La reciente docuserie de Netflix, 50 segundos: el caso Fernando Báez Sosa, abrió su primer episodio con uno de los testimonios más conmovedores del caso. Graciela Sosa, la mamá del adolescente asesinado, reconstruye en cámara el día más devastador de su vida: el momento en el que tuvo que reconocer el cuerpo de su hijo.
“Lo quise abrazar y no me dejaron. Sabía que era la última vez que iba a poder ver a mi hijo”, dice con la voz quebrada, mientras revive el instante posterior al ataque mortal ocurrido en la salida del boliche Le Brique, en Villa Gesell.

La serie, dirigida por Martín Rocca, expone el crimen que conmocionó a todo el país, pero también pone en primer plano el impacto emocional que atraviesa la familia Báez Sosa desde enero de 2020. En el relato de Graciela no hay imágenes explícitas: su testimonio es suficiente para transmitir el dolor, la impotencia y el vacío que dejó la pérdida de Fernando, asesinado a golpes por un grupo de jóvenes rugbiers.
A lo largo del documental, la madre del joven detalla cómo fue ese proceso de reconocimiento del cuerpo, una instancia que enfrentó apenas horas después de recibir la noticia del ataque. Su testimonio se convirtió en uno de los momentos más comentados tras el estreno, por la crudeza con la que expone una herida que permanece abierta.
Uno por uno: qué se sabe de los 8 detenidos por el asesinato de Fernando Báez Sosa
A cinco años del asesinato de Fernando Báez Sosa, los ocho jóvenes condenados continúan privados de su libertad, aunque cada uno atraviesa una realidad distinta dentro del penal que le tocó para cumplir su condena.

- Ciro Pertossi, sentenciado a prisión perpetua, permanece alojado en un pabellón separado del de Thomsen. Conserva una rutina estable que incluye salidas al patio y encuentros periódicos con su familia.
- Luciano Pertossi, también con pena perpetua, tiene 23 años y se encuentra en una celda apartada del resto por decisión del servicio penitenciario. En su entorno negaron la versión de un intento de suicidio.
- Enzo Comelli continúa cumpliendo perpetua y suele sumarse a las actividades grupales del penal, especialmente las recreativas que organiza el área de tratamiento.
- Matías Benicelli, otro de los cinco condenados a perpetua, asiste a los talleres educativos que se dictan en la alcaidía como parte del programa de reinserción.
- Blas Cinalli, uno de los tres partícipes secundarios condenados a 15 años, mantiene una rutina similar a la del resto: participa de clases, ejercicios físicos y actividades de esparcimiento.
- Ayrton Viollaz, que también recibió 15 años de pena, forma parte de los grupos de estudio y recreación dentro del penal.
- Lucas Pertossi, el mayor de todos, con 26 años, cumple una condena de 15 años y se encuentra estudiando abogacía desde la cárcel. Según contó su padre en una entrevista, también realiza talleres de huerta y cocina para mantenerse activo.
- Máximo Thomsen, hoy de 25 años, continúa detenido en la Alcaidía N.º 3 de Melchor Romero, donde recientemente fue separado del resto de los rugbiers tras una pelea con otro interno. Aun así, sigue participando de los talleres educativos y de derechos dentro del penal.





