La Posta de Salud y Cuidado viene haciéndose viral por la importante colaboración que presta en las manifestaciones, atendiendo, curando y organizando la resistencia contra el gobierno de Milei. En esta crónica, participamos de un miércoles de lucha de los jubilados junto a ellos, charlamos con sus organizadores y reflexionamos sobre las peleas que los guían.
Es miércoles nuevamente. Y como todos los miércoles desde hace ya algunos meses, comienzan a congregarse los jubilados unas horas antes de la convocatoria. Están cansados de las políticas hambreadoras de este gobierno y muy pronto se vence la moratoria jubilatoria. Este miércoles, las hinchadas se aprontan a la plaza del Congreso. La manifestación promete: flyers de clubes de fútbol circulan por las redes, videos de hinchas de distintas camisetas abrazándose en el tren, algunos centros de estudiantes llegando a la plaza.
Como todos los miércoles, llegan temprano miembros de la Posta de Salud y Cuidado. Son estudiantes de distintas facultades, principalmente Medicina y Psicología de la UBA, junto con médicos, residentes y personal de salud de distintos hospitales. Tienen los bolsos con los insumos preparados el día anterior. Arman un espacio “seguro” dentro de la Plaza Congreso y luego se dividen y organizan las brigadas. Están allí para atender a los heridos de la represión, para colaborar y ser parte de la resistencia.
Jota está en las filas de adelante, en una de las brigadas. Mientras otro sector hace un curso de primeros auxilios en contexto de represión, él, junto a un par más, se adelanta para acompañar a los jubilados. “Como estudiante de Bioquímica de la UBA, me uní a la posta porque quería aportar mis conocimientos en la salud y la ciencia para ponerlos al servicio de las luchas», nos dice, cuando la situación todavía está calma, pero la Policía ya se hace cada vez más nutrida. “Es nuestro futuro el que está en juego. Yo quiero ser investigador, pero el CONICET está atravesando un momento crítico. Hay casi 1000 despidos desde que asumió Milei, no están renovando becas y tampoco girando fondos para continuar las investigaciones en curso.”
Los miembros de la Posta vienen participando todas las rondas de los miércoles de los jubilados. También fueron parte de la manifestación contra la Ley de Bases y otras más donde no hubo policía y entonces, no hubo disturbios ni represión.
Pame es estudiante de la facultad de Psicología de la UBA y miembro de la Posta desde hace un tiempo: “Yo decido sumarme después de ver un flyer que compartió En Clave Roja en Instagram, donde contaban que iba a haber un taller de primeros auxilios en contexto de represión en el Garrahan. Y yo estuve en las represiones de la Ley Ómnibus donde había visto que había un grupo de compañeros que estaban atendiendo heridos y me pareció increíble. Venía de unos meses difíciles desde que ganó Milei las elecciones. Estaba como shockeada, estaba triste, desconcertada, tenía muchas emociones encontradas que me paralizaban. Así que haber encontrado el espacio de la Posta de Salud me permitió poner en movimiento todas esas emociones y transformarlas en organización en pos de estar en la resistencia, de bancarla.”
La posta se inspira en parte en el Comité de Emergencia y Resguardo de Antofagasta que surgió en la revuelta de Chile en 2019. Ese espacio se organiza como respuesta a la represión de la policía chilena y logró convertirse en una referencia para intervenir en la lucha de clases de manera organizada. El espacio de la Posta, también, fue la culminación de varias experiencias de médicos y estudiantes de la salud que estuvieron atendiendo en procesos de luchas previos. Bárbara, trabajadora de la salud del Hospital Garrahan, fue una de ellas. “Desde el PTS junto a nuestras agrupaciones de salud venimos de una experiencia previa donde ya nos habíamos organizado para este tipo de asistencia y cuidado en 2017 en la reforma previsional, en escenarios como Guernica, donde las topadoras de Kicillof dejaron sin casa a muchos vecinos en 2020, nos habíamos organizado en otras represiones como Lear y donde hubo resistencias a los planes ajustadores de distintos gobiernos.” Con el gobierno de Milei, la Posta sistematizó su participación, colaborando con agrupaciones y haciendo talleres de primeros auxilios, donde se masificó la participación de trabajadores de la salud y estudiantes independientes.
