-Tenía que hacer Rocky. Hubo y hay señales. ¡No podés imaginar cuántas! -le dice Nicolás Diego Vázquez (48), a Revista GENTE, y casi sólo habrá que seguir su relato para comprobarlo…
“Empecé a soñar con interpretar a Rocky cuando apareció en teatro, allá por 2014, y recuerdo que compartí el entusiasmo con mi hermano: ‘¡Che, boludo, salió Rocky, vamos a verla!’ -memora el bonaerense de Vicente López-. Había que viajar a Nueva York. Yo estaba con Strabanza Tango, y entre que se demoró, que sí y que no, pasó un año y medio y no pudimos llegar a compartirla en vivo. Después Santi falleció (Nota de la Redacción: el 16 de diciembre de 2016, a los 27 años, víctima de una muerte súbita) y no cumplí aquel deseo. Quedé con las ganas. Aún inquieto por el tema, anduve averiguando, hasta que me llegó que era un musical y que Rocky cantaba. ‘Uh, entonces es otra cosa», me desinflé un poco, y pensé: “Bueno, no tiene que ser”. Hasta que el 11 de abril del año pasado, de la nada, mientras me bañaba, momento en que me suelen bajar ideas, empecé a repetir ‘Rocky’, ‘Rocky’, ‘Rocky’… Pronto toque me senté con mis productores Cande (Audi) y Dami (Armocida) y les lancé sin vueltas: “En 2025 quiero hacer Rocky”. De entrada se sorprendieron, porque veníamos trabajando en algo concreto. Pero pronto me alentaron: “Dale. La vas a romper”. Ahí marqué el teléfono de Gustavo (Yankelevich), con quien veníamos compartiendo Tootsie, me dijo que no se la veía venir, pero al poco tiempo arrancamos, nomás».

-¿Y usted se la veía venir? ¿Adivine quién había nacido once días antes del 23 de junio de 1977, fecha en que la película Rocky se estrenaría en Argentina?
-Lo sabía, lo sabía, lo sabía. Lo tengo bien claro. Me lo comentaron hace varios años, por mi fanatismo, sin saber que alguna vez iba a encarnarlo. Es increíble que hayamos visto la luz el mismo año. Decía “¡Mirá qué causalidad!” Quizá a partir de ahí hubo algo energético que me empujó a que ahora me pase algo así de mágico con un personaje que conocí varios años después.
-¿Cuándo llegó el filme a sus ojos?
-Te juro que no me acuerdo. Creo que al estrenarse en la televisión argentina. Sería en los Ochenta y pico. Me veo tipo con doce años. Si no fue en tele, en un VHS. A mí siempre me gustó mucho el deporte, lo que tiene que ver con lo físico, como también me gustaban las historias de superhéroes, y a Rocky apenas descubrirlo lo ví como deportista pero también como un superhéroe muy humano, sin capa. Aunque por momentos es antihéroe, también. Pasa que había una potente historia de amor detrás, que de chico no entendí.
-No sólo era boxeo…
-Tal cual. Siendo adolescente empecé a comprender que la fortaleza de Rocky también estaba en cómo encaraba la vida, sus ideales, la forma en que se enamoraba de Adrian, aquella mujer tan introvertida y humilde como él. Me atrapó que no fuera un amor perfecto, de gente extravertida y actos grandiosos, sino simplemente de encontrarse con alguien que lo mira diferente, como ella a él, empoderándolos a los dos. Imaginate lo que significa Adrian para Rocky que el tipo, después de aguantar quince round demoledores, pronuncia como primera palabra su nombre. Sólo quiere compartir con ella el haberse demostrado a sí mismo que podía hacerlo.


-Ellos y el mundo.
-Cuando todos le decían que no, él no se entregó. Eso hace que cualquiera se sienta identificado, sin importar a lo que se dedique. ¿A cuántos de nosotros nos han cerrado la puerta, nos empecinado en demostrar que podíamos y lo hemos logrado?¿Quién no pasó por alguna situación difícil, terminó en el piso y se levantó? Nadie está exento. Todos nos sentimos Rocky alguna vez.
