Dicen que el horizonte es inalcanzable, pero hay gente que se levanta todos los santos días de Dios con el propósito de atraparlo. Puede que se llame horizonte o se llame sueños. Da lo mismo. Lo que importa es el empeño, el capricho de decir que hoy sí se concretará aunque requiera de paciencia y esfuerzo. “No alcanza con tener un trabajo, hay que tener pasión, el hambre de lograr otras cosas”, le cuenta Nicolás Pasquali a Hernán Garciarena en el programa Lo primero que escuchás por Radio Universidad.
El joven administrador de empresas de 32 años pasó un tercio de su vida de viaje, pero no en plan de turista para sacarse una foto “con una croissant en la mano en un bar de París”. El aventurero prefiere ir de “viajero” y en moto. Así recorrió todo el mundo, y no es una exageración ególatra, sino la pura realidad. De hecho, las Naciones Unidas reconocen 193 países de manera oficial y Nicolás anduvo por todos, y hasta sumó tres más.
Los desafíos de viajar
Según cuenta, 320 personas hicieron lo mismo a lo largo de la historia y solo 95 están vivas. Pero cada cual lo vivió a su manera porque “no hay un manual” de orientación para que todo salga bien. Hay que sortear imprevistos, burocracias, guerras y obstáculos. “Parece un juego de mesa, cuando avanzas dos casilleros, de repente volvés al punto de inicio”.
África fue el punto de partida por su complejidad y “el costo alto que implica”. Para afrontar los gastos, Nicolás armó una “cartera de inversiones con títulos y bonos en la Bolsa” por el conocimiento que le da su profesión y logró los ahorros suficientes para financiar la travesía que hizo en varias etapas de su vida.
“Para entrar a Somalia se necesita una carta de presentación de un ciudadano somalí y cuando la conseguís, falta otra cosa”, detalla y explica que es un trabajo arduo que demanda mucho tiempo disponible. Embajadas, contactos, y una especie de red que se teje durante el viaje al conocer gente que da una mano ayudan sobremanera. Por eso, el ejemplo del juego de mesa enseña y, en ciertos casos, conviene volver a empezar o ir para otro lado, desensillar hasta que aclare.
Consejos para novatos
Cuando se encara un proyecto de esta naturaleza se prohíbe “dudar”, hay que “estar convencido y no parar”. Si no es “preferible hacer otra cosa”, aconseja.
Al consultarlo sobre la planificación para viajar, el entrevistado expresa que cuando se va a Europa no hay mucho para planear “porque no hay incertidumbre”. El panorama cambia según la región. No es lo mismo andar por el Museo de Louvre que pisar la selva.
“La ruta la trazás por partes, según la dificultad. En Francia está todo resuelto, pero cuando vas a la selva debés tener un plan. Ahí no hay remises para escapar. Hay que calcular la comida, la nafta, alguna herramienta para defenderte de los animales, y los medicamentos. En la selva no hay seguro médico, ni señal de celular. Si no saliste de ahí por tu cuenta, nadie va a preguntar por vos por más que tengas un plan Premium de salud”, advierte. Además es fundamental conocer la situación política del país para no encontrarse con sorpresas como guerras o conflictos peligrosos.
Sobre el país que más lo impresionó, Nicolás responde sin vueltas: “Irak, por la hospitalidad de la gente”. Además, rescata su rol en la historia como “cuna de las primeras civilizaciones”, porque es su territorio se encontraba la legendaria Babilonia.
En ese sentido, agregó que siempre se habla de Roma, pero que el gran imperio de los césares no se explica sin poner en el mismo nivel de importancia a la civilización que se levantó en tierra iraquí. “Pese a la guerra y el terrorismo, yo a Irak le saqué todo lo malo y me quedé con el jugo más rico”, resaltó, y concluyó: “Cada país ofrece algo para aprender, para tratar de comprender desde la cultura del otro y ser empático”.
Es que, más allá de las diferencias lógicas, el ser humano es el mismo en todos lados, con sus pasiones, incertidumbres, tristezas y alegrías. Esa es la conclusión que dejó el viajero que con su moto dio la vuelta al mundo y ya se prepara para otro nuevo sueño.