Paco fue otro de los impulsores de la Posta de Salud. Actualmente es residente del hospital Penna. Estuvo en las primeras represiones del gobierno de Milei, que empezó su mandato amenazando con el Protocolo Antipiquetes de Bullrich y fue desafiado por primera vez, en los hechos luego de la manifestación de la izquierda el 20 de diciembre. “La Posta surgió por una necesidad”, nos cuenta. “La gente de nuestro país se moviliza frecuentemente. En algunos escenarios se han vivido represiones muy fuertes. El 31 de enero del 2024 fue uno de ellos. Algunos lo apodamos el día de los gases, porque se utilizó un gas pimienta muy potente y realizamos una atención “ao vivo”, con una organización en el momento. Después de eso discutimos volver al día siguiente pero más equipados. Digo que es una necesidad porque en ese momento no había un grupo organizado, que tuviera una posición política clara de atender en la represión para sostener la resistencia.”
Empezamos a retroceder. Del lado de la calle Yrigoyen ya se escuchan los estruendos y se divisa un hidrante. La multitud retrocede lentamente, otros se adelantan. Todavía no son las cinco de la tarde. La brigada está en silencio observando detenidamente. Serán unos ocho aproximadamente. Una de ellas sostiene la pancarta en alto para que los manifestantes sepan que allí hay sectores de la posta. Están diseminados por distintos lados, organizados en pequeñas brigadas que se conectan con el sector central, “La Posta Segura”, donde se derivan casos más complicados. Una de ellas grita: “Retrocedemos lento compañeros”. Intenta divisar a qué distancia está la policía. Algunos manifestantes ya están respondiendo a la represión y empiezan a llegar heridos. Los bolsos contienen leche, bicarbonato, mucho rollo de cocina (el algodón se deshilacha y es incómodo) para tratar las heridas por gases. Alcohol y otras provisiones para las heridas por balas de goma. Toman sus nombres, apellidos y datos para hacer un seguimiento posterior: ver que nadie quede solo una vez terminada la manifestación. Con chalecos verdes y gafas especiales, algunos se adelantan para sacar a quienes no ven nada por los gases y derivarlos a la Posta Segura. Finalmente, también tiene que retroceder: la represión se vuelve furibunda y avanza sobre la Plaza Congreso, donde estaba el gazebo.
El reporte posteriormente realizado habla de más de 300 personas que fueron atendidas por la Posta de Salud. Entre las heridas recabaron: traumatismos de cráneo con y sin pérdida del conocimiento, traumatismo de tórax, síncopes, hemorragias, esguinces y dificultad respiratoria. El nombre de Pablo Grillo empieza a resonar entre boca y boca de los manifestantes. Al día siguiente, un cartel en el hospital Ramos Mejía reza “A mi hijo Sebastián un policía en 2017 le dio un tiro en la cabeza en la esquina de su casa y acá en el Ramos Mejía los neurocirujanos – médicos – enfermeros son unos genios y le salvaron la vida. El día 13 abrió los ojos y el día 32 le dieron el alta. Tenía los mismos síntomas que Pablo. Fuerza Pablo Grillo. Fuerza la familia. Cárcel a Patricia Bullrich”. No son ni las 9 de la mañana y los médicos informan a un hall repleto de gente amontonada que ya no es necesario más donantes para Pablo. La solidaridad del pueblo trabajador es enorme y la policía no puede ni podrá con ella.