-Cuenta qué pasó por su alma y su mente, pero ¿qué por el cuerpo de aquel pibe que quedó hipnotizado frente a la película? ¿Salía a la calle a pelear como el “semental italiano”?
-Siempre fui muy defensor de las injusticias. En el colegio no era el mejor estudiante, sino el mejor compañero. Si sucedía algo, yo trataba de defender alguna causa. Me ha pasado. Hoy, con el diario del lunes, pienso: “No había que llegar a eso”. Pero llegaba. Sin embargo, en general, yo me relacionaba más con lo de correr rápido, buscar el triunfo, tratar de ganar la carrera. La música de Rocky siempre la asocié a intentarlo. Cuando faltaban cinco minutos para que arrancaran mis espectáculos siempre ponía su música legendaria, para avisarle al público que se preparara. ¿Qué tenía que ver, si iba a ver una comedia? Se trataba de un incentivo, como un empujón. Y bueno, eso se lo contagié a Santi, Fue increíble, porque creo que él me superó en fanatismo.
-¿Tanto?
-Sin dudas. En todo sentido, no solo con Rocky. Para el caso, también con River. Santi era más más extremista que yo. Mi hermano tenía una madurez impresionante. Si bien yo le llevaba doce años, durante varios compartimos cuarto. Le mentía a mi vieja, afirmándole que estaba durmiendo, cuando el pendejo miraba conmigo en la tele programas que no debía estar viendo. Por ejemplo Vulnerables. ¡El era un nenito de primaria, ¿entendés?! Le rogaba: “Boludo, ¡tenés que hacerte el dormido!”. Con las canciones de Bon Jovi y los Guns N’ Roses, igual, seguía mi gusto. Y también con Coldplay. A mí me pasaba con mi viejo respecto a Elvis, Queen, Pink Floyd, los Stones. Hay algo genético que evidentemente tira, ¿viste?, y que uno también agradece porque es lindo.

-Como buen hermano mayor a menor, ¿usted lo castigaba un poco a Santiago haciéndose el Rocky?
-Nunca. Al revés, era mi debilidad. En esa época yo quería interpretar cada cosa que veía en las pantallas chicas y grandes. Después llegó la época (¡cuántos años tengo, Dios!) del discman y me había ganado uno en un sorteo o algo. Ponía un par de CD y sentía en mi cabeza que era parte de un videoclip. Actuaba con la imaginación con si estuviera en las películas. Así arranqué a estudiar teatro en la Casa de la Cultura de Olivos. Yo sólo soñaba con poder actuar. Pensar en vivir de esto ya era un montón.
-En Tootsie al personaje masculino lo llamó Santi, por su hermano. ¿Habrá algún guiño hacia él ahora en Rocky?
-Todos. Le dedico la obra, porque sé lo que significa para él que yo pueda cumplir aquel anhelo. De hecho, lo escribo en el programa. Cuando te lo den, vas a darte cuenta. Básicamente lo que le digo es eso: «Hermano, acá estoy, lo logré”. Lo amo. Yo todo siempre se lo voy a dedicar a él. Lo hice cuando estaba en vida, ¿cómo lo voy a hacer ahora, que sé que es mi mayor fan?
“LA GENTE VA A VER A ROCKY Y ENCONTRARÁ A ROCKY, PORQUE STALLONE HAY UNO SOLO. HALLAR SU ESPÍRITU ES ALGO ESPECTACULAR, DE LA MISMA MANERA QUE TRATAR DE IMITARLO RESULTARÍA UN ERROR»
“¿Te cuento algo que nunca comenté? -propone Nico en medio de la entrevista-… Me tenía tanta fe que, aunque no podía gritarlo porque aún no contábamos con los derechos para poner en marcha la obra, de repente me mandé solo y encargué 150 remeras que decían “Rocky” (son las que usa el equipo ahora), y 20 buzos; y me compré un short y una bata similares a los de la película, gorras con el logo, llaveritos de guantes… ‘¿Por qué todo esto?’, me preguntaban alrededor. Porque de alguna manera necesitaba que esto sucediera. Mi casa parecía un negocio de merchandising. Tanto que el pibe de MercadoLibre, cuando leyó mi nombre y me ubicó, me llamó: ‘¿Vos sos el Nico Vázquez que yo creo?’ ‘Sí, maestro’. ‘Pero ¿por qué tantas cosas de Rocky?’ Pensé: ‘Qué cagada, no se lo puedo filtrar’… Y le respondí: ‘Pasa que soy muy fanático y voy a hacer una fiesta temática’. ‘Bueno, boludo, la próxima vez avísame, y te hago precio. Fui a verte en todas tus obras de teatro, crecí con vos, te adoro’. El tema no quedó ahí…
-¿No?
