Italiana de nacimiento, afincada en España desde 1971 tras actuar en 24 países, la artista de music hall Dolly Van Doll ha fallecido esta tarde en Barcelona a los 87 años a causa de un derrame cerebral. Nada de largas enfermedades: ha caído el telón rojo y se va una mujer culta, políglota, elegante y seductora que nació hombre y protagonizó el cuarto cambio de sexo del mundo, operada un 29 de abril de 1964 en Casablanca por el doctor Bourou.

“Como artista y persona lo que más le gustaba era hacer feliz al público”, recuerda Fernando Vila, empresario de la noche con quien mantuvo una relación conyugal y artística durante medio siglo. La pareja soñó con llevar un music hall parisien a la Barcelona noctámbula de la transición democrática. Tenían ya un primer local, propiedad de la Mutua general de Seguros en la calle Lluria, pero se asustaron por temor al que dirán y optaron por Valencia antes de regresar, cinco años más tarde, al que fue su templo: el Belle Époque de la barcelonesa calle Muntaner, sucesor del teatro Moratín, y en la actualidad Luz de Gas.
Las ganas de vivir eran un argumento de la obra, también la de su vida privada
Desde 1982 al 1995, Belle Époque fue el hogar de la turinesa Carla Follis, que dominaba cono nadie en España la pluma, la seducción y las virtudes del “music hall”, un género en decadencia que nunca pecó de mal gusto. Las ganas de vivir eran un argumento de la obra, también la de su vida privada. Entre quienes le aplaudieron estaban Onassis y Paul Newman pero para cariño el del público barcelonés que descubrió en aquella vedette trans los modos de Paris sin necesidad de viajar en el TALGO nocturno. Nunca hizo aspavientos ni militó en colectivo trans alguno: quería ser mujer y artista y lo consiguió plenamente.