En un mundo acelerado, donde los sabores tienden a estandarizarse y la comida rápida gana pulseadas en el día a día de muchas personas, las ollas siguen hablando un idioma antiguo, cálido y universal: nos llegan a todos.
Desde las tribus nómades del Neolítico hasta las cocinas familiares de la actualidad, la olla ha sido mucho más que un recipiente. Ha sido hogar, reunión y memoria. En ella se mezclan tiempos que están llenos de paciencia, saberes transmitidos de generación en generación y un cruce de ingredientes que se transforman en comidas nutritivas y reconfortantes.
No es casualidad que las grandes comidas de invierno nazcan del fondo de una olla. Con un puñado de legumbres, verduras y fuego lento, los pueblos de todas partes del mundo aprendieron a combatir el frío y alimentar a muchos. Desde el puchero criollo hasta el ramen japonés, desde una feijoada brasileña hasta el curry indio, cada cultura puso en estas preparaciones los recursos que tenían, sus creencias y sus necesidades. Cocinar en olla es, en definitiva, un acto de supervivencia que está cargado de identidad.
Aunque a menudo se las relacione con la escasez, las comidas de olla están impregnadas de abundancia simbólica. La olla es el centro de la mesa compartida, donde los sabores se acomodan unos sobre otros, tanto como las historias. En varias tradiciones, incluso, tiene connotaciones mágicas: se habla de calderos rituales, de sopas curativas, o de pociones regeneradoras. Hoy, en la era rápida de los microondas y los deliverys, ese símbolo persiste con fuerza, especialmente cuando el invierno nos recuerda el valor del calor humano y la comida de verdad.
Ese espíritu es el que, desde hace seis años, impulsa la feria Ollas del Mundo, organizada por el colectivo Garage Gourmet. Se trata de un evento que, más que una feria gastronómica, funciona como excusa para volver a mirar hacia adentro: hacia el interior de las ollas, de nuestras cocinas y de nuestras propias raíces.
La cita será este 7 y 8 de junio en el Espacio Modelo, un edificio patrimonial y emblemático transformado en un proyecto experimental de urbanismo contemporáneo (ex Mercado Modelo, Cádiz 3280). Ambos días estarán desde las 11 a las 23 horas, con entrada libre y gratuita, y se puede asistir con mascotas.
Cocineros, migrantes de distintos rincones del mundo, emprendedores y artistas compartirán versiones únicas de platos nacidos para resistir el frío y celebrar la diversidad.
Joaquin Pastorino, uno de los organizadores del encuentro, contó que cada participante presentará una olla distinta, lo que configura una carta de sabores que irá desde preparaciones como por ejemplo el estofado de jabalí con spaetzle hasta un pabellón criollo venezolano, pasando por goulash, locro, mondongo, tacos, matambre, mole poblano, curries veganos y postres de olla.
Todo estará acompañado de vinos especiados, chocolates calientes y, como novedad de esta edición, habrá música en vivo de la mano de dos agrupaciones que darán aún más calor a las jornadas: Milongas Extremas y Cumbia Club.
Entre cucharones humeantes y charlas junto al fuego, la feria del próximo fin de semana de junio se convierte en una celebración de lo esencial. De lo que alimenta el cuerpo, pero también el alma. Porque una olla que hierve, en cualquier parte remota del mundo, sigue siendo sinónimo de hogar.
Qué probar el fin de semana.
La feria Ollas del Mundo se celebra el sábado 7 y domingo 8 de junio en el Espacio Modelo, con entrada libre.
Se podrá probar una amplia variedad de platos, entre ellos: buseca criolla, locro argentino, ramen japonés, feijoada brasileña, polpette al sugo, cazuelas de lentejas, mondongo, matambre, salchichas al vino blanco, estofado de jabalí con spaetzle, pabellón criollo, hervido de res venezolano, mole poblano, tacos de cochinita pibil, goulash, strogonoff, curries indios veganos y sopas del mundo.
También habrá postres de olla, empanadas salteñas, sánguches de cordero y cerdo braseado, arepas, cachapas, tequeños, gyozas, takoyaki, falafel, hummus, baklava, helados en brioche, affogato, waffles, chocolate caliente, vino especiado y otras opciones para disfrutar en invierno.