15.7 C
Buenos Aires
miércoles, abril 16, 2025

Murió Mario Vargas Llosa: las siete novelas fundamentales del premio Nobel de Literatura

Más Noticias

El ensayo y el periodismo, la dramaturgia y las posturas políticas, inclusive el abordaje filosófico, fueron géneros en los que Mario Vargas Llosa, quien falleció este domingo a los 89 años, se desenvolvió con soltura, pasión y notables bases culturales. Pero fue la narrativa donde el escritor peruano alcanzó la cumbre de su virtuosismo hasta convertirse en uno de los mayores exponentes de la literatura latinoamericana y, también, un referente de primera línea internacional.

Vargas Llosa había llamado la atención desde muy joven con sus relatos en Los jefes (1959) y cuatro años después, La ciudad y los perros lo llevó a la consagración. Si la calidez, el desparpajo, la sensualidad y la ironía asomaban en Pantaleón y las visitadoras y La tía Julia y el escribidor, obras como Conversación en la catedral y La guerra del fin del mundo lo llevaron a una nueva dimensión, son novelas que le ganaron al tiempo y quedan entre las más relevantes entre las 30 que abarcan su narrativa, extendida por más de medio siglo y múltiples temáticas.

Estas son las novelas que pueden considerarse las más representativas

La ciudad y los perros (1963)

-Cuatro -dijo el Jaguar.

Los rostros se suavizaron en el resplandor vacilante que el globo de luz difundía por el recinto, a través de escasas partículas limpias de vidrio: el peligro había desaparecido para todos, salvo para Porfirio Cava. Los dados estaban quietos, marcaban tres y uno, su blancura contrastaba con el suelo sucio.

-Cuatro -repitió el Jaguar- ¿Quién?

-Yo -murmuró Cava- Dije cuatro.

-Apúrate -replicó el Jaguar- Ya sabes, el segundo de la izquierda

La primera novela de Vargas Llosa describe los suplicios de la educación militar para los adolescentes y jóvenes que acudían al Colegio Militar Leoncio Prado. Como en otras de sus obras, tiene su propio tinte autobiográfico ya que Vargas Llosa acudió durante dos años a esos estrictos centros de enseñanza. Los protagonistas de “La ciudad…” son jóvenes bajo una disciplina militar implacable y violenta, que aprenden a sobrevivir en un ambiente plagado de prejuicios raciales y sociales. El padre de Vargas Llosa lo había enviado a ese colegio, con la convicción de que podía “hacerse hombre”. Pero el joven cadete descubrió la otra cara de la vid, la más horrorosa, con militares golpeando a los jóvenes y un medio donde sólo contaban la fuerza bruta y la astucia.

La novela se tituló en un principio “Los impostores” y en España recibió el Premio Biblioteca Breve y el Premio de la Crítica: impactó de inmediato a los lectores por su texto crudo y realista, que llevaba a reflexionar como las medidas de crueldad ejercidas desde la jerarquía militar terminan por afectar la personalidad y el estadio emocional de los estudiantes.

Pero el recorrido es más amplio: ilustra el machismo y la violencia en una sociedad, la lealtad y la traición.

Y en respuesta a la deshumanización, algunos estudiantes forman un grupo, llamado “El círculo” con ánimos de venganza. Como líder del grupo, planificando ataques contundentes, aparece el Jaguar.

En esta obra, Vargas Llosa comienza a desplegar su técnica de “los vasos comunicantes: narrar dos o tres o cuatro episodios dentro de uno solo, sin dar mayores acotaciones para explicar los cambios de tiempo y de lugar”. Sería una de sus “marcas de fábrica” a lo largo de su producción literaria.

La casa verde (1966)

Distinguida con el premio Rómulo Gallegos como “mejor novela latinoamericana”, abarca muchas historias que se cruzan espacial y temporalmente. Abarca dos escenarios principales: Piura, en el desierto de la costa norte peruana, donde se encuentra el burdel “La casa verde”, y Santa María de Nieva, en la selva amazónica, donde Vargas Llosa también pasó algún tiempo. Los personajes principales son Don Anselmo (el forastero que funda el prostíbulo), el Sargento Lituma y el bandido Fushía. Este es un japonés, expresidiario y contrabandista de caucho, en tanto Lituma es un piurano que se enrola en la Guardia Civil.

