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lunes, abril 28, 2025

Museo del Beso: Una historia cultural del arte de besar desde la antigüedad hasta hoy

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El Museo del Beso (Penguin Random House), concebido por Matías Moscardi y Andrés Gallina como libro pero también como espacio imaginario, propone un recorrido único a través de la historia, la antropología y el arte de besar. Este proyecto literario, que combina poesía, ensayo y narrativa, explora la multiplicidad del beso desde una perspectiva cultural e histórica, destacando su omnipresencia en el cine, la literatura y la vida cotidiana.

Desde los primeros besos registrados en civilizaciones antiguas hasta las distopías futuristas de las máquinas para besar, el libro se construye como un espacio museístico imaginario, con salas temáticas que abarcan desde lo romántico hasta lo militante, pasando por lo oscuro y lo experimental.

Con una estructura que recuerda a un caleidoscopio narrativo, el libro juega con anacronismos y contrastes para reunir besos tan icónicos como el de Klimt, el de Batman y Robin o el polémico entre Britney Spears y Madonna.

En cada capítulo, los autores invitan al lector a reflexionar sobre las dimensiones simbólicas, políticas y emocionales del beso, mientras desmontan mitos como la perfección del primer beso. Así, Museo del Beso se convierte en un homenaje al acto de besar, desbordando los límites de la escritura y celebrando su poder transformador y colectivo.

Museo del beso. Autores: Matías Moscardi y Andrés Gallina.
Museo del beso. Autores: Matías Moscardi y Andrés Gallina.

–¿Por qué se les ocurrió hacer un libro sobre la historia del beso?

–Matías Moscardi: La propuesta fue de Andrés. Yo había escrito un ensayito sobre besos para el blog de Eterna Cadencia en 2018. El texto partía de una perplejidad ante un desbalance simbólico: muchos besos en el cine, pocos en la literatura. Aparecía, entonces, una idea acerca de la dificultad de escribir los besos, de la relación tensa entre beso y escritura. Andrés vio en ese ensayo breve un libro, la posibilidad de expandir la serie, de seguir pensando en esa dirección. Además, de paso, podíamos escribir eso que, según el balance que habíamos hecho, no estaba del todo escrito. Hacer la prueba de escribir un montón de besos, pensarlos, imaginar una filosofía del beso, una historia, una antropología, un arte. Por eso, también, decimos que el libro es un libro de poesía o un largo poema sobre los besos en la cultura occidental: porque la poesía es lo que permite atravesar y amalgamar todos esos discursos y disciplinas.

–Andrés Gallina: A la vez, quisimos recuperar una dimensión erótica para la crítica literaria, tenía que ser un libro que te den ganas de besar. Así empezaron a aparecer textos híbridos, crónicas de chapes icónicos, entrelazadas con análisis estéticos, culturales, políticos, psicoanalíticos. Se nos armó la idea de un museo con sus galerías y proyectos. También empezó a aparecer, en este ida y vuelta, el anacronismo que la omnipresencia del beso en la historia genera como movimiento obligado. Hay besos por todos lados, en todos los tiempos, en todas las culturas. Entonces, la idea era ver qué pasaba cuando poníamos a Proust al lado de Shrek, Maddona y Maradona, Propercio y Batman, Marina Abramovi y Disney, Munch y Messi, Klimt y Spiderman.

Un beso bien argentino. Fue en 1996 en un superclásico Boca-River en la Bombonera. Boca goleó 4-1 a River. Luego del primer gol (que no fue de ninguno de los dos) Diego Maradona y Claudio Caniggia sellaron con un beso. (AP) Un beso bien argentino. Fue en 1996 en un superclásico Boca-River en la Bombonera. Boca goleó 4-1 a River. Luego del primer gol (que no fue de ninguno de los dos) Diego Maradona y Claudio Caniggia sellaron con un beso. (AP)

–¿Cómo fue cambiando la manera de besar a lo largo de la historia?

–Matías Moscardi: En Museo del Beso podés acceder a cinco salas, cinco capítulos. La primera incluye una colección de escenas inaugurales con primeros besos, desde Colón a Macaulay Culkin. La segunda sala es una colección de distopías: besos del futuro, máquinas para chapar, besos del fin del mundo. La tercera sala explora distintas materialidades del beso: mármol, oro, óleo, aire, fideos con tuco. La cuarta sala tiene que ver con besos oscuros: besos de vampiros, besos de la muerte, besos asfixiantes. En la última sala encontramos una colección de besos militantes, activistas y besazos colectivos. Y al final el Museo, como epílogo, aparecen los besos de despedida.

–Andrés Gallina: Cada una de estas salas contiene ensayos breves sobre distintas escenas de besos icónicos en la cultura occidental. También aparecen distintas formas de besar: el beso de las buenas noches, besos por celular, el beso negro, el beso en los cuentos de hadas, el beso fúnebre, el beso olímpico que quiere romper un récord de tiempo, el beso que tiramos por el aire con la mano, besos prohibidos y políticas del beso.

