Academia en zapatillas. Poltica con libros. poca sin tabes. Pablo Semn, profesor en varias universidades de la Argentina y del extranjero, y tambin escritor, es un experto en trazar puentes. En poder abordar temas difciles en lenguajes sencillos. En poder dar discusiones crudas en palabras simples. «Me irrita mucho ver que dirigentes polticos que representan ideas—que me interesan que triunfen— lo hagan tan mal«, seala.
Prodigioso conversador, pareciera que las palabras fueran como gambetas maradonianas en su boca. De algn modo, Pablo Semn viene metiendo varios goles en la conversacin pblica reciente. Despus de aos dedicados a la investigacin y al estudio sobre sociedad y poltica, su ltimo libro, de autora colectiva, y editado por Siglo XXI,Est entre nosotros, se ha convertido en un texto indispensable para leer la poca milesta. Para hacer las preguntas incmodas que tocan hacer.
Semn es licenciado en Sociologa por la UBA y doctor en Antropologa por la Universidade Federal do Rio Grande do Sul de Brasil. Es investigador principal del CONICET. Ha estudiado la msica, la cultura popular, las experiencias religiosas evanglicas y las formas de politizacin contempornea. Recibi el premio Konex al ensayo y es autor de numerosos ttulos, entre los que se encuentranVivir la fe yDolores, experiencias, salidas. Un reporte de las juventudes durante la pandemia.
Respecto de su legado familiar anclado en las experiencias de los aos setenta en Argentina, Semn comparte: «Mi padre fue el lder de sucesivos fraccionamientos del Partido Socialista: iba dirigiendo y fundando distintas organizaciones de izquierda. Tanto mi madre como mi padre eran muy graciosos, de maneras diferentes, pero se rean mucho de muchas cosas y hacan rer. Mi madre milit en el partido que dirigi durante mucho tiempo mi padre, pero despus, cuando abandon el partido, empez una militancia sindical y fue una referencia para todos sus compaeros. Era sindicalista en el gremio de ATSA, trabajadores de la salud en Crdoba».
Entre temporalidades dismiles y preguntas incisivas, Pablo Semn describe su obsesin por el presente en el nfasis en el trabajo de campo como clave para entender qu es lo que no se est pudiendo terminar de pensar.
Nmade de residencia y nmade de profesin, Semn se mueve entre distintas aguas: las de la formacin acadmica, las de la escritura, las de la intervencin poltica, las del trabajo de campo. Semn es un hombre de agua: «Escucho msica todo el tiempo. Y tambin cuando nado. Aunque parezca un delirio, tengo auriculares para el agua y una playlist que refleja la heterogeneidad de mi escucha».
En sus propias palabras no se trata de»una antropologa concesiva en reafirmar todo el tiempo el propio punto de vista«.Su pensamiento est hecho desde abajo: desde la etnografa. «Lo que alguien podra llamar el ‘oro puro’ del trabajo etnogrfico es convivir con la gente», apunta. La periodista Lorena lvarez seala al respecto de Semn: «Considero que es uno de los profesionales ms interesantes de esta poca porque, con todo su bagaje acadmico, interpreta a la perfeccin lo que pasa afuera por su labor de campo. Se toma muy en serio su oficio. No es casual que vea antes los tiempos. No porque sea magia, sino porque est donde est la situacin. Sabe escuchar, sabe mirar».
Tan polmico como emprico, tan de frente como exquisito, sin ser economista es un experto en la cultura del bolsillo que marca el pulso del presente. Y en la charla desliza una tctica, de pensamiento y de vida: «Nadie emprende una batalla para obtener resultados inmediatos«.
En dilogo conEl Economista responde sobre la coyuntura actual del gobierno, la debilidad de la oposicin, la demanda de la sociedad sobre la poltica y los escenarios abiertos. Semn es panormico y tambin concreto, y desliza:«Cristina Kirchner fue capaz de bajar a disputar la tercera seccin electoral con el objetivo de que no surgiera una alternativa» y «en el peronismo hay ms aspirantes a caciques que cacicazgos disponibles«.
Como Charly Garca, lnaci para mirar lo que pocos pueden ver.

—En noviembre de 2012 escribiste en Pgina/12, a propsito de la manifestacin opositora del 8N, «Un sujeto en plan de nacer«, en la que decas: «Desconocer (…) lo que est sucediendo (…) corre el riesgo de incidir de la peor manera posible en ese proceso: estigmatizndolo como menor, golpista, consumista y despolitizado se logra al mismo tiempo confundirnos entre nosotros y aumentar la carga de agravios sobre el adversario.» Desde la distancia, cmo fue sostener una mirada que, sin ser opositora, desarmaba ciertos lugares cmodos del oficialismo?