Recién se insinuaba el término del “boom de la novela latinoamericana”, pero La Casa Verde y Vargas Llosa ya podrían quedar inscriptos allí desde esta obra. Recordemos que luego de Vargas Llosa, el premio Rómulo Gallegos tuvo como inmediatos ganadores a García Márquez con Cien años de soledad y Carlos Fuentes con Terra nostra….

Y también Vargas Llosa considera que esta novela marca su aproximación a la obra de William Faulkner ‘en cuyos libros descubrí las hechicerías de la forma en la ficción, la sinfonía de puntos de vista, ambigüedades, matices, tonalidades y perspectivas de que una astuta construcción y un estilo cuidado podían dotar a una historia’. En su segunda novela, el gran escritor peruano intensificó las aventuras con el tiempo y las palabras que ya se habían insinuado en “La ciudad…”. La historia avanza por distintos tiempos y espacios, donde también se combinan la realidad y la imaginación del lector. Juan Goytisolo escribió que «navegar por el río de palabras de La casa verde es una incitante aventura. El relector va de sorpresa en sorpresa, arrimándose a sus orillas para tomar aliento y recapitular acerca de lo leído antes de emprender una nueva etapa de su periplo. La ambición creadora de su autor, difícilmente aprehensible en una somera lectura, se nos desvela entonces con nitidez. La reconstrucción de rompecabezas es tarea ardua pero su recompensa aguarda a quienes no se arredran ante la dificultad y apuestan por el triunfo final de la literatura».

Vargas Llosa reveló que los recuerdos de una choza de tablas pintada de verde que vio en 1946 y la deslumbrante Amazonia que conoció en un viaje 12 años después por el Alto Marañón le dieron los personajes y las historias de la novela. Y Julio Cortázar le escribió a Vargas Llosa: “La novela me interesa profesionalmente (…) Hay algo que tengo que decirte de entrada y sin el menor regateo: en el plano técnico, La casa verde es maravillosa».

Conversación en La Catedral (1969)

Con el tiempo se fue convirtiendo en “el clásico de los clásicos” de Vargas Llosa, quien aseguró que “si tuviera que salvar del fuego una sola de las obras que he escrito, sería esta”. Y también se convirtió en un clásico la frase “¿en qué momento se jodió el Perú?”, cuando los dos personajes de la historia (Zavalita y Ambrosio) se encuentran en un bar, La Catedral.

Los diálogos entre Zavalita y Ambrosio transcurren en los tiempos de la dictadura del general Manuel Odría (1948-1956). Juan Cruz también la tiene como su novela favorita: “Es perfecta, no hay nada que se le escape a Vargas Llosa como arquitecto”.

Cuando se cumplió medio siglo de su publicación, el homenaje se dio en la Feria de Guadalajara con la presencia del escritor. Y allí Paula Conde escribió en Clarín que “si ese no es un libro admirable, descollante, sobresaliente, que den por cerrada ésta y todas las ferias del libro del mundo. Pero todo tiene una explicación y acá va la del Nobel peruano: la novela, publicada por primera vez hace 50 años, la que empieza con esa pregunta que ya es un clásico de la literatura -¿En qué momento se había jodido el Perú?- ya era muy barroca y entonces había que despojarla de todos los adjetivos. ‘Hay un lenguaje más lujoso en otras novelas mías, pero acá es más opaco. Un profesor nos decía en broma ‘recuerden que los adjetivos están para no usarlos’ dijo. Y lo que quiere decir es que con el contenido y la forma no hacían falta más elementos”.

Vargas Llosa comentó que “la dictadura, tema central de la novela, tuvo un efecto cataclísmico en mi generación. Odría estuvo ocho años en el poder, fue una adolescencia en un sistema violento, represor y corrupto. Fue ahí que se me ocurrió mostrar los efectos de esa dictadura en el seno de la familia, en la vida peruana, corrompida por el poder”. También confesó ser menos pesimista que Santiago Zavala -Zavalita-, el personaje de Conversación…, con quien se sintió identificado en algún momento: “Zavala está desencantado, porque entiende que el que no se jode, jode a los demás. Entonces renuncia al éxito y acepta una vida mediocre. Yo soy menos pesimista, estoy a favor de la democracia, la libertad, la diversidad”.

La Tía Julia y el escribidor (1977)

Es una interesante historia que logra nuevamente una deliciosa combinación de la realidad y la ficción. Además, es una novela semi autobiográfica ya que habla de la vida de Mario –un joven que quiere ser escritor—que junto a Pedro Camacho participa en series de radioteatro. El adolescente se enamora de su tía política y se enfrentará a cualquiera hasta casarse con ella. En esta novela, Mario cuenta muchos detalles de su primer y polémico matrimonio. Pues Julia, en la vida real, fue su tía política y se casó con ella antes de cumplir si quiera los 20 años. Además de los tintes románticos, en esta misma obra, el autor adentra al lector en su mundo del oficio de escritor.

