Cuando el planeta se despierta cada mañana y abre la prensa para enterarse de a qué país le ha caído un nuevo arancel, de a cuál otro le quieren robar un trozo de territorio o de cualquier sobresalto de los que remecen el orden internacional en estos primeros meses de 2025, una buena idea para los países en desarrollo –entre ellos, los de la región andina– puede ser intentar capear el temporal estando unidos, en bloque, sosteniendo juntos la cubierta…
Sobre el tema de la integración conversamos en días pasados en Madrid con el parlamentario peruano Gustavo Pacheco Villar, actual presidente de turno del Parlamento Andino, uno de los órganos del sistema de integración regional de la Comunidad Andina de Naciones (CAN, compuesta por Perú, Chile, Colombia, Ecuador y Bolivia).
El veterano político entiende que es básicamente por la unión regional que estos países podrán reforzar su influencia y seguir incrementando el bienestar de sus ciudadanos –el ejemplo: Europa, como se verá–, y hace una apuesta por los consensos y el multilateralismo, hoy tan urgentes como, según parece, tan en retirada.
— En un momento en que están en entredicho el multilateralismo y la eficacia de los organismos supranacionales, como la propia ONU, que parece que solamente pueden cruzarse de brazos y observar lo que sucede, ¿qué trascendencia tiene la pervivencia de una entidad como el Parlamento Andino?
— Hoy vamos de la globalización hacia una política de bloques. Europa se ha unido como UE para generar una economía de escala, que es el tipo de economía que genera mayor progreso y desarrollo, y es la que necesitamos en América Latina, donde estamos muy divididos.
Esto es a nivel de gobiernos. Pero mientras estos representan a los Estados, los pueblos son representados por sus parlamentarios. No se concibe la UE sin la existencia del Parlamento Europeo, porque los Parlamentos tenemos tres funciones: representar, fiscalizar y legislar. Luego, la pervivencia será eterna, porque alguien tiene que controlar al poder. Ese es el Parlamento Andino.
— Sí, aunque este tiene menos capacidad legislativa que el Parlamento Europeo, ¿no?
— El Parlamento Europeo tuvo muy poca capacidad legislativa durante décadas y la consiguió con el tiempo. Estamos en ese camino. Ahora mismo estamos conversando con el presidente colombiano Gustavo Petro, que es el actual presidente pro tempore de la CAN, y estamos trabajando marcos normativos que el propio mandatario ya nos ha comentado. Empezamos con eso.
Aspiraciones y aportes concretos
— ¿Qué prioridades tiene el Parlamento Andino bajo su presidencia?
— Lo primero ha sido unir los Parlamentos de América Latina. Es ya un objetivo conseguido, al articularse recientemente los cuatro existentes (Parlamento Latinoamericano, Parlamento Centroamericano, Parlasur y Parlamento Andino) en un solo organismo, llamado Unión de Parlamentos de Latinoamérica y el Caribe (UPLAC), que me ha nombrado su primer presidente.
Lo segundo es visibilizar internacionalmente al Parlamento Andino en todo el planeta. Y lo estamos logrando al tender puentes con China, con Turquía, con Marruecos, con Rusia, con Estados Unidos… Estamos en el mundo.
Una tercera prioridad es desarrollar el derecho comunitario andino, replicando el trabajo efectuado por el derecho comunitario europeo. No se concibe, por ejemplo, que haya dos legislaciones en dos países –Perú y Bolivia– que colindan y que comparten, en la zona del lago Titicaca, circunstancias sociales, económicas y políticas, y que, sin embargo, determinado hecho sea delito en una parte y no en la otra.
El derecho comunitario andino será un legado de mi gestión, con su propuesta de una sola policía (Andipol) y una sola justicia (Andijus), como en Europa. Son proyectos que están avanzando mucho. Hemos reunido en Lima a los ministros de Interior, a los de Defensa y a los de Seguridad Interna, y han tejido allí una alianza entre los cuerpos policiales para evitar, por ejemplo, que cuando un delincuente salga por la frontera ya no lo puedas pescar y tengas que generar un enorme proceso de extradición.
— Muy en relación con esto, ¿qué puede aportar el Parlamento Andino al día a día de los ciudadanos de sus países?
— Primero, esperanza. La esperanza real de que, si vamos a una economía de escala y nos integramos, vamos a generar un mayor espacio para poder ofrecer mejor empleo, más progreso. Hasta el momento hemos conseguido un pasaporte único, común: el andino. Hoy ingresamos con el Documento Nacional de Identidad a todo el espacio andino sin necesidad de visados. Nuestros vehículos ahora pueden atravesar las fronteras, y estamos trabajando en una matrícula única para que los coches circulen. Asimismo, las llamadas entre nuestros países ahora ya no generan roaming; son llamadas locales. Y nos planteamos quitar barreras a los vuelos internacionales entre Lima, Santiago, Quito, La Paz y Bogotá, para que sean vuelos regionales, internos.
