A pocos días de haberse quebrado en llanto en vivo en la pantalla de TN, la periodista Nazarena Di Serio se anima a repasar los motivos que la hicieron emocionarse hasta las lágrimas mientras presentaba una nota de una joven que ayudaba económicamente a su familia vendiendo productos caseros. Días después de ese episodio, la joven multifacética confiesa: «Empaticé un montón con esa chica. Me recordó tantas cosas. Quedé re triste y angustiada».
Lo cierto es que hace exactamente veinte años, la integrante de Mediodía Noticias (El Trece, a las 13) tuvo que salir a vender sahumerios a la calle para poder ayudar a su mamá que, tras un problema de salud, se vio obligada a dejar de limpiar casas para «ganarse el mango». Fue gracias al empuje de su por aquel entonces pequeña hija que pudieron salir adelante.
Hoy, sentada en el estudio de GENTE, al momento de repasar su historia de vida, Nazarena aclara: «Espero que esto sea algo positivo y no un bajón».
La historia de esfuerzo de Nazarena Di Serio
Al momento de recapitular sobre cómo fueron sus incipientes inicios laborales, Di Serio cuenta: «A los cinco años hacía castings para novelas porque era un juego… Hice bolos en Chiquititas y se puso divertido. Cuando llegó la crisis de 2001 era muy difícil ir a todos los castings. No era como ahora que mandás un mail. Había que ir desde Ituzaingó en tren y colectivo… En un momento mi mamá ya no lo pudo costear«.
«Nos chocamos con la posta de que estábamos muy mal económicamente. Mi vieja me tuvo a sus 33 años y fue madre soltera. Ella vivía con mi abuela y laburaba en casas haciendo tareas de limpiezas. No tenía título y no quedaba otra que laburar. En un momento cuando yo tuve doce años mi mamá fue diagnosticada con hipertiroidismo y adelgazó mucho. No tenía fuerzas para nada. No pudo seguir laburando limpiando casas. Lo primero que vendimos fue sahumerios en la calle. En otro momento cartelitos de feliz cumpleaños… Lo que había se vendía», relata Nazarela sobre la realidad que tuvo que afrontar siendo una niña.

En cuanto a qué recuerda de esa temprana adolescencia trabajando en la calle para ayudar a su familia, dice con sinceridad: «Lo sentía bien porque me sentía útil y eso hacía que mi mamá no estuviera tan angustiada. Obvio que para una madre tener que decirle todo el tiempo que no a su hija cuando te pide de comprarse algo es difícil. No me podía comprar ni una carpeta para el colegio...».
«También eso me hacía sentir una cierta independencia de que si compraba algo era mi logro. Me hacía sentir bien… Después empecé a vender productos por catálogo y me compraban hasta mis maestras. Yo siempre fui muy creativa y me descubrí siendo buena vendedora», confiesa hoy entre risas sobre ese pasado que logró superar.
De todos modos, admite un «trauma» que le quedó de esa época: «Yo si cambio algo de mi casa no lo puedo vender y lo tengo que regalar. Me hace acordar que mi vieja vendió un montón de cosas para tener guita para comer y pagar la luz… ¡Ahora no vendo nada! Ni un celular puedo vender si lo cambio«.

Luego de sus rebusques laborales callejeros, Nazarena logró combinar sus estudios con un trabajo part time en una famosa casa de comidas rápidas. «Podía trabajar y estudiar a la vez. Ahí empecé a ganar un poco más de plata…», recuerda.
Al ser consultada sobre qué hacía con sus primeros sueldos, dice con honestidad: «Era para pagar la luz, el gas… No podía ahorrar. No se podía. Para ese entonces, mi mamá cobraba el plan de jefas y jefes. Mi abuela estaba atravesando un problema de salud menta muy groso. Era imposible ahorrar. Nos fuimos de vacaciones por primera vez a mis 18 años. Recién ahí pude llevar a mi mamá a conocer el mar».
Sobre ese momento, en el que tomó un rol más adulto para su edad, en su mente se repetía «es la que me tocó». Al reflexionarlo desde su presente, analiza: «Hoy que soy adulta entiendo muchas más cosas y puedo entender a mi mamá. Debe ser muy duro no poder hacer un montón de cosas por tu hija. Ella fue madre soltera… No me lo puedo ni imaginar. Ella es una genia y no me entra en la cabeza lo que la remó en dulce de leche. Hizo de todo para que terminara de estudiar».

El famoso que sin saberlo le cambió la vida
Una vez que finalizó sus estudios secundarios, Nazarena tenía en mente ser productora de radio y TV. «Rendí el examen en el ISER y me fue mal. Me frustré mucho y me puse a trabajar de cajera en un supermercado. Fue mi peor época… La pasaba muy mal. Me había desmejorado físicamente y resignado. Me decía a mí misma que era lo que me había tocado y que me iba a quedar en esa«.
Con brillo en sus ojos, recuerda el momento exacto en el que recuperó la fe y las ganas de cambiar su vida: «Escuché a Badía en una entrega de los Premio Martín Fierro. Él dijo que era muy lindo trabajar en el medio y como locutor. Escuché su pasión desde mi casa y me marcó la vida. Yo quería sentir ese sentimiento de ser feliz haciendo mi trabajo».
Con el objetivo claro, decidió anotarse en una facultad privada. «Mi mamá me apoyó mucho. Había empezado a cobrar la jubilación y hacía trabajos manuales desde la casa. Las cosas se empezaron a acomodar un poco más. Ella me re apoyó y me dijo: ‘Vos podés hacerlo'», explica.

