
Neuquén y Río Negro se unen para brindar por lo que nos define: el sabor, la tierra y el trabajo compartido. El evento Patagonia del Vino se realizará el 11 y 12 de julio en el Centro de Convenciones Domuyo, con entrada libre y gratuita, y promete ser mucho más que una feria: será una experiencia multisensorial para sumergirse en la cultura del vino del sur.
Con una fuerte impronta regional, la propuesta reúne a más de 15 bodegas patagónicas y seis estaciones gastronómicas a cargo de chefs reconocidos que pondrán en valor la cocina con identidad. A todo esto se suma una feria de productores, música en vivo, arte, charlas y un ambiente pensado para disfrutar con todos los sentidos.
Por 16.000 pesos, los visitantes podrán acceder a un voucher de degustación que incluye cuatro copas de vino patagónico a elección, en una experiencia libre y personalizada, con espacios especialmente diseñados para asegurar visibilidad y equidad entre las bodegas participantes. La propuesta está dirigida tanto al público general como a profesionales del turismo y la gastronomía.

Entre los anfitriones estarán los chefs Sebastián Mazzuchelli y Sebastián Caliva, embajadores de la gastronomía neuquina, que proponen una cocina de estación, con identidad y arraigo. “Nos motiva sumarnos a este evento que va creciendo y potencia un producto turístico y gastronómico propio”, señalaron. La articulación entre vino y sabores será uno de los ejes de esta edición.
También se lanzará oficialmente el Pasaporte a la Patagonia del Vino, una guía que no sólo acompaña esta edición del evento, sino que invita a seguir descubriendo las bodegas patagónicas durante todo el año, con beneficios, sellos y premios que validan el recorrido del visitante. Cada bodega estampará su sello, como parte de un circuito que une tradición, turismo y producción.
En un escenario de más de mil metros cuadrados, la Patagonia del vino se muestra y se celebra. Y el brindis no es solo por el presente, sino por lo que vendrá: una identidad en construcción que pisa firme, copa en mano, con raíces profundas y horizonte compartido. Porque cuando Neuquén y Río Negro se encuentran, el sur se vuelve más sabroso, más cálido y más nuestro.
