Pablo Laurta, el hombre detenido este domingo en Gualeguaychú, acusado de haber asesinado en Córdoba a su expareja, Luna Giardina, y a su exsuegra, Mariel Zamudio, y de secuestrar a su hijo de 5 años, forma parte de “Varones Unidos”, una organización de Uruguay antifeminista y antigénero.
“Varones Unidos entiende a la feminidad como el complemento natural de la esencia masculina”, se presenta el grupo que plantea “la defensa de los Derechos Humanos de la Población Masculina”. También propone “el respeto a la opinión del otro tanto en el acuerdo como en la discrepancia” y ”la discusión abierta de todas las temáticas con apego a la verdad y los hechos”.
Luna Giardina había denunciado reiteradamente a Laurta por violencia contra ella y su hijo. Se había separado de él y la Justicia le había dado un botón antipánico. Laurta, por su parte, repetía que era víctima de “falsas denuncias”. Había intentado llevarse a su hijo a Uruguay, su país, pero la justicia ya había fallado que el niño debía quedarse en Córdoba con su madre.
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Pablo Laurta en un evento contra «la ideología de género»
Como la Justicia no actuó como él pretendía, este “defensor de los derechos del hombre” decidió matar a la madre y a la abuela de su pequeño hijo, al que, además, secuestró.
“La psicopatología de la autora del secuestro internacional extorsivo del caso Pedro Laurta, es clave para comprender que las falsas denuncias y los secuestros parentales no surgen de la nada sino que son manifestaciones delictivas extremas de patrones más amplios de violencia femenina: comportamientos coercitivos, hostigamiento y acoso”, escribió el propio Laurta en su sitio de “Varones Unidos”.
El grupo tiene infinidad de artículos sobre “feminidad tóxica”, “hembrismo y misandría”, “ideología de género”. No son los únicos que plantean estos discursos de odio contra mujeres y diversidades. Comparten ideas, encuentros y charlas con otros referentes locales, como Agustín Laje y Nicolás Márquez.
Laje es el politólogo que el presidente Javier Milei puso al frente de la Fundación Faro, el think tank libertario antiderechos encargado de dar la “batalla cultural” contra la “hegemonía progresista” y la justicia social. Marquez es el abogado ultraderechista, amigo y referente cultural de Milei que llama “invertidos” a quienes forman parte de la colectividad LGBT. Laje y Marquez militan contra el feminismo, la educación sexual integral, el aborto legal y la igualdad de género. Escriben libros y llenan estadios. Sus mensajes, ya vemos, manipulan, lavan cerebros y se convierten en realidad.
La exitosa serie “Adolescencia” mostró quiénes eran los “incels”, los célibes involuntarios que se llenan de odio por no tener relaciones con las mujeres, a las que acusan de disminuirlos y dejarlos afuera. Relatos de odio que llegan a la adolescencia y que pueden terminar, también, de la peor manera. Reclamar la igualdad de género está en las antípodas del odio que estos grupos postulan.
El gobierno recortó todos los programas de prevención de violencia de género por considerarlos “curro ideológico”. Es la primera vez desde el retorno a la democracia que en el país no hay ninguna política de género. Van más de 170 femicidios en lo que va del año. Hubo ocho en sólo cinco días.
La violencia tiene género. Los discursos de odio tienen consecuencias. Costó muchos años que las mujeres levantaran sus voces contra la desigualdad y las violencias. Y ahora que lo hacen, hay movimientos antifeministas -antiderechos en general- que buscan callarlas e instalar la idea de las «falsas denuncias». En Argentina no hay estadísticas de falsas denuncias. El único objetivo es desincentivar a las mujeres a que denuncien violencias contra ellas o sus hijos e hijas. El único objetivo es sostener la desigualdad, y no sólo de género.