“Vine porque me llamaron los vecinos que tenía la canilla abierta y se ve que han entrado acá. Nos robaron todo”. La voz de un hombre que, teléfono en mano, filmaba las instalaciones del club Ateneo Popular de La Plata, no expresa sorpresa, pero sí resignación. Es que, según se supo, es la novena vez en el año que la institución es víctima de la inseguridad.
En las inmediaciones del lugar, según la misma persona, hay una cámara de seguridad del centro de monitoreo municipal. Pero no es muy optimista en cuando a la ayuda que se pueda obtener por parte de ese dispositivo.
“Qué vergüenza hermano. Que te roben en la entrada de la ciudad y nadie vea nada”, cuestiona en un video publicado en la cuenta de Facebook del club, situado en la bajada de la autopista Buenos Aires-La Plata, en 117 y 32, luego del episodio de inseguridad que tuvo lugar en la madrugada del domingo.
En el repaso, el hombre indica que no solo rompieron el candado y las cerraduras de la puerta de reja de la entrada a los vestuarios, y que incluso se los llevaron, sino que también se robaron las aberturas de aluminio de los vestuarios y destruyeron bidets, canillas, piletas e inodoros. No se salvó, siquiera, la imagen de una virgen que estaba sobre un estante.
«Hace unos meses también nos robaron cosas de iluminación del galpón y en el buffet. Ya van nueve veces que entran a robar«, contó Ariel, coordinador de las divisiones inferiores del club, en diálogo con 0221.
En diálogo con el mismo medio, desde la institución no dejaron pasar la oportunidad de expresar su bronca por la ola de inseguridad que los afecta y apuntaron contra una estación de servicio abandonada que se encuentra junto al predio, donde se juntarían personas con problema de consumo. «Roban y se meten ahí», manifestó en El Día.
«Ponen un patrullero un día y después se van. Tolosa es tierra de nadie«, indicaron, al tiempo que aseguraron que desde hace meses reclaman más presencia policial en la zona.
El club, además de sus actividades deportivas y culturales, cumple una función social más amplia debido a que allí funciona un comedor comunitario para personas en situación de vulnerabilidad.
«Tratamos de sacar a los nenes de la calle, pero cada vez se nos hace más difícil”, reconocieron desde la institución. Y agregaron: “Es tierra de nadie”.
Además, destacaron: “No pedimos privilegios, pedimos poder trabajar tranquilos y seguir cumpliendo con nuestra función social”.
ES





