Barcelona lleva meses enfrascada en la renovación de la ordenanza de civismo, una normativa que cumplirá el año que viene 20 años de vigencia y que se ha ido actualizando para tratar de garantizar una mínima convivencia en el espacio público. Ahora se trata de incorporar malas artes como el botellón, la orina de perro desatendida o los grafitis, la rama más canalla del arte urbano. Lejos queda el debate sobre el nudismo y el torsonudismo, prácticas que pasaron al otro lado de la ley con la modificación aprrobada en 2011. Con todo, en una ciudad con un corsé cada vez más prieto, sorprende que el propio ayuntamiento apoyara, a finales de agosto de 2004 y en un gesto insólito a nivel mundial, que los barceloneses pudieran “expresarse en desnudez”. Fue un destello de 24 horas: al día siguiente, el consistorio se apresuró a recoger cable.
La capital catalana iba lanzada en materia de nudismo. En junio de 2003, el fotógrafo Spencer Tunick llenó el paseo de la Reina Maria Cristina de gente sin ropa, una experiencia que el artista estadounidense repetía en urbes de todo el planeta y que batió récord de asistencia en la capital catalana. Cerca de 7.000 voluntarios exhibieron el lomo para dar vida a una instantánea que dio la vuelta al mundo. Se conoce que hay parejas que nacieron en los improvisados vestuarios del Palau de la Metal·lúrgia de la Fira. Un año después partía del Puerto de Barcelona el primer crucero nudista de Europa, con 450 pasajeros ligeros de equipaje, y en aquellas mismas fechas, la discoteca Allen Roc de Cornellà inauguraba un horario nudista. También en 2004, Jacint Ribas, uno de los pioneros del nudismo en Barcelona, empezaba a ir en bici sin ropa por la calle. Y en 2005, este pionero de la cosa corría desnudo la Cursa de El Corte Inglés. Son muchos los que le recuerdan, con disparidad de sensaciones, pedaleando por la Diagonal o a bordo de un bus de TMB.
Lee también
Barcelona prepara multas de hasta 300 euros para quienes no rieguen el pipí de sus perros
Luis Benvenuty

Dos asociaciones que defendían el derecho a ir sin ropa por la calle -Addan y Aleteia- promovieron la publicación de un folleto en el que se podía ver a dos mujeres desnudas en las escaleras de las fuentes de Montjuïc. “Expresarse en desnudez; el derecho individual a la indumentaria libre”, podía leerse en la carátula. En el interior, un texto que dejaba poco margen al equívoco, ya que apelaba a “respetar el derecho de la ciudadanía al nudismo y a vivir con la indumentaria que libremente se quiera usar, si esta es su voluntad o necesidad”. El mismo documento, sin embargo, recordaba el “compromiso para una convivencia mejor”.
El documento, con el sello municipal, apelaba a respetar el derecho “a vivir con la indumentaria que libremente se quiera” usar”
“Expresarse en desnudez; el derecho individual a la indumentaria libre”, podía leerse en la carátula. En el interior, un texto que dejaba poco margen al equívoco, ya que apelaba a “respetar el derecho de la ciudadanía al nudismo y a vivir con la indumentaria que libremente se quiera usar, si esta es su voluntad o necesidad”. El mismo documento, sin embargo, recordaba el “compromiso para una convivencia mejor”.

Jacint Ribas, en 2004, por las calles de Barcelona
Mané Espinosa
Pilar Vallugera era la concejala encargada de esta cartera. En conversación con este diario, la hoy diputada por Esquerra en el Congreso de los Diputados conserva un recuerdo muy vivo de aquellos días. “Recibimos la petición de unas asociaciones que ideológicamente no suponían ningún conflicto, pero sí es verdad que la ciudad, que ya entonces debatía el contenido de la ordenanza de Civismo, tenía otros problemas mucho más importantes, como la prostitución. No le dimos más trascendencia, pero el ruido del día siguiente fue tremendo”. Como tremenda debió ser la reacción del alcalde Joan Clos.
Solo 90 multas en siete años
El veto al nudismo y al torsonudismo generó un profundo debate en la ciudad entre los defensores de la desnudez y los partidarios del decoro más clásico. En la disputa dialéctica se mezclaba el tema siempre espinoso del turismo, pues parte de la decisión partía de la premisa de que muchos jóvenes forasteros tenían el hábito de pasearse sin camiseta por Barcelona. Lo cierto es que, a pesar de aquella acalorada discusión, la cifra de multas impuestas por este concepto en los últimos años no refleja que estemos ante un problema serio. Entre el 1 de enero de 2018 y el 31 de diciembre de 2024, la Guardia Urbana impuso un total de 90 denuncias.
La controvertida ordenanza de Civismo entró en vigor en el año 2006 no sin antes causar una profunda fisura en el tripartito que entonces comandaba la ciudad (PSC, ICV y Esquerra). El alcalde Joan Clos logró retener a Jordi Portabella (ERC) y consiguió además el favor de la CiU de Xavier Trias, pero Iniciativa se apeó de la medida. El veto al nudismo y al torsonudismo, sin embargo, no llegó hasta 2011, cuando se pactó una modificación de la normativa.
En los dos primeros años, la cifra fue muy superior a la de los últimos años, en busca, quizás, del efecto impacto de la medida: 207 en 24 meses. Un portavoz de la policía local explica que los agentes hacen mucha labor de advertencia que suele terminar con el implicado cubriendo su cuerpo. Solo en los casos extremos de desobediencia se llega a denunciar.
El consistorio, en su versión a medio gas propia de un 31 de agosto, respondió a través de un comunicado. Objetivo: bajar el suflé cuanto antes. La textualidad de aquella nota de prensa deja clara la reculada. “En ningún caso el consistorio apoya la promoción del nudismo en la calle”. “No se ha hablado ni existe ninguna medida de gobierno para promover esa práctica”. Y una frase más: “El Ayuntamiento respeta los derechos de los defensores del nudismo, pero sería una insensatez pretender imponer este criterio convivencial al conjunto de los ciudadanos”. Los entrecomillados llevaban la firma del entonces portavoz del gobierno municipal, Ferran Mascarell.
“En ningún caso el consistorio apoya la promoción del nudismo en la calle”, manifestó el consistorio al día siguiente
Pero por mucho que se diera marcha atrás oficial, los 2.000 folletos imprimidos incluían el sello consistorial y el nombre de la concejalía de Mujer y Derechos Sociales. Es probable que alguien midiera mal, pero también es posible que faltara entente entre el PSC y sus socios de gobierno. Para poder sacar adelante el mandato 2003-2007, Clos tuvo que pactar con ERC e ICV. Uno de los errores del ‘matrix’ político: las decisiones de un gobierno de coalición se toman a veces de manera estanca.
La situación, más de 20 años después, es muy distinta. Jaume Collboni gobierna en solitario y necesita 11 votos para sacar adelante el nuevo ‘update’ de la ordenanza de Civismo. Vistas las opciones, y con el objetivo de sacar adelante el texto el próximo otoño, todas las miradas se dirigen hacia la bancada de Junts. Pero ojo, con el esfuerzo, puede suceder que el alcalde acabe desvistiendo santos.