Decía que la fotografía es un lenguaje silencioso y ella misma cabalgó a lomos de la profesión sin hacer más ruido que el de la denuncia de unos trabajos marcados por su empatía y sensibilidad social. Anna Turbau, la fotoperiodista que en los años setenta se coló en un poblado gitano en Pontevedra y en el psiquiátrico de Conxo, en Galicia, que documentó las las manifestaciones de los trabajadores de los astilleros de Vigo o las condiciones de vida en la cárcel de mujeres de Wad Ras en Barcelona, ha fallecido a los 76 años justo en un momento en el que su trabajo estaba empezando a obtener el reconocimiento que merecía. En la pasada edición de Arco, estuvo por primera vez representada en la galería Nordés y este miércoles la Generalitat anunciaba la adquisición de obras suyas que han entrado a formar parte de la Colección Nacional.
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