Este miércoles, las bolsas se amontonan en el piso. La convocatoria incluye donaciones para Bahía Blanca. De un lado de la valla, millones de pesos se amontonan en trajes robóticos rabiosos con sus armas. Del otro, la solidaridad se viste de chalecos verdes, juntando para aquellos que perdieron todo en el crimen social de la inundación. No es la primera vez que se ponen a disposición de una lucha o de una organización. Paco realizó un taller de primeros auxilios con Mamá cultiva. “Nuestra predisposición para con las organizaciones que luchan, que quieren enfrentar al gobierno, es total. El otro día dí un curso de primeros auxilios para la coordinadora de clubes de Zona Sur, facultades como la de Hurlingham, la de San Martín, la UNLa, para ir lo mejor preparados para un contexto de represión. También hemos participado y construido una ligazón con las asambleas barriales y diversas organizaciones.” La Posta estuvo presente en casi todos los conflictos que se abrieron por los despidos. “Si abrimos el cuaderno de comunicaciones de la Posta, verían que no tenemos ninguna falta”, se ríe Paco. Un aspecto central para nosotros es estar unidos para enfrentar y resistir contra el gobierno de Milei. Por eso se vuelve tan importante estar presentes en cada lucha, si queremos derrotarlo: cada triunfo de los trabajadores, debilita el ajuste que quiere implementar el gobierno”. Estuvieron participando de todas las marchas del personal de salud y en primera fila en los conflictos por despidos del Hospital Bonaparte, donde los trabajadores vienen organizándose en asambleas contra la política desmoralizadora de las burocracias sindicales del ramo. “Hicimos un aporte al fondo de lucha de 4.600.000 pesos, haciendo una rifa, donde nos pusimos a vender números porque es un hospital muy importante y nosotros nos unimos desde el primer día” cuenta Paco. Pero la coordinación no es solo en el ramo de la salud, sino también con el conjunto de los trabajadores: fueron partícipes de la lucha contra los despidos en GPS (Aeroparque), los sitios de la memoria y los trabajadores despedidos del Estado. No solo se ponen a disposición, sino que participan, intervienen, colaboran e intentan ayudar a organizar, construyendo espacios comunes. Llevan a la práctica lo que todos cantamos en las manifestaciones: “Unidad de los trabajadores, y al que no le gusta, se jode”.
Los chalecos verdes se los mandaron a hacer. Pusieron plata de sus bolsillos, como pudieron, en cuotas, aportando solidariamente, porque se volvió crucial que la gente pueda verlos a lo lejos y sepa que allí están: la Posta te cuida. Fueron las asambleas barriales, agradecidas por la participación en el cuidado durante la resistencia, las que propusieron hacer donaciones para la Posta.
Bárbara cuenta que “las mismas asambleas propusieron que pusiéramos un alias para poder colaborar con los insumos. Fue enorme la solidaridad, se juntó muchísima cantidad de dinero, pudimos profesionalizar los equipos, porque veníamos usando lo que teníamos de nuestros bolsillos.” La semana pasada hicieron una colecta y lograron juntar más de un millón de pesos para comprar insumos. “Esta forma de financiamiento que tenemos refuerza nuestra independencia y evita que nuestro accionar sea condicionado por intereses corporativos, gubernamentales o partidarios”, sostiene Pame.
Santi estuvo al frente de las manifestaciones de los últimos miércoles. Las imágenes de él curando a los jubilados se hicieron virales, al igual que se multiplicaron los agradecimientos.
“La organización responde a los principios de que somos independientes políticamente del gobierno, las autoridades, independientes de las burocracias sindicales, y queremos unir precisamente lo que las burocracias sindicales dividen: en la Posta no existen separaciones entre médicos, enfermeras, estudiantes, trabajadores contratados, precarizados. Tenemos espacios asamblearios generales, donde todos podemos discutir y se vota a mano alzada. Todos pueden opinar, todos pueden aportar, proponer mociones y en el transcurso vamos trabajando en comisiones, hacemos reuniones para debatir cual tiene que ser nuestra postura frente a cualquier cuestión política”. Pame lo confirma: “Nos organizamos de manera democrática, con la perspectiva interdisciplinaria, con una lógica horizontal y con un método asambleario (…) desafiando todos los modelos que conocemos.”
El espacio de la Posta de Salud es abierto. No solo para independientes, sino también para otras organizaciones que quieran participar y construir la resistencia.
