“Creo que todos pensábamos que no íbamos a salir de esta. Era como una pesadilla”, dijo al Times uno de los turistas británicos que sobrevivió a una ventisca mortal que dejó cinco muertos en la Patagonia chilena.
Una excursión soñada terminó en tragedia cuando un grupo de 30 senderistas fue sorprendido por una violenta ventisca en el parque nacional Torres del Paine, en una de las rutas de trekking más exigentes y remotas del continente.
Lo que debía ser un viaje de aventura se transformó en un episodio de terror que terminó con cinco muertos y decenas de caminantes atrapados en condiciones extremas, sin refugio y prácticamente sin asistencia.
Ráfagas superiores a los 190 kilómetros por hora
La tormenta, con ráfagas superiores a los 190 kilómetros por hora, golpeó a un grupo de alrededor de 30 excursionistas que atravesaban el paso John Gardner, el punto más alto del Circuito O.
Allí, una pared de nieve, hielo y viento blanco convirtió la montaña en lo que uno de los sobrevivientes describió como “una lámina de hielo” imposible de maniobrar.
En este fotograma de un video grabado por Aldridge se ven las condiciones en las que los excursionistas quedaron atrapados. Foto: captura UK TimesDesde una cama de hospital en Chile, el británico Christian Aldridge, de Newquay (Cornualles), relató al UK Times el horror que vivió. “Era sofocante, el viento era tan fuerte que tenías que sentarte y darle la espalda para que no te derribara montaña abajo”, dijo.
Afirmó que la ventisca lo dejó sin aliento, sin visibilidad y sin control sobre sus movimientos: “No podía respirar con el hielo y la nieve azotándome la cara. Eran demasiadas cosas a la vez”.
La tragedia
Entre las víctimas fatales se encuentran la británica Victoria Bond, de 40 años; los alemanes Nadine Lichey y Andreas Von Pein; y los mexicanos Cristina Calvillo Tovar y Julian García Pimentel.
Christian Aldridge sobrevivió y denunció a las autoridades del parque. Foto: InstagramBond había viajado de vacaciones con un grupo de amigos del Reino Unido, con quienes planeaba completar los 137 kilómetros del Circuito O, una travesía de ocho días sin guía por senderos elevados y expuestos. Muchos de ellos tenían experiencia previa en rutas de alta montaña, incluso en el Himalaya.
El 17 de noviembre, durante el cuarto día de marcha, avanzaban en un numeroso grupo cuando la ventisca cayó de golpe. Reuters reportó más tarde que los vientos superaron los 193 km/h, equivalentes a un huracán de categoría 3. La nieve blanda se endureció de inmediato, transformándose en una superficie resbaladiza que hacía imposible permanecer de pie.
Ante la desesperación, decidieron seguir subiendo para llegar a un refugio. Más tarde descubrirían que estaba cerrado: los guardaparques no se encontraban en el puesto porque habían abandonado sus tareas debido al voto obligatorio en las elecciones presidenciales chilenas.
El grupo de Aldridge. Victoria Bond (segunda desde la derecha) murió. Foto: Instagram
Un descenso caótico
Al ver que el refugio era inaccesible, los excursionistas intentaron regresar al campamento Los Perros, desde donde había partido horas antes. Allí comenzó la parte más peligrosa.
“Bajar esa montaña era como una pista de hielo”, contó Aldridge a The Times. En un momento perdió pie: “Me caí y me deslicé montaña abajo. Pensé: ‘Estoy muerto, definitivamente estoy muerto’”.
Se frenó apenas al chocar contra unas rocas. Otros excursionistas también caían y rodaban sin control. La visibilidad era casi nula, y el grupo avanzaba únicamente enfocándose en mantener una fila y no perder contacto entre ellos. “Lo único en lo que podíamos concentrarnos era en la persona que teníamos delante”, añadió.
Victoria Bond tenía 40 años. Foto: InstagramAldridge perdió de vista a Bond en ese tramo crítico. “La vi en el punto donde me caí y me deslicé”, relató. “Después no la volví a ver”.
Búsqueda improvisada
Cuando finalmente lograron llegar al campamento base, descubrieron que faltaban varias personas. Según Aldridge, no había registros de quién había subido, bajado o se había inscrito para la caminata. Él asegura que el personal del parque no tomó medidas inmediatas: “Fue una locura tener que organizar nuestro propio equipo de búsqueda”, dijo.
Los propios excursionistas improvisaron un grupo de rescate. Encontraron primero a una mujer mexicana con vida, aunque muy debilitada, que falleció tras sufrir un paro cardíaco. Hallaron luego a su esposo, ya sin signos vitales, y a una caminante alemana con hipotermia severa, que también murió más tarde en la montaña.
Una camilla oficial que podría haber acelerado los rescates estaba guardada bajo llave en un almacén de Conaf, el organismo que administra el parque. Los senderistas no tuvieron acceso a ella.
Guanaco en la nieve chilena Parque Nacional Torres del Paine. Imagen de jmarti20 en PixabayLos cuerpos de Bond y del montañista alemán fueron recuperados recién al día siguiente por los guardaparques.
Aldridge afirmó que los sobrevivientes incluso tuvieron que caminar hasta el campamento Dickson para pedir ayuda, donde —según dijo— las autoridades les sugirieron que salieran por sus propios medios, una caminata de tres días. Finalmente, un helicóptero los retiró del parque y los trasladó al hospital de Puerto Natales.
“Sentíamos que estábamos en una pesadilla de la que íbamos a despertar”, declaró al Times. El británico sufrió congelación en las manos y permanece internado junto a sus compañeros de viaje.
Antes de ser evacuados, rindieron un homenaje a su amiga. “Salimos a caminar, miramos la montaña, dijimos unas palabras sobre Victoria y lloramos desconsoladamente. Era como estar dentro de una película de terror”.
Investigación y reclamos
Aldridge insistió en que el paso John Gardner debería haber estado cerrado y responsabilizó a las autoridades por no monitorear las condiciones climáticas. “Partimos después de que nos dijeran repetidamente que la ruta estaba abierta y era segura”, afirmó.
Sitios de turismo afirman que las Torres del Paine «es un escenario perfecto para el trekking».Conaf anunció que revisará los protocolos de seguridad y comunicación en Torres del Paine.
Mientras tanto, los sobrevivientes intentan digerir una tragedia que —según describió Aldridge— “creo que todos pensamos que no íbamos a sobrevivir”.




