El nuevo decreto 346/2025 del Poder Ejecutivo, anula el anterior Decreto 1917/2006 y con la excusa del ajuste, vuelve al Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) al siglo XIX, cuando los directores vivían con sus familias dentro de los museos y sólo respondían al poder de turno.
Hace casi 20 años se reunieron voluntades para que el MNBA, el principal del país, pudiese operar con más agilidad y autonomía en un contexto cultural global de un principio de siglo más conectado y demandante.
Se creó en aquel momento, dentro del Museo Nacional, una dirección de asuntos legales y administrativos a quien la Secretaría de Cultura le delegaba responsabilidades administrativas y jurídicas como la de gestionar con eficacia su programación, su comunicación y el manejo e intercambios de obras y profesionales con otros museos; se reconocieron en aquel momento las aptitudes profesionales requeridas para ese cambio mediante la creación de una Dirección Administrativa ya mencionada, una Dirección Ejecutiva más dinámica para gestionar alianzas y recursos en el país y el exterior; una Dirección Artística que comprendiese a fondo la colección e implementase líneas de investigación y exhibición, y cada una de esas funciones fueron debidamente jerarquizadas mediante concursos públicos.
También se habilitó en 2006, la designación de un Consejo Asesor honorario con especialistas de múltiples áreas tales como: ambiente, igualdad o tecnología, que ampliase la temática del museo y promoviese relaciones entre arte, cultura y una sociedad plural y expandida a todos los niveles, para la cual el museo no le resulte un extraño.
Ejemplo replicable
Ese intento por transformarlo en un ejemplo replicable de gobernabilidad en el campo de las instituciones sin fines de lucro fue iniciativa de artistas, teóricos y gestores de primer nivel que integraron el comité que trabajó durante dos años para la elaboración y seguimiento de esa transformación en 2006. Luis Fernando Benedit, Alejandro Puente, Andrea Giunta, Adriana Rosenberg y el ciudadano que suscribe, cedieron su tiempo y su conocimiento junto con expertos en la función pública administrativa, para lograr ese cambio histórico ahora tirado a la basura.
La nueva disposición recuerda a la legislación del “Proceso de Reorganización Nacional” de las dictaduras militares del pasado. En ambos gobiernos, el militar y el actual, se prefiere una estructura vertical, de mando, y no admite diversificar funciones específicas e indispensables que a la vez que equilibran funciones, jerarquizan a profesionales formados para su trabajo.
A modo de ejemplo, es como si en un hospital las especialidades de garganta, nariz y oído normalmente a cargo de quienes se prepararon para hacerlo, se le quiten funciones para que las asuma un burócrata con una sola voz de mando.
Museo Nacional de Bellas Artes. Foto: gentileza. prensa MNBAAlgunos de los considerandos del decreto 346/2025 son directamente hipócritas. Se dice que los 22 museos nacionales concentrados bajo la lapicera errática del Secretario de Cultura andan fenómeno: “…cumpliendo sus competencias de forma eficaz y eficiente, por lo que se estima conveniente adoptar esa misma estructura para el referido museo (el MNBA)…” Si quien escribió ese párrafo escuchara a los profesionales de esos 22 museos, se enteraría que están abandonados por la administración central de la Secretaría de Cultura.
No aumentaron los sueldos desde el año anterior y están en deuda con los servicios de seguridad de los museos nacionales poniendo en riesgo grave a su patrimonio. Durante un año y medio no les giraron “caja chica”, la única remesa de dinero, ya que no se envía partidas operativas.
Recién en mayo enviaron $500.000 pero con un instructivo de uso que lo hace imposible de gastar dentro del término de un mes, cuando se cancela. Se jubila el personal experimentado y está prohibido reemplazarlo. En dos de los museos, el Museo Nacional del Traje y el del Acuerdo de San Nicolás, se desplazaron a sus muy valiosas directoras que ganaron sus concursos por antecedentes y oposición.
Por fuera de la calle Corrientes
El Secretario de Cultura de la Nación ignora para qué lado tiene que apuntar su lapicera ya que, de estar a sus propias palabras, tampoco conocía el Museo Nacional de Bellas Artes antes de asumir su jefatura. Su visión del teatro comercial, al que se dedica, parece alcanzarle para disolver en ese mismo Decreto 346/2025 al Instituto Nacional de Teatro, una institución federal para la promoción artística teatral por fuera de la calle Corrientes.
También llama la atención que en ese decreto 346/2025, para argumentar a favor de la disolución de los Institutos de investigación histórica dependientes de la Secretaría de Cultura de la Nación y de Capital Humano, se diga que esa investigación la pueden hacer las universidades.
Totalmente de acuerdo, si no se desfinanciara a las universidades y se obligara a los investigadores a irse del país para poder tener un sueldo razonable y equiparable a su conocimiento y experiencia.
El museo de Bellas Artes. Foto Cecilia ProfeticoPor último, que se haga depender del señor de la lapicera comercial errática todas las funciones que cumplían organismos autárquicos o desconcentrados como el Museo Nacional de Bellas Artes, y vueltos a concentrar en una estructura inoperante es simplemente un error de gestión. Es más costoso, ya que se agranda la Secretaría de Cultura con funciones que no está capacitada para ejercer.