Para algunos críticos, “La tía Julia…” es una sátira de la literatura rosa y de la novela popular de tanto éxito en los países de habla hispana, al tiempo que cuestiona la hipocresía, el racismo y el clasismo de la sociedad limeña de la década de los años cincuenta. Describe por un lado, la relación amorosa del joven escritor Varguitas con una mujer de su familia mayor que él, la tía Julia; y por otro, la desaforada presencia del folletinista Pedro Camacho en la misma emisora de radio donde Varguitas trabaja. La noble pasión amorosa entre la tía Julia y el aprendiz de novelista, que la sociedad limeña de la época trata por todos los medios de impedir, se combina en esta novela con las narraciones truculentas del folletín.

En su vida real, el escándalo sentimental -que volvería a darse ya en sus últimos años, al dejar por un tiempo a su mujer Patricia y tener como pareja a la socialité Isabel Prysler- había acompañado a Vargas Llosa en su juventud: a los 19 años se escapó con su tía Julia Urquidi -esposa de su tío Lucho- y se casaron en secreto, para “indignación” de toda la familia. Julia Urquidi, boliviana, era diez años mayor que Vargas Llosa y fue una mujer fundamental en su vida: lo disciplinó como novelista, antes de que se separaran en 1964.

Pero tiempo después, y ante el enojo de Julia y la amenaza de demanda judicial, Vargas Llosa tuvo que aclarar que el personaje de “La tía Julia” no guardaba relación con su exmujer: “La realidad circundante de la obra sólo sirve como base o punto de partida. Lo demás es producto de la ficción y de mi imaginación”. Luego Julia volvió a vivir en Bolivia, declaró que “a Mario no le guardo ningún rencor . ¿Por qué? Cada uno tiene derecho a escoger su vida. Me hubiera gustado más honestidad, porque se hubieran evitado muchos problemas y sufrimientos”. Ella murió en el 2010.

La guerra del fin del mundo (1981)

Sitúa esta novela en el nordeste brasileño a fines del siglo XIX. El personaje central es un líder entre mesiánico y místico (Antonio Conselheiro) que incita con sus encendidos discursos a desheredados a iniciar la Revolución de los Canudos. Y frente a esta, se planta el poder político y militar de la recién instaurada República de Brasil. ¿Por qué el título? Vargas Llosa lo explicó: “Hay dos razones: la primera, que el bando del Conselheiro creía librar la última guerra de la humanidad, el fin de la historia. Y la segunda es que Canudos era, para Brasil y el resto del globo, una región tan remota como el fin del mundo”.

Considerada la primera novela histórica de Vargas Llosa y también la primera ubicada fuera de su tierra peruana, tiene como base la obra Os Sertoes (1902), de Euclides da Cunha, uno de los libros fundamentales de Brasil.

En su autobiografía del 2020 (La realidad de un escritor), Vargas Llosa contó que considera a “La guerra…” como “el proyecto más ambicioso que me he planteado. Es también el libro que me exigió más tiempo de trabajo y el que me planteó más dificultades. Lo digo por muchas razones, pero especialmente por dos. Una es que esta fue la primera de mis novelas que no está localizada en mi país, Perú, sino en uno extranjero, Brasil. La otra es que se trata del primer libro que no es contemporáneo a mi propia vida, sino una novela histórica situada a finales del siglo diecinueve. Si me hubieran preguntado hace quince años sobre la posibilidad de que escribiese un libro de estas características —que no se desarrollase en Perú ni fuese contemporáneo— probablemente habría respondido: “No, nunca”. Siempre escribo libros sobre Perú y todos han sido contemporáneos”.

También consideró que “Os Sertoes es uno de los libros más extraordinarios que se han escrito jamás en América Latina y una obra esencial para entender lo que este continente es, o, mejor dicho, lo que no es. Cualquiera que quiera comprender como un especialista los problemas y las culturas latinoamericanas, debería empezar por leer Os Sertões”.