—En aquel momento, todo el mundo deca que esas manifestaciones no iban a convocar a nadie. De hecho, ya se haban hecho algunas marchas previas que no haban tenido gran convocatoria.
Adems —como dije en ese momento— yo era ms partidario, y sigo sindolo, de lo que me gusta llamar el Partido de la Inclusin. Aunque en ese entonces senta que el kirchnerismo cumpla, ms o menos bien, ese rol. Hoy creo que estaba equivocado, pero en ese momento lo pensaba as. Por eso viv esa situacin con mucha preocupacin: me pareca que se estaba cuestionando con fuerza al Partido de la Inclusin y que, en consecuencia,se legitimaba la posibilidad de un eventual Partido de la Exclusin Social.
Lo viv tambin con bastante frustracin, porque en ese mismo momento discutir con colegas era totalmente estril. Yo planteaba estas ideas y para ellos era una especie de alarmismo superficial.
Tambin es cierto quemuchas de esas personas siempre pensaron a la derecha como un fenmeno patolgico, como algo incapaz de constituirse polticamente. Y lo piensan an hoy.Para mucha gente, la derecha y la extrema derecha no son ms que construcciones patolgicas, en vez de resultados de una voluntad poltica que se construye como cualquier otra, ms all de que yo disienta radicalmente con la extrema derecha y cuestione sus tentaciones autoritarias.
Me preocupa mucho lo que hace este gobierno. Aunque no tengo impaciencia respecto del proceso: pienso que derrotar a este gobierno, desarticular sus intenciones o poner una resistencia eficaz es un trabajo que lleva muchsimo tiempo. En todo caso, lo que me pasa no es impaciencia, es desesperacin ante la incapacidad de la oposicin para entender por qu estn pasando las cosas y qu es lo que deberan hacer.
Estoy frustrado, desesperado. Una parte de la oposicin tuvo la oportunidad de iniciar un proceso reflexivo cuando comenz el fenmeno Milei, y la tir por la borda.Volvieron sin ms a las posiciones que tenan antes de 2023.
—En una entrevista con el periodista Marcelo Longobardi has dicho que Cristina Fernndez de Kirchner tiene poca capacidad para aceptar el disenso o construir con quienes piensan distinto. Cmo les, a la luz de esa afirmacin, la tensin actual con Axel Kicillof?
—El mejor ejemplo de esa afirmacin es queCristina Kirchner fue capaz de bajar a disputar la tercera seccin electoral con el objetivo de que no surgiera una alternativa. Una persona que fue senadora, dos veces presidenta, vicepresidenta y que es la presidenta del Partido Justicialista, decide involucrarse apasionadamente en una disputa electoral muy menor.Y lo hace, en buena medida, para clausurar la emergencia de una opcin distinta.
Adems, si se observa la lgica de sus decisiones polticas, se ve queCristina privilegia como relevos a delegados o familiares.Aunque Cristina, guste o no, es superior a muchos de esos liderazgos en potencia.

—De qu modos evalus las posibilidades del peronismo de reconstituirse como fuerza social y poltica?
—Como fuerza poltica, su recomposicin es difcil. En parte porqueen el peronismo hay ms aspirantes a caciques que cacicazgos disponibles. En los ltimos veinte aos se formaron superestructuras polticas grandes, que demandan presencia en la representacin electoral, y no hay lugar para todos. Esa tensin interna genera un conflicto permanente. A veces, eso puede atenuarse por situaciones excepcionales, como la condena a Cristina Fernndez de Kirchner. Ms all de lo justo o injusto de esa sentencia, hay una poltica de humillacin por parte del Poder Judicial hacia ella que podra generar cierta solidaridad entre los dirigentes.
Pero ese movimiento de unidad dura poco. Las disputas por las listas siguen siendo acuciantes.
Y la recomposicin como fuerza que logre representar algo en la sociedad es todava ms difcil. Primero, porque decir «el peronismo» a esta altura es una ficcin. Hoy hay muchos peronismos, dispersos, y hasta desconectados entre s. Gobernadores que no tienen estrategias conjuntas. Dirigentes que tal vez comparten una misma lectura durante dos das y despus cambian por completo. Pero, sobre todo, muchos de esos dirigentes estn bastante desconectados de la realidad.
Esa desconexin es evidente. Por esono advirtieron a tiempo que Milei poda ganar. Y por eso dan explicaciones absurdas sobre por qu gan. Como si se tratara de un fenmeno aliengena, o como si todo se redujera al efecto de las redes sociales, o si se explicara por conspiraciones y roscas.
