La rutina de una intervención programada terminó en tragedia para la familia de Camilo Nuin, el futbolista de 18 años de la reserva de San Telmo. El joven sufrió un paro cardiorrespiratorio irreversible durante la operación de ligamentos cruzados de una rodilla en la Clínica Espora de Adrogué, donde aparentemente había sido ingresado sin indicios de complicaciones previas. Ahora, la autopsia será clave para determinar cuál fue la causa de muerte y si hubo responsables o no.
El caso visibilizó en primera plana una problemática recurrente entre los deportistas: la rotura del ligamento cruzado anterior que obliga al paciente a pasar por el quirófano si es que quiere asegurarse la correcta recuperación de la articulación, evitar riesgos y prevenir complicaciones. En este escenario, Clarín conversó con especialistas para despejar algunas dudas.
“El ligamento cruzado anterior es un ligamento intracapsular de la rodilla que sirve para la estabilidad anterior y lateral de la articulación”, explica Fernando Locaso, vicepresidente de la Asociación Argentina de Traumatología del Deporte, en diálogo con este medio.
Partamos de una base: la medicina no es una ciencia exacta y todas las cirugías tienen un riesgo de vida. Pero las fuentes consultadas coinciden en que en una operación de ligamentos cruzados de rodilla ese riesgo es mínimo y que son raras las complicaciones. “Es una rareza la mortalidad en este tipo de intervenciones: la probabilidad es cercana al 0%”, insiste Alejandro Druetto, cirujano de cadera y rodilla.
“Si surgen complicaciones, pueden responder a la presencia de un factor que haya intervenido dentro de la evolución de la cirugía respecto al comportamiento del metabolismo con la anestesia o a las drogas que se usan para anestesiar al paciente. O bien, a algún antecedente previo que no fue detectado en el examen de riesgo prequirúrgico y pre anestésico”, expresa Locaso.
Por su parte, el traumatólogo y deportólogo Cristian Yannone comenta que, a lo largo de los años, en algunos sanatorios resonaron casos que derivaron en el fallecimiento del paciente que había sido sometido a esta intervención quirúrgica. ¿Por qué? “ A causa de falta de controles”, sugiere.

¿Qué complicaciones pueden presentarse? “Como todo procedimiento quirúrgico y riesgo anestésico puede presentarse un tromboembolismo, embolia grasa por el fresado del hueso al insertar el ligamento y embolia al desinsuflar el torniquete. Estas situaciones pueden llevar a un cuadro arrítmico del corazón y consecuente paro. Por eso, toda operación requiere un chequeo cardiológico y consentimiento informado”, analiza Diego Sacón, especialista en Medicina Regenerativa y Terapia Neural, ante la consulta de este medio.
El uso de anestesia
Según se desprende de la página oficial de la Asociación Argentina de Anestesia, en la década del ’60, la posibilidad de tener un problema serio durante la anestesia era de 1 caso cada 10.000. Pero, hoy, ese riesgo es veinte veces menor: 1 caso cada 200.000. De hecho, la entidad asegura que es mayor la probabilidad de sufrir un accidente de tránsito (25 por cada 100.000 habitantes) que la de padecer algún inconveniente durante el acto anestésico.
Por lo general, en la operación de ligamentos cruzados se emplea una anestesia raquídea (se utiliza para bloquear el dolor y adormecer la parte inferior del cuerpo Según la dosis, puede durar entre 4 y 5 horas) o general con un bloqueo localizado de algún nervio. Esta última se suele aplicar por un impedimento propio del paciente. “No se usa la anestesia local”, enfatiza Sacón.
“También se aplica un neurolepto (técnica anestésica que combina un tranquilizante mayor con un analgésico potente para inducir un estado de analgesia profunda con mínima pérdida de conciencia) con el fin de reducir la respuesta al dolor y la ansiedad del paciente sin necesidad de una anestesia general profunda”, agrega Yannone.
Y también explica: “la anestesia produce bradicardia (una condición en la que el corazón late más lento de lo normal, generalmente menos de 60 latidos por minuto) y esto, sumado a que los atletas de alto rendimiento tienen de por sí bradicardia, puede potenciarla (impidiendo que el corazón bombee suficiente sangre oxigenada al cuerpo) y derivar en un paro cardiorrespiratorio. Por eso es importante el rol del anestesista quien puede revertir la frecuencia de esta condición con medicación”.
La cirugía de ligamento cruzado de rodilla es un procedimiento de reconstrucción ligamentaria para estabilizar la rodilla que une el fémur con la tibia. Por lo general, también implica la reparación del menisco (porque generalmente también presenta una lesión.
¿Cómo se realiza? “Hoy se hace de forma artroscópica, es decir, mediante un método mínimamente invasivo, con varias técnicas quirúrgicas (se realiza un túnel en la tibia y otro en el fémur) para obtener el injerto (el nuevo ligamento cruzado). Se puede tratar de isquiotibiales, tendón rotuliano, tendón del recto femoral o incluso injertos cadavéricos”, señala Sacón. En el caso de los deportistas profesionales, que requieren una mayor exigencia en su rodilla, se suele utilizar el tendón rotuliano.
Y también cuenta que en esta cirugía existe un paso importante: una exanguinación (extracción de sangre para tratar ciertas condiciones médicas) de la rodilla para colocar un balón neumático que actúe como torniquete y así permita visualizar mejor las estructuras internas durante el procedimiento.
Por otro lado, Druetto completa: “se coloca una cámara, una óptica y otro aparato que se llama shaver y luego se prepara el neoligamento a partir del tendón rotuliano. Así, se coloca el ligamento cruzado nuevo en la posición adecuada. No dura más de 30 minutos. Se suele hacer con anestesia raquídea (de la cintura para abajo) y sedación para una mejor tranquilizante y comodidad del paciente”.
Tras la operación, comienza el proceso de recuperación, en forma lenta y progresiva, que suele durar entre seis y siete meses e implica distintas etapas. La primera, exige una inmovilización de entre 10 y 15 días. La segunda, una rehabilitación con kinesiología para recuperar la función articular y el tono muscular, respetando el tiempo biológico que el cuerpo necesita para incorporar e integrar el injerto (proceso de ligamentización).
Según un estudio de British Journal of Sports Medicine, que analizó 7.556 casos, el 65% de los pacientes de alto rendimiento vuelve a su actividad deportiva habitual con la misma intensidad que antes. Además, el 55% regresa con nivel competitivo después de la cirugía.
Como contrapunto, The American Journal of Sports Medicine, tras analizar 122 atletas, concluyó que sólo dos de cada cinco volvieron a jugar al mismo nivel que antes de la lesión.
MG