La Fiesta del Chivo (2000)

Retrata la historia del asesinato de Rafael Trujillo —apodado El Chivo— en 1961. Un libro ambientado en República Dominicana y que se narra a partir de dos visiones: durante y después del asesinato. Además, mezcla tres momentos que se entrelazan: el regreso de Urania Cabral a casa, el ultimo día con vida de Trujillo y la historia de los asesinos. En las palabras de Mario Vargas Llosa se puede apreciar una intensa reflexión de lo que significó la dictadura para todas las personas que vivían en República Dominicana desde 1930 que llegó al poder con el mando de generalísimo del ejército.

Vargas Llosa relato narra el asesinato de Trujillo además de la planificación y todo lo que ocurrió después del hecho, en mayo de 1961. Por otro lado, sitúa al lector en el mismo lugar pero 35 años después, en 1996. Para ello se siguen tres historias entrelazadas: la de Urania Cabral, una mujer que vuelve a República Dominicana después de un largo periodo fuera para visitar a su padre enfermo; la segunda se centra en los últimos días de vida de Trujillo y la tercera presta atención a los propios asesinos del general, un hombre que en su momento tiranizó a tres millones de personas sin saber que se preparaba contra él una maquiavélica transición a la democracia.

El sueño del celta (2010)

Aquí relata la vida y las aventuras del Cónsul Británico Roger Casement (1864-1916), quien denunció los abusos del sistema colonial en el Congo y en la Amazonia.  El escritor trabajó durante tres años para reconstruir la vida de Roger Casement, pionero defensor de derechos humanos.

Tomando una cita del escritor uruguayo José Enrique Rodó (“Un hombre es muchos hombres”), y descubriendo al personaje en una biografía de Conrad, Llosa trabaja sobre Casement: diplomático reservado, sir y escritor, temprano relator de derechos humanos, héroe irlandés, traidor británico, torpe estratega militar, homosexual atormentado, reo ajusticiado… El sueño del celta es la suma de “todos los Casement”.

Este había viajado en 1910 al Congo Belga y descubrió la barbarie del colonialismo de Leopoldo II y sus fuerzas belgas. Y más adelante, Casement denunció la situación de los indígenas que eran explotados en la extracción del caucho en la Amazonia.

Pero más adelante, entregado a la causa nacionalista irlandesa, viajó a Berlín para conspirar contra Reino Unido en plena I Guerra Mundial, participó en el alzamiento del Ulster de 1916 y acabó condenado a morir ahorcado tras tres meses en prisión y un juicio que conmovió a la sociedad británica por el aireamiento de unos diarios repletos de escabrosas aventuras homosexuales cuya autenticidad aún es objeto de debate. “Es un personaje múltiple, con varias biografías que no encajan muy bien. Fue, sobre todo, uno de los primeros europeos que tienen una conciencia clara de lo que es el colonialismo”, describió Vargas Llosa.

Y ello le dio lugar a su tesis sobre el nacionalismo: “Me parece la peor construcción del hombre. Y el caso más extremo de nacionalismo es el nacionalismo cultural. Aunque en ciertas circunstancias puede representar valores libertarios.”. Por ejemplo, en ciertos pueblos aplastados por colonizadores, que aspiran a liberarse del ocupante, el nacionalismo tiene un valor positivo. Pero lo peligroso es cuando se convierte en una ideología. El nacionalismo significa violencia, prejuicios, distorsión de valores. Casement vive la parte más idealista, que es la de la lucha contra el opresor.

Acerca de los sueños y fantasías que pueblan el libro, explicó: “me sirvieron para tapar los huecos de un personaje enigmático. Y luego están las fantasías políticas. Leopoldo II fue un gran fabricante de sueños; él consigue que le regalen el Congo porque monta una ficción, un mito sobre sí mismo, sus intenciones y sus designios. Por eso Casement se va al Congo, en pos de ese sueño”.

BPO

Redacción

Fuente: Leer artículo original

Desde Vive multimedio digital de comunicación y webs de ciudades claves de Argentina y el mundo; difundimos y potenciamos autores y otros medios indistintos de comunicación. Asimismo generamos nuestras propias creaciones e investigaciones periodísticas para el servicio de los lectores.

Sugerimos leer la fuente y ampliar con el link de arriba para acceder al origen de la nota.

 

- Advertisement -spot_img

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Advertisement -spot_img

Te Puede Interesar...

Sale el «Ozempic nacional» inyectable en pleno plan oficial para bajar el precio de los medicamentos

El fármaco estrella de los últimos años, el Ozempic, ya tiene autorizado en Argentina una versión inyectable nacional que...
- Advertisement -spot_img

Más artículos como éste...

- Advertisement -spot_img