-Me acuerdo que fuimos a una reunión con Gustavo, por otro proyecto para más adelante…
–¿De nuevo Gustavo Yankelevich?
-(Risas) Sí. Y le llevé una de las remeras, un buzo, una gorra y un llaverito. “¡¿Qué es esto, Nícolas?! ¡¡Todavía no nos autorizaron los derechos!! ¡¡¡Vos estás loco!!!”, se tomaba la cabeza al lado de Pablo Puiggari, su socio de RGB. “Es para que se acuerden de este momento», atiné a explicarles. Claro, al final aparecieron los derechos. Ahí vos te das cuenta de que cuando sentís algo y le metés fe, sale… Recién ene se momento pude compartir la info con el chico que me vendió en merch.
-¿La obra requería autorización del propio Stallone, ¿verdad?
-Sí, porque la versión original está escrita y se mantiene. Las modificaciones pertenecen a Thomas Meehan, el famoso autor de Los Productores, Annie, Hairspray y varias otras comedias musicales importantes. Se respetan las cosas que no tienen que ver la música, porque yo no hago un musical, pero sigue siendo Rocky. Es su película. Si no, no hay autorización. La adaptación te obliga a cumplir ciertos requisitos. Ellos confiaron. Se plantearon: «Pará, son los realizadores y el mismo protagonista de Tootsie. Trabajan en serio, no pelotudean”. Y nos autorizaron.

-Uno ve el teaser, el trailer, y directamente parecen escenas reproducidas del filme.
-Eso resulta lo más importante. Es perfecto lo de las escenografías. Se basa en la película. Entonces, sí, la casa de Rocky es igual, aunque para una versión teatral. Lo mismo la de Paulie, desde la utilería y la dirección de arte. Asombra el nivel de exactitud… En las tortugas Cuff y Link, que hace poco fueron noticia porque siguen vivas y son gigantes; en el maquillaje del Mickey de David Masajnik y de cada personaje; en la pelada del hermano de Adrian -desde la cabeza de Leo Trento- y en el pelo de ella. Y sí, cuando arrancamos, Dai Fernández usaba el cabello largo y colorado como La Sirenita. O mismo en mí, tiñéndome de morocho, con cejas oscuras y bien marcadas, cuando yo en realidad soy casi albino… Muchos detalles. Como también entrenar boxeo. Un proyecto así requiere un trabajo muy minucioso.
-Cuando recibieron la autorización y se reunió con Mariano Demaría, junto a quien comparte la dirección, ¿qué le dijo usted que quería hacer y qué no con Rocky en teatro?
-Le bajé cien por ciento lo que pretendía. Mariano me miraba. No era fanático de Rocky; ahora te podría decir que sí, además de un especialista. Entendía, coincidía y redoblaba la apuesta. Le anticipaba que quería probar algo que no se había hecho en ningún lado y, más allá de la sorpresa, accedía. Hoy te puedo asegurar que va a ser una bomba. No quiero spoilear porque en un par de días estamos debutando.

-Lo que desee spoilear, adelante, sin problema, eh…
-Cuando fuimos a filmar en Filadelfia pasamos a ver bastante teatro. Y ya empezamos a flashear con cosas que imaginábamos y comprobábamos que allá se podían realizar. “Lo vamos a hacer, pero aparte lo voy a mejorar”, desafiaba Mariano. Es un profesional integral, de la sanputa. Durante el espectáculo de Harry Potter descubrimos unas luces tremendas. En un momento lo miré, y me sacó la ficha: “Ya sé lo que estás pensando”. Conseguimos las luces. El presupuesto aumentaba. “¡Basta de pedir!”, nos toreaban los encargados de números, pero terminaban aceptando. Y empezamos a soñar, manteniendo varias cosas que incluso afuera son difíciles de hacer.
