En la tarde del lunes se dio a conocer el fallecimiento de Liliana Odano, autora de cuentos y fábulas para las niñeces con sesgo patagónico. Menos de un mes atrás salió su último libro.
Adiós Liliana. Gracias.
La primera sensación fue de incredulidad. Es que menos de un mes atrás El Cordillerano había dado cuenta de su libro más reciente, el décimo de su producción. De hecho, nos había confiado que tenía la agenda de agosto completa para darlo a conocer en las escuelas, fiel a la costumbre que había adoptado e intensificado en la última década. En la tarde del lunes (4 de agosto) supimos que falleció Liliana Odano, una mala noticia difícil de creer y más aún de asimilar.
Poco más de 10 años atrás y con la intención original de escribir para sus nietos, Liliana irrumpió en la escena de la literatura infantil con acento regional con la Brujita Alegría, un entrañable personaje de raigambre patagónica y preocupaciones ambientalistas. Como sus libros encontraron repercusión empezó a presentarlos en ámbitos escolares, donde se la conoció con el cariñoso alias de Abu Lili.
Su última producción se tituló “Nuevas fábulas de la Patagonia” y como indica el nombre continuó una serie (de fábulas) que había arrancado tres títulos atrás. En determinado momento de su breve pero intensa trayectoria como escritora, Liliana entendió que nadie mejor que ella para dar vida gráfica a sus personajes y comenzó a ocuparse también de las ilustraciones. Ya no estará más entre nosotros en el plano sensible, pero vaya si dejó huella.
“Para poder escribir cada una de mis fábulas fue necesario investigar, leer mucho, observar con detenimiento el mundo que nos rodea, descubrir detalles que puedan disparar una historia” y “aprender a amar a cada ser de nuestra fauna y flora”, nos dijo Liliana menos de un mes atrás. “Estamos rodeados de un universo infinito de seres que, cada uno a su manera, colabora para hacer de este un mundo mejor”. Pensamientos que se van a extrañar.
Nada hacía prever su temprana despedida. “Tengo una agenta bastante ocupada con presentaciones en las escuelas. Ya para agosto tengo casi todas las fechas ocupadas, pero para mí no es agobiante, es maravilloso poder acercarme a los niños y maestros y compartir mis obras. ¿Qué más puedo pedir?”, nos confió. Dejó Bariloche y el Nahuel Huapi en un momento de plenitud. La tristeza es enorme y no sólo en ámbitos literarios, pero quedémonos con la sonrisa imbatible de la Abu Lili. Será difícil de olvidar.