«Empecé a estudiar a la mañana y a la tarde trabajaba en locales de ropa. Terminé trabajando en un call center y me hizo muy mal porque estaba todo el día hablando mientras estudiaba locución. En un momento pude vivir un poquito de mis ahorros y empecé a tocar puertas en los lugares donde quería trabajar«, rememora sobre el momento en el que decidió saltar al vacío y jugársela por lo que deseaba.
Insistencia y perseverancia: las claves de Nazarena Di Serio para alcanzar su objetivo
“Trabajar en canal 13 era mi sueño y mi meta. Mi primer laburo fue en Estudio Playa. En plena carrera me contestaron uno de los tantos mails que mandaba pidiendo trabajo. Veía que alguien trabajaba en Artear y le escribía. Le hablé a todo el mundo. De casualidad me escribieron que estaban buscando a alguien para presentar el clima. Yo no sabía ni lo que era el este y el oeste, pero me puse a estudiar y arranqué sin dudar. Era para canal 13 y era lo que yo quería”, recuerda todavía con brillo en los ojos.
La fuerza le venía de casa. “Mi mamá estaba contenta, pero sabía que no había otra que a mí me pasara esto. Ella sabía que iba a poder. Su fe y confianza en mí siempre me impulsó a darle”, asegura, convencida de que ese empuje fue la chispa inicial.

Después llegó lo inevitable: insistir, insistir y volver a insistir. “Fui insoportable”, dice entre risas. La música era su pasión, pero el espacio estaba ocupado por Bebe Contepomi. “Cuando se fue, se abrió el lugar y le escribí a mi jefe para decirle que yo estaba para eso. Confiaron y me dieron la posibilidad de hacerlo”, sostiene.
Cómo pudo «entender» a su papá biológico y cómo superó el abandono
Con seriedad, pero sin dudar, Nazarena cuenta sobre cómo fue vivir sin conocer a su papá. «Al día de hoy no lo conozco. Fue duro. A todos los que nos falta una parte nos pega de algún lado. Con mi viejo me pasó de pensar en que tal vez uno hizo algo que generó el abandono… Ahora de adulta entendí que todos somos personas y que tenemos nuestras cargas. Andá a saber por qué eligió lo que eligió. Una persona que decide no ser padre ya te habla de una persona que no está bien. No fue mi culpa y es su decisión«.
Sobre la posibilidad de ir a su encuentro, dice: «Pensé en buscarlo… Este año fue un quiebre sobre eso. Decidí que no iba a hacerlo Me culpaba mucho de por qué conmigo no había querido ser padre. Me di cuenta que estaba errada. Simplemente no pasó y no hay una razón. Él no me eligió, pero sí me eligió toda la familia de mi vieja. Muchas personas se desmadraron para darme un plato de comida y educación. Un montón de gente me amó y me cuidó. Dejé de ver el vaso vacío. Es lo que me tocó y tuve la suerte de tener una familia hermosa».
«Él hoy es una persona más… Lo saqué del pedestal imaginario que lo tenía y lo puse al mismo nivel. Qué mambo tenés si no te podés hacer cargo de un hijo. Ojalá haga terapia, lo resuelva y sea feliz. Si tiene otros hijos ojalá sea buen padre con ellos«, reflexiona con total madurez.

Su brillante presente y su objetivo pendiente
El día de Nazarena comienza a las 6 de la mañana y termina 14 horas más tarde. En el medio pasa por las pantallas de El Trece, TN y recientemente se unió al stream de Solo Deportes.
Al ser consultada si hoy frena un momento para felicitarse por todo lo conquistado en los últimos años, dice: «¡Me re cuesta! Soy re mala conmigo. De hecho me suelo comparar mucho y no está bien. Soy mi peor enemiga. Me falta muchísimo y siento que estoy lejos de la meta… Ojo, no lo digo por mí carrera: lo digo como persona y mujer. Eso me tira un poco abajo».
«Pienso en la idea de ser madre o de tener pareja, un hogar… Me pesa eso. Tengo 32 años y me está quemando la cabeza el reloj biológico. En lo profesional estoy bien, pero me pesa lo personal. Me gustaría ya tener una familia y pareja», confiesa.

De todos modos, aclara: «Ojo, viví muy bien mis veintis… Ahora hago mucha terapia para frenar un poco estos pensamientos… Es muy difícil. Tengo mucha necesidad de familia porque es algo que tanto me faltó… Quiero la familia tradicional. No descarto otras opciones, pero me gustaría eso. Todavía hay tiempo y muchas cosas. Por lo menos la idea está instalada».
Para finalizar, la locutora analiza su pasado desde el presente que tanto le costó conquistar: «¡Si miro para atrás me dan ganas de llorar! Me encantaría ir a la Nazarena que estudiaba o que la pasaba mal para decirle: ‘Che, seguí que se pone re copado y está buenísimo‘».
Fotos: Diego García.
Look: Zhoue
Pelo: Luciano Castro
Make Up: Mariela Daguer