pregunta “qué se siente que mi papá sea mi papá”, que cuente cómo es el padre detrás del actor.  

–¿Y cuál fue ese periplo hasta acá?

–El camino fue primero entender cuál era mi apellido, enojarme por ser la sombra, comprenderla y aceptarme, y luego abrazarme a la idea de que no soy ninguna sombra, sino que tengo que ir con mi propio camino.

«Me gustaría tener el éxito que él tiene, la estima de la gente. Pero sé que mi camino no va a ser igual», comparte Mora con orgullo al hablar sobre la popularidad de su padre. Además de actuar, estudia cine y ya armó una productora con amigas, bautizada WIF Producciones (por las iniciales de Women in Film).

Mora Peretti, su relación con las redes y su mayor hobby oculto 

Tiempo atrás fue tiktoker, pero cuenta que las redes la aburrieron. Que definitivamente abandonó la app china y que el espacio virtual que todavía la atrapa es Instagram, donde consume “contenido que me hace reir”, meditaciones y tutoriales de edición (ahora mismo está aprendiendo a usar el DaVinci Resolve). 

Pero hay una temática que la obliga a restringir el tiempo que pasa en la app de la camarita: “Me puedo pasar todo el día mirando recetas de comida thai –la cocina tailandense es su preferida–”. Y es más, asegura que prepara casi todas las que encuentra. 

–¿Y cuáles son esos platos con los que te lucís? 

–Mirá, mis amigos siempre vienen a probarlos. A mí me encanta ser anfitriona; les digo “díganme qué quieren y yo se los cocino”. Uno de los platos es arroz, pollo teriyaki y verduras. Suelo elegir las recetas según lo que tengo en casa o salgo a comprar lo que necesito. 

–Y si te convocaran, ¿te animarías a participar de MasterChef Celebrity 2025

–Por ahora no tengo la mentalidad de tiburón para estar en MasterChef, pero te digo que en un futuro me gustaría abrirme a la idea. Por ahora siento que estoy muy poco capacitada… al menos me animo a un MasterChef privado con mi mamá (Natalia Milazzo) y sus amigos.  

Mora vive junto a su madre, Natalia, y su perrito de 11 años, un Jack Russell que se llama “Ducki” y a quien considera su hijo. «Es el protegido de la casa», asegura.

Su vínculo con Teo D’Elia y las diferencias con otro “hijo de”

Ser “hija de”, por supuesto, no es una mochila fácil de cargar. En el camino, y más precisamente en Buenos Chicos, se encontró compartiendo elenco con Teo D’Elia, heredero de Federico D’Elia, amigo de su padre. “Casi todos mis amigos son actores y me muevo en ese ambiente por haber hecho teatro desde mi chica (a los 10 años) y fui conociendo mucha gente ahí. Compartimos las frustraciones, las alegrías y las cábalas, y también las comparto con Teo, que es uno de mis mejores amigos”, revela Mora.

Acerca de su especial vínculo, comparte: “Nos queremos muchísimo y nos reencontramos en otro mundo. También hicimos El juego, obra con la que acabo de volver en junio, pero esta vez él no es parte del proyecto”. 

Teo D’Elia (hijo de Federico D’Elía y Deborah Cosovschi; en la foto el tercero en la fila superior, de izquierda a derecha) es uno de los mejores amigos de Mora. Participaron juntos de la obra El juego.

Lo más interesante, cuenta, es que cada uno –ella y Teo– tienen “visiones muy distintas de nuestros papás”. No sólo por su personalidad: “La diferencia tal vez es que yo de bastante joven me di cuenta de que quería seguir con esto y Teo lo reveló un poco más recientemente”. 

Y continúa: “Entonces, yo pasé por todas: entender quién era mi apellido, enojarme porque ahí soy la sombra, aceptarlo y abrazarme a la idea de que no soy ninguna sombra, sino que hacer mi propio camino”. Tal vez Teo no lo sufrió tanto porque tiene menos tiempo en esto de seguir la misma profesión de su padre”. 

–Y a partir de tu experiencia, ¿lo aconsejás a Teo? 

–Sí, obvio, eso desde ya. En mi caso, por ejemplo, para cada casting le pido a mi viejo que me de una mano. Yo no sé si Teo hace lo mismo con su papá. No tengo idea de si todos los “hijos de” lo hacemos. Igualmente a veces me sirve y a veces no. 

«El camino fue primero entender cuál era mi apellido, enojarme por ser la sombra, comprenderla y aceptarme, y luego abrazarme a la idea de que no soy ninguna sombra, sino que tengo que ir con mi propio camino», reflexiona la actriz.

El lenguaje silencioso del amor: entre la herencia y el camino propio

“Estuvimos mucho más cerca en estos últimos años. Empezamos a tener conversaciones más profundas. No somos pares, pero casi. Yo crecí, maduré, y creo que eso hizo más fácil que él sea mi papá… y que yo pueda ser su hija”, señala al definir su vínculo con Diego Peretti

Diego es, para ella, “un mentor y un guía”. Alguien que no impone, pero ilumina: “Nunca me empujó a actuar. Tampoco me frenó. Me dejó ser. Me dejó elegir. Y eso fue confuso al principio, pero hoy lo agradezco infinito”. 

¿El gran consejo que recibe de Diego entre tantos castings frustrados y que siempre la devuelve al centro? “Ir a jugar. Y si gustás, genial. Y si no gustás, no pasa nada; va a haber otros juegos que te gusten más a vos también”.  

“Por mucho tiempo pensé que tenía que estar a su altura. Hoy entendí que él lo único que quiere es que yo sea yo. Con eso ya alcanza”. Así define su crecimiento y cómo puso en su lugar las cosas gracias a años de terapia. 

«A veces pienso que con mi viejo tenemos puntos de vista completamente distintos… y aún así, siento que tengo una cabeza parecida a la suya», explica Mora Peretti, que acaba de regresar a su protagónico teatral, bautizado El juego.

Mora Peretti: todo sobre su padre y cómo padeció ser su heredera 

–¿Cuándo fuiste consciente de que llevar el apellido Peretti te ponía en una especie de vitrina no elegida, incluso antes de que el mundo supiera quién eras?

–Durante el jardín y la primaria, como siempre fui al mismo colegio, se había naturalizado entre los padres y los chicos todo eso de que mi papá era mi papá, entonces en ningún momento cobraba alguna magnitud. Cuando pasé a la secundaria, en séptimo grado hice un curso para entrar al Buenos Aires.

Y me acuerdo que mi viejo me había llevado al colegio. Ahí, mientras esperaba afuera, fue que escuché decir por lo bajo: “Ella es la hija de Peretti”. Pero bueno, algunas veces, en algunos grupos humanos lo he padecido, y en otros no tanto.

–Digamos como que te tuviste que ir curtiendo en el camino…

–Como afilando el olfato, te diría. Estar alerta. Saber por qué se me acercaban y cómo venía la mano. Pero aprendí que hay algo energético, o al menos yo lo siento así. Cuando hablo con alguien, detecto de esa manera si tengo o no ganas de vincularme con esa persona.

Fotos: gentileza MP y The Remake.

Redacción

Fuente: Leer artículo original

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