–Matías Moscardi: No hay una hipótesis explícita acerca del devenir del beso en la historia, en la cultura, en la sociedad. Lo que el libro muestra, en sus saltos, en sus contrastes, en su montaje vertiginoso, es una historia hecha de fragmentos, jirones, piquitos esparcidos acá y allá para que el lector saque sus propias conclusiones acerca de los procesos históricos del beso pero también para que esos cambios en los modos de besar aparezcan escenificados en el libro, en el montaje mismo de tiempos heterogéneos.

El Kamasutra fue escrito en sánscrito y proviene originariamente de la India.El Kamasutra fue escrito en sánscrito y proviene originariamente de la India.

–El libro tiene muchas curiosidades como el rastreo de los besos en las primeras sociedades de la Mesopotamia, así como el de Klimt o el más largo de la historia, ¿pueden contar un poco más sobre cómo llegaron a esas historias?

–Matías Moscardi: Por lo general, los libros que escribimos juntos tienen mucho WhatsApp encima, mucho audio, mucho diálogo e intercambio. Siempre hay una instancia de acumulación: ahí barajamos casos, hacemos listas re largas, dejamos anotadas ideas, de manera proliferante y sin un orden establecido, como nos vaya saliendo. En esas listas, van apareciendo libros: El sentido olvidado. Ensayos sobre el tacto, de Pablo Maurette, que tiene un capítulo genial sobre besos; La ciencia del beso, de Sheril Kirshenbaum, que no está traducido, es más una antropología del beso. También un libro de Bárbara Belloc que se llama El beso. Escenas y secretos del arte de besar, es una antología literaria.

–Andrés Gallina: Y después nos mandamos muchos links, muchas notas y trivia que vamos encontrando en Internet. Hay una parte del trabajo que es más bibliográfica y otra parte que es más periodística. También pedimos audios de amigas y amigos que nos cuentan su experiencia del primer beso. Armamos una galería con la transcripción de esos audios que incluimos en el libro. Y ahí vemos un poco cómo esas historias orales desmienten un poco el mito idílico del primer beso como algo hermoso. Más que una experiencia linda, parece haber extrañamiento y hasta rechazo.

–También cuentan que en el Kamasutra se describen 22 formas de besar, ¿qué nos pueden decir de eso?

–Andrés Gallina: La idea es mostrar que, ya desde el comienzo, el beso es algo siempre múltiple, su modalidad nunca es única. La conclusión a la que llegamos es que hay tantas maneras de besar como besadores. Esa tipología de 22 formas que aparece en el Kamasutra es una primera punta para pensar los movimientos calidoscópicos y poliédricos del beso. Si prestáramos atención a los besos que damos todos los días, nos daríamos cuenta que, estrictamente hablando, nunca besamos dos veces de la misma manera.

–Matías Moscardi: También sucede que en muchas entrevistas nos preguntan como si fuéramos especialistas en besos o investigadores científicos del tema. Pero el libro no está escrito con un pulso enciclopédico sino desde la perplejidad y el asombro. Sucede que el beso aparece siempre como refractario al saber, a la clasificación, al ordenamiento. Presenta una ontología escurridiza, difícil de asir, de definir. De alguna manera el libro abre y cierra con una misma pregunta: ¿qué es un beso? Al final, por suerte, queda sin responder.

El Beso. De Gustav Klimt. 1907-1908.   El Beso De Gustav Klimt arte pintura cuadrosEl Beso. De Gustav Klimt. 1907-1908. El Beso De Gustav Klimt arte pintura cuadros

–También hay besos militantes y ocultos, ¿no?

–Andrés Gallina: Hay una Sala de besos militantes en donde exploramos las figuraciones colectivas, los besazos, el beso como disidencia. Y ahí se termina de fraguar la postura política del libro: en una época cada vez más individualista, un libro sobre besos nos recuerda que un beso es siempre un pueblo, es un fenómeno que requiere del otro. Nos interesa pensar la dimensión política del beso, sus impactos culturales. Ahí aparecen las prohibiciones de Margaride que, entre la década del 60 y el 70, presidió la Liga de la Moralidad, controlando, entre otros asuntos, que se cumpliera la ordenanza que prohibía los besos en público. También pasamos por algunas censuras en el cine. Y de la ficción a la realidad, como el caso de Belén Arena y su novia en el bar La Biela. Quizás la escena más significativa sea la de Cinema Paradiso, en la que los besos censurados son recuperados, regresan todos juntos. Hay una alegoría ahí: cuando se censura un beso, la respuesta es un besazo colectivo, un aluvión de besos.

–Matías Moscardi: En la sala Darkiss trabajamos con el lado oscuro de los besos. Un poco para desmarcarlos de la monomanía del discurso romántico. En esta sala se puede ver que el beso también tiene un costado muy relacionado con la muerte, con una pulsión de muerte, con la sumisión, con la asfixia, con la soledad, incluso con lo escatológico. Verdaderamente el efecto es el del museo: no te podés quedar quieto, el libro te lleva a moverte entre los sentidos del beso. No hay uno que sea el dominante, ni siquiera el amor. El beso tiene una potencia de significación enorme y la misión del museo es mostrarle al lector esa potencia en acto.

Museo del beso, de Matías Moscardi y Andrés Gallina (Penguin Random House).

Redacción

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