La creación de la OTAN se basó en el principio de mutua defensa, respuesta aliada contra un posible ataque del bloque soviético o de cualquier otro enemigo potencial. De aquellos orígenes queda el imperialismo de Putin, que ha derivado en la ocupación del este de Ucrania y la amenaza latente que planea sobre los vecinos de Rusia. Por tanto, los riesgos para la seguridad de Europa no solo permanecen, sino que han aumentado por primera vez después de la guerra fría. Lo que ha cambiado es la relación entre los miembros del club atlántico porque el autoproclamado jefe actúa como un matón, imponiendo un aumento unilateral de la cuota de membresía y amenazando a los que no se sometan a su voluntad suprema.
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