La británica Olivia Laing (Buckinghamshire, 1977) ha estado contando (y admirando) los plataneros de Barcelona, ese martirio de los alérgicos. Tiene también un recuerdo vívido del Hivernacle del Parc de la Ciutadella, que le llevaron a ver en un viaje cuando era niña y le entusiasmó. Su último ensayo, El jardín contra el tiempo. En busca de un paraíso común (Capitán Swing, con traducción de Lucía Barahona) es una crónica de cómo restauró el jardín de su casa del sur de Inglaterra, su primera casa estable tras una vida itinerante, una excursión a otros paraísos terrenales, como el del artista Derek Jarman o el de La Foce en Italia, pero sobre todo es un alegato antielitista por el derecho del pueblo a tocar hierba. Un principio de paisajismo político, si se quiere.
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