Resulta, cuanto menos, curiosa la vocación con la que el PP y, en ocasiones, el PSOE, están reforzando a Vox justo cuando los aires en todo el mundo soplan a favor de las ultraderechas. Sucede en el terreno que uno más conoce, que es el valenciano, con esa lamentable tensión institucional y ausencia de cooperación entre la Generalitat y el Gobierno a propósito de la reconstrucción de la dana que ha causado 224 muertos y decenas de miles de damnificados, escenificación que está solidificando el malestar social y probablemente el aumento de la desafección. Pero basta ver el tacticismo a nivel nacional para comprender que la estrategia electoral del PP y, a veces, del PSOE, parece diseñada para que los de Abascal crezcan en apoyo popular y, con el tiempo, se conviertan en pieza clave para la gobernabilidad no ya de algunas autonomías, también de España. Tiene mérito, porque Vox no es que esté haciendo un gran esfuerzo para alcanzar este poder, es que se lo están regalando justamente los que parecen haber olvidado cómo se están destruyendo los cimientos de las democracias liberales.
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