Comienzan las clases en la UBA con un paro enorme de docentes, por 48 horas. El conflicto educativo sigue latente. Los estudiantes de Medicina pasan por los cursos para invitar a sumarse a la posta de salud y jugarse a que más puedan participar de la marcha de los jubilados de este miércoles. Aunque haya miedo, hay determinación, bronca y ganas de estar allí. Algo nuevo empieza a moverse. Los miembros de la Posta sumaron un google forms para que circule, invitando a todos aquellos que quieran participar, a que puedan hacerlo. Aún no lo saben, pero su rol en medio de la represión fue destacado. No solo por haber atendido a tanta gente, sino porque se convirtió en un espacio de seguridad para quienes quieren movilizarse. Si la represión feroz de la policía encontró a 100 miembros de la Posta atendiendo, el miércoles siguiente habrá 300 personas movilizadas.
¿Acaso las Universidades no podrían ser un gran espacio de organización para la resistencia? En parte, el año pasado lo fueron: tomaron las facultades, hicieron clases públicas y marchas masivas, hubo paros docentes con mucho acatamiento, reuniones, asambleas y comisiones, desde Tierra del Fuego a Jujuy. Esto no le gustó a las autoridades y las conducciones de los centros de estudiantes radicales y peronistas: solo querían un poco de presión para negociar, no que los estudiantes y docentes crean que hay otras formas de organizar la Universidad y que realmente pueden tomar decisiones. Finalmente se apuraron a cerrar el conflicto, junto con muchos sindicatos docentes y centros de estudiantes. “En la facultad de Farmacia y Bioquímica es muy concreto porque se unieron el Peronismo con el radicalismo para conducir el centro de estudiantes, con una lógica exclusivamente de gestión de los espacios de la facultad, despolitizando completamente el rol de los estudiantes y reduciéndolo a ir a estudiar y volver a la casa”, nos cuenta Jota.
La Posta de Salud y Cuidado, en cambio, busca lo contrario: en principio, que los espacios donde trabajan y estudian también sean verdaderamente democráticos. Pero también, que los conocimientos de la Universidad sean destinados a pensar los problemas sociales que afectan a las grandes mayorías. “Junto con otro compañero de bioquímica investigamos el efecto de los gases que utiliza la policía para reprimir, y participamos en la elaboración del protocolo de atención de la posta”, nos comenta Jota. En Medicina también se pone esto en cuestión. Sol nos cuenta su visión: «La experiencia de la Posta nos pone en situaciones que en la facultad no aprendés. Y son conocimientos y experiencias que son necesarios, porque aprendes a actuar en situaciones distintas, en la calle, con compañeros y cuidándote entre todos.” Santi, estudiante de la misma facultad, nos plantea algo similar: “La Posta surge para organizar, tener un espacio real, que no sea solo un espacio asistencial en la represión, que es importante en un contexto represivo, sino también donde se discuta políticamente como hacerle frente a los ataques del gobierno y planteando qué salud vamos a pelear nosotros. ¿Una salud para ricos y otra para pobres o para todos los trabajadores y estudiantes, para los sectores afectados por el gobierno?” Las discusiones políticas son parte de la Posta, muchas veces, cuestionando los modelos de salud existentes en el país, nos cuenta Paco: “También debatimos mucho, porque los gobiernos, tanto de CABA con Macri o en GBA con Kicillof, se llenan la boca hablando de salud pública, pero solo ha habido recortes, despidos y un modelo de salud en pos de sostener las ganancias de las empresas privadas de salud.”
Quienes alguna vez fuimos atendidos por la Posta de Salud sabemos la seguridad que nos da su existencia en las manifestaciones y la dedicación de todos sus miembros. Qué necesario sería que los sindicatos de la salud llamaran al paro y que los centros de estudiantes llevaran adelante campañas masivas para debatir, no solo el cuidado en la represión, sino también qué tipo de salud queremos, y cómo hacer para echar a patadas al FMI si acaso queremos conquistarla.
Integrante del Comité editorial de Armas de la crítica. Es Socióloga egresada de la Universidad de Buenos Aires y estudia profesorado de Geografía en el Joaquín V. González.