-¿Por ejemplo?
-Un ring gigante en escena. Te diría, el más grande de todas las puestas, semejante al de Broadway… Un circuito cerrado de tevé transmitiendo la pelea en vivo como si se transmitiera desde Las Vegas… Las entradas impresionantes que yo deseaba de Rocky Balboa y Apolo Creed. ¿El sonido? “¿Podemos hacerlo con sistema 5.1 (o envolvente/surround)?” “Habría que poner cajas por todos lados, pero las ponemos”… En síntesis, la gente lo va a agradecer porque vivirá una experiencia única. Hay mucho esfuerzo, hay mucha inversión, hay de todo.
-¿Cuántos empleados movilizó y moviliza Rocky en el Lola Membrives?
-130. Calculo que van a quedar fijas entre 70 y 80 personas, que es una barbaridad. Si ahora cruzáramos al teatro, no lo creerías: hay 20 computadoras abiertas para poder lograr que cada cosa cierre en las distintas áreas, con el mínimo detalle. Gente pintando, gente en la electricidad. Los números son espectaculares en cambios hay de ropa, calzados, etcétera… ¿Te puedo comentar algo más que no mencioné en ningún lado?

-Lo escuchamos atentos.
-Y es otra señal de las que vas recibiendo… Ayer Damián vino a mi casa: “Tengo que contarte algo que no vas a poder creer” “¿Qué?” “Acabo de contar cuántos peldaños subís vos en la obra. ¿Sabes cuántos son?” “¿Cuántos?” “72” “¿Y?”. “¡La misma cantidad que sube Rocky corriendo al ritmo del tema Gonna Fly Now en la escalinata original que lleva a la entrada del Museo de Arte de Filadelfia” “¡Nooooo!”, reaccioné. Pero ¡sí!, son causalidades hermosas que te invitan a creer, te empujan. Qué sé yo, a mí déjame ser así de optimista.
-Mencionó lo que quería que tuviera la obra, pero ¿qué no?, ¿qué pretendía evitar? Para el caso, ¿que no pareciera una imitación del Rocky Balboa de Stallone?
-Es imposible imitarlo porque lo que hace él es una cosa totalmente fantástica, y porque sería un error como actor intentar hacerlo. Lo que yo siempre quise fue lo que logramos, que es acceder al espíritu de Rocky, que vos veas a Rocky de lejos cuando yo entro pelotudeando, hago sus movimientos y gestos, traslado su energía. Y eso está. Yo suelo acompañar mis espectáculos con ciertos guiños a la idiosincrasia argentina, pero este transcurre en Filadelfia y no hay otra referencia. Lo mismo con la personificación de Adrian, la de Paulie, Mickey, Apolo, la de cada rol. La gente va por Rocky y encontrará a Rocky, no a Stallone, porque Stallone hay uno solo. Como cuando vas a los teatros de la Gran Manzana para ve Billy Elliot, La novicia rebelde, Ghost o Volver al futuro: no están los actores originales, pero encontrás una obra muy bien lograda. Hallar su espíritu también es algo espectacular, de la misma manera que tratar de imitar, como te dije, resultaría un error. La cuestión es cómo recrear. Y entiendo que lo conseguimos con gran profesionalismo. El público lo notará. ¿Viste Vero Fioravanti, la maquilladora que está ahí detrás tuyo y recién me retocó la cara?
-La vemos.
-Fernando, su marido, que es súper fanático de Rocky, un día le preguntó: “Pero, Nico, ¿cómo va a hacer para encarnar al Rocky de Stallone?”. Ella le dio detalles y le pidió que se quede tranquilo. Cuando salió el corte filmado en redes sociales, Fer me mandó un mensaje: “Gracias por interpretarlo así”. Es lo que uno espera. No me quiero imaginar cuando lo vea de verdad. Todos van a darse cuenta de que esto no se hizo en dos minutos, que hay un año de preproducción, gran esfuerzo y trabajo y mucha inversión.
Fotos: Gabriel Machado
Video: Candela Petech
Arte de imágenes: Darío Alvarellos
Agradecemos a Vanesa Bafaro