Todasesas teoras no hacen ms que confirmar que perciben la adhesin popular a Milei como un fenmeno patolgico, inconcebible, imposible de racionalizar. Y si la relacin con la sociedad argentina parte de esas premisas es muy difcil poder representarla.
Ahora bien, tambin es cierto que hay dirigentes peronistas que ven las cosas con ms lucidez. Que a veces no lo dicen tan claramente porque el contexto de debate es pobre. Pero en parte lo expresan a travs de su praxis poltica.

—En las ltimas elecciones de CABA, La Libertad Avanza perdi votos en distritos del sur de la ciudad, pero creci en barrios donde histricamente ganaba el PRO. Puede estar dndose una prdida de apoyo entre sectores trabajadores y, al mismo tiempo, una ganancia en capas medias ms acomodadas?
—Pasan dos cosas con la representacin electoral que logra La Libertad Avanza. En primer lugar, se comieron el electorado de lo que apareca como centroderecha. Ah est la raz del crecimiento de Milei en los sectores medios y altos.
En los sectores populares, hay dos reacciones, dos formas distintas de abstencin: una tiene que ver con la decepcin y la desazn que generan las polticas de Milei en sujetos de sectores populares no necesariamente antimilestas. Y despushay gente que s es opositora, que vot contra Milei en 2023 y no encuentra, entre los candidatos de la oposicin actual, a quin seguir votando para oponerse a Milei.
—Cules son las condiciones de ese alto nivel de abstencin y escepticismo?
—Estoy haciendo trabajo de campo para entender todo eso. Tengo una hiptesis: a medida que mucha gente no percibe soluciones econmicas que funcionen para ellos, y a medida que se ven comportamientos de «casta» en el gobierno de Milei, muchos piensan: «Son todos lo mismo, entonces no voy a votar». Despus hay quienes tienen una posicin poltica opositora pero no encuentran ningn incentivo para votar a los opositores que se presentan, ya sea porque su triunfo no hara grandes diferencias, o, porque, directamente, se cansaron.
—Cmo interprets la adhesin que Milei genera en ciertos sectores, en especial entre varones jvenes? Considers que hay una dimensin de gnero que ayude a explicar esa afinidad?
—Habra que revisar los datos de la supuesta adhesin preferencial de los jvenes. No es que no exista, pero est magnificada. Efectivamente,hubo un diferencial de voto a Milei entre los varones jvenes.
La cuestin de gnero tiene muchsimos matices. Eso no quita que Milei siempre haya sido misgino, pero lo puso en el centro sobre todo despus de haber ganado la eleccin, y eso no necesariamente es su punto ms fuerte ante su electorado, aunque le sirve para retener una parte del ncleo duro y dinamizar a los ms convencidos.
Si se observa en la prctica, los avances antifeministas no son tantos, porque la sociedad sigue sosteniendo lo que ya sostena; la parte que sostena al feminismo lo sigue haciendo.El milesmo habilit a quienes estaban en contra de esa perspectiva a hablar ms fuerte y a producir algunos efectos. Pero no dira que la radicalidad y la discursividad misgina de Milei sean equiparables con las transformaciones que se dieron en el campo del feminismo. Por ahorael volumen de votacin de Milei se sigue sosteniendo en la cuestin econmica: es el presidente que, hasta ahora, logr estabilizar la economa y aplicar la motosierra. Y all hay un mtodo vinculado a un objetivo.
No digo que el motivo antifeminista y antipluralista no forme parte de su caudal electoral.Adems, hay que ver cmo funciona eso en distintas poblaciones.Creo que hay jvenes de sectores populares —varones— que estn muy tristes y decepcionados, con mucha desazn por la situacin econmica. Pero tambin hay jvenes varones de sectores populares a quienes la prdica ms misgina y conservadora de Milei les llega y los retiene.
—Cul es tu mirada sobre quienes rechazan los insultos o agravios del gobierno, aunque igual deciden votarlo? Es la oposicin capaz de interpelar a ese electorado?
—Una de las cosas que estn haciendo los dirigentes de la oposicin para ganar es rezarle a todos los dioses posibles para que el gobierno fracase, lo cual es lo peor que podran hacer. Otra cosa que deberan hacer —y no hacen— es revisar sus categoras de percepcin, sus ideas, sus repertorios de accin.Incluso deberan permitir relevos y la emergencia de otros dirigentes, y no plantear esos relevos como una lucha parricida.