Todo eso abarata la vida de los ciudadanos; les genera una esperanza y la convicción de que estamos pensando en el mañana, no solamente en el siguiente cuarto de hora.
La (ilógica) desconfianza de Europa
— ¿Cómo calificaría las relaciones entre la CAN y la UE?
— Pues es una pena que la UE no vea en América Latina su brazo fraterno. Europa desconfía de América Latina y siente como un peligro la inmigración latinoamericana, cuando tendríamos que ser 60 países juntos, organizados en común. Por ejemplo, durante ocho años la UE no se reunió con la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), que es la comunidad económica de Latinoamérica y el Caribe. Ocho años largos. ¿Cómo es eso posible en el siglo XXI?
Bueno, pues en 2023 nos juntamos en Bruselas. Todos, 60 presidentes; fíjese en la potencia que puede tener eso. Los europeos anunciaron allí un paquete de 45.000 millones de euros en varios años en proyectos de inversión y cooperación en América Latina. Yo, desde hace un año y medio, vengo preguntando dónde están esos millones, y todavía no me han contestado. La UE tiene esa asignatura pendiente.
Esto, en cuanto a los Ejecutivos (CE, CAN). Respecto a relaciones interparlamentarias, tenemos una asamblea denominada EUROLAT, del Parlamento Europeo con los cuatro Parlamentos de América Latina. Vamos a sesionar la primera semana de junio en Lima, Perú, bajo mi presidencia. Queremos impulsar la diplomacia parlamentaria, como un abrazo entre los pueblos. Es lo que vengo haciendo hace 25 años. Porque cuando los gobiernos no pueden, los pueblos podemos.
— ¿Y las relaciones con Estados Unidos?
— Hace muchos años, cuando se aplicó el Plan Marshall para Europa, hubo una propuesta para América Latina basada en la Doctrina Monroe (“América para los americanos”), y se inició un trabajo muy interesante. Ya desde los 60, los 70, América Latina se ha ido forjando sola; y está bien. César Vallejo, el gran poeta peruano universal, tiene una frase extraordinaria que le ruego citar: “Hasta cuándo estaremos esperando lo que no se nos debe”.
Nadie le debe nada a América Latina; tenemos que hacerlo solos y lo estamos haciendo. Tenemos gas, petróleo, oro, plata, zinc y ahora uranio y litio. Somos países ricos; nuestra industria agroalimentaria alimenta al mundo, China tiene en nosotros un gran socio, y también India, Pakistán, Irán.
EE.UU. y nosotros debemos tener una relación bilateral importante. Le pongo el ejemplo del Perú. El Perú exportaba hacia allí hasta el 80% de todos sus bienes y mercancías hasta el año 2005. Luego nuestro Gobierno, en 2006, decide diversificar las exportaciones. Hoy EE.UU. representa únicamente el 25% de estas; Europa, el 25%; Asia, el 25%, y el resto de países, 25%. En ese camino debemos trabajar, y los más avanzados en ello, en tratados de libre comercio, somos Chile y Perú.
— Mencionaba usted a China. Le pregunto si la relación de esta potencia con la CAN, más que ayudar al desarrollo industrial de estos países, ahonda en el modelo extractivo; o sea, en ver a estas economías como productoras de materias primas y en no ayudarlas a alcanzar un desarrollo más sostenible.
— Nadie nos debe nada. China no nos debe nada, entonces no debemos esperar nada. Lo que hay que hacer es plantear buenos buenos tratados, buenos acuerdos. Como ejemplo, tenemos en Perú el megapuerto de Chancay, el más grande de América. Hemos negociado un acuerdo con Cosco Shipping para una inversión allí con un 60% de capitales chinos y un 40% peruanos. Ahí vamos a instalar plantas de construcción de camiones chinos y astilleros, y se va a generar toda una zona de libre comercio. En esa negociación, instamos a China a que invierta no solo en materia prima, sino también en industrialización.
— Por último, ¿le parece que esos vínculos económicos con China puedan atenuarse por presión de la actual Administración norteamericana?
— Mire, el presidente Javier Milei, de Argentina –país al que, por cierto, hemos invitado a integrarse en el Parlamento Andino–, dijo en campaña que nunca se juntaría con los chinos. Pero hoy ambos países están en buenas relaciones.
Yo creo en la soberanía, creo en el multilateralismo. La soberanía es el ejercicio del poder perpetuo sobre un territorio y sobre un pueblo. Somos soberanos. Pues sí, puede haber presiones; también Europa nos presiona. Y también nos presionan India y Rusia. Pero sabemos resistir, y somos soberanos.