Vi dirigentes —que pueden gustarme ms o menos—, pero que me parecen ms genuinos, que tienen ms contacto con la realidad.Pienso en dirigentes tan distintos como Juan Grabois o Axel Kicillof, que para m tienen una mayor conexin con la realidad, y un repertorio ms adecuado. Adems, por generacin, por trayectoria, por el momento en que estn de su propia carrera poltica, encarnan un proceso de renovacin.
Los dirigentes de la oposicin que todava no se explican por qu gan Milei muchas veces se engaan pensando que deberan ser una especie de Milei de signo contrario. Consideran que la causa del triunfo de Milei es su peinado o su violencia verbal.Y creo que el que ms expresa eso —que a esta altura claramente es un fracaso— es Guillermo Moreno.
—Por qu Alejandro Kim, candidato morenista, en las elecciones de CABA no logr pasar el piso del 3%?
—El morenismo, como peronismoold style, no resultaba atractivo, salvo para un pblico muy nutrido en Twitter. Moreno es el peronista que les menta a los trabajadores con la inflacin. Entonces, por un lado, hay una posicin de peronismoold style, y por otro, una creencia —ms all de lo que haya dicho la justicia, que adems no lo salv— de que muchos trabajadores piensan que Moreno no actuaba bien en el reporte de la inflacin. Y, en todo caso, mi interpretacin es:cmo puede ser que un dirigente poltico que dice defender al Estado sea tan capaz de destruir la legitimidad del Estado?
—Cmo evalus el rasgo decisionista de Milei y ese estilo de liderazgo?
—Creo que ese rasgo decisionista, en parte, es personal. Y por otro lado, crece y se vuelve ms fuerte en una situacin donde la disyuntiva entre alternativas es muy marcada, y optar por una u otra exige un ejercicio de empeo personal. Sobre todo en un pas tan presidencialista, donde, en ltima instancia, quien decide es el presidente, que es el que est en el centro del proceso poltico.
Pero ese rasgo decisionista tambin est exigido por la situacin. Una situacin poltica y econmica muy disputada, muy oscilante, con alternativas muy complicadas. Porque Milei, en este momento, tiene que decidir entre abrir las importaciones y generar destruccin de empleo, o devaluar el tipo de cambio y reintroducir factores inflacionarios. No son decisiones entre comer manzana o pera.Son decisiones entre cortarse un pie o cortarse una mano.
Despus, tambin hay un rasgo personal en el decisionismo de Milei.Supongo que l debe tolerar la disidencia muchsimo menos que cualquier otro lder poltico de la Argentina. Por lo menos en sus prcticas explcitas: su enojo cuando lo contradicen no lo tiene nadie. Pero ese decisionismo tambin tiene que ver con el sistema institucional argentino. Es un sistema presidencialista muy fuerte, donde el presidente, al final, est solo, pero adems concentra mucho poder de decisin, y todo el mundo espera cosas del presidente. Eso tambin genera un margen de incidencia muy alto.
Milei es un lder poltico que cree que las formas democrticas son poco importantes, son relativas, secundarias. Su decisionismo, a veces, es una forma de poner en prctica ese cuestionamiento de la democracia. Y eso tiene consecuencias —a mi juicio— negativas para la sociedad argentina. No me parece bien que se cuestionen los funcionamientos democrticos. Y cuando eso se hace con relativo xito y con mucha frecuencia, me parece que se estn arruinando los estndares democrticos del pas.

—Sealaste el caldo de cultivo social que hizo posible la emergencia de una figura como Javier Milei. Cmo est en la actualidad ese caldo de cultivo?
—Hay una especie de distancia de la sociedad respecto de los lderes polticos en general, pero esa distancia est atravesada por la transformacin del campo del trabajo y de los intereses econmicos, que fue el caldo de cultivo de la emergencia de Milei. Yo todava no lo s con certeza, porque justamente es lo que estoy tratando de observar, y adems porque no tengo claro cmo va a desarrollarse a futuro. Pero me parece que hay algo que conviene mirar: ver hasta qu punto este caldo de cultivo y estas expectativas no terminan defraudadas por la falta de soluciones econmicas.Y que no haya soluciones econmicas empieza a volverse evidente para mucha gente, porque los problemas de empleo aumentan y el consumo se encuentra dualizado en polos muy asimtricos: uno muy amplio, de consumo decreciente, y otro ms reducido, pero de consumo altsimo.
Hay una experiencia —que creo que puede llegar a ser tan marcante como fue la de la inflacin— de subconsumo en los sectores populares, de renuncias cotidianas, que no hay que dejar de mirar.
—En el captulo IV del libroEst entre nosotros cits al acadmico britnico Richard Hoggart, y en un momento refers a la clase trabajadora britnica y explics el concepto de «ideologa prctica». Podras conectar el fenmeno detallado por Hoggart con el escenario argentino y clarificar el trmino?
—Creo que hay dos formas de entender el trmino ideologa. Una es que la ideologa es lo que alguien dice cuando le preguntan por su ideologa. Y eso a veces tiene el formato de lecturas, manifiestos, incluso formas de arte que para esas personas representan una ideologa consciente. Pero despus est la ideologa como lo que alguien hace. Porque no hay ninguna prctica que est desnuda de percepciones o de valoraciones.
Hay que poder leer la ideologa en las prcticas, no en las declaraciones. Eso es lo que planteaba Hoggart.
Hay que observar cules son las prcticas en las clases populares, porque eso revela una ideologa: un conjunto de premisas. Despus, la otra cuestin es que tendemos a pensar la ideologa como si fuera un planteo universal e incondicional, cuando eso slo existe en los manifiestos o en las pelculas. En la prctica, todo el mundo —de sectores populares o no, progresistas o no— se mueve de manera ms situacional. Por ejemplo, se puede encontrar gente que est radicalmente en contra del aborto, pero cuando se enfrenta a una situacin concreta dice: «Ah, no, bueno, en estas circunstancias s». O alguien que vota a Milei, y que los progresistas pueden pensar que es un individualista desgraciado, pero despus esa persona participa de decenas de actividades solidarias en su barrio.
Para m, siempre es importante leer el elemento ideolgico que est presente en las prcticas. Eso es lo que lea en Hoggart y lo que uno intenta imitar.
—Quin le hace ms dao al divorcio entre sociedad y Estado? Alguien del campo popular que termina deslegitimando una institucin o alguien de derecha pro-mercado que odia al Estado?
—Lo que pasa es que de alguien de derecha pro-mercado que odia al Estado no espero nada bueno, ni le exijo nada bueno. Entonces, puede ser que haga ms dao, pero a m me decepciona mucho ms alguien que reivindica ideas que me parecen importantes —como el valor del Estado, la inclusin—, que no son cosas que reivindican, por ejemplo, los libertarios, y que en el ejercicio o en la prctica de esa idea poltica termina contradicindola y deslegitimando su propia idea.Puede ser que un libertario haga ms dao, pero de los adversarios polticos no espero nada. De aquellos con los que tengo coincidencias polticas espero siempre ms.De m mismo espero siempre ms.
—Imagins que la Ciudad de Buenos Aires puede ser gobernada por Manuel Adorni?
—S, me lo imagino. Y no me gusta. Pero me puedo imaginar que gane un dirigente como Adorni, como ya me imagin otras veces que este tipo de candidatos poda ganar. Lamentablemente.
—En la Ciudad, el no peronismo representado por Larreta, Lousteau o Carri podra llegar a aliarse con Leandro Santoro para evitar que gane La Libertad Avanza?
—En la oposicin hay como un caudal fijo que, si se suma todo, representa lo mismo que si est uno solo. No s bien qu va a pasar despus, la verdad es sa. Y realmente es muy difcil saberlo. Si me preguntabas hace dos meses, o en febrero, por los datos que tena, pensaba queMilei poda ganar en la tercera seccin electoral, incluso en La Matanza. Y hoy tambin dira lo mismo. Pero tambin advierto cules son los puntos de fragilidad de esa aparente fortaleza. Y adems eso est muy ligado a la situacin socioeconmica.
Lo que pase electoralmente va a estar muy influido por las medidas socioeconmicas. Mi diagnstico sobre la oposicin depende mucho de eso.Lo que veo es que la adhesin a Milei es extendida y tiene cierta profundidad, aunque no es incondicional. Y por otro lado, veo que la oposicin no entiende lo que pasa, ni quiere entenderlo.El mejor aliado de Milei es la oposicin. Con los enemigos que tiene, Milei no necesita amigos.
Insisto: la oposicin estuvo, durante el ltimo ao y medio, perdiendo la oportunidad de ser mejor.
—Considers que Axel Kicillof y Cristina Kirchner van a acordar para competir juntos en las elecciones provinciales del 7 de septiembre?
—Creo que van a ir juntos, pero es simplemente un clculo relativo.
Mximo pens que la detencin de Cristina lo llevaba automticamente a un lugar de privilegio dentro del espacio, y el peronismo actu de inmediato como si eso fuera efectivamente as. Pero todo eso fue cambiando en el camino.
Desde que Cristina est domiciliariamente presa, se vieron muchas situaciones, yno me parece que est tan claro que el peronismo se acomode a la regla de «todo el poder a Mximo». Ms bien me parece que eso est siendo muy resistido, muy discutido. Muchos esperaron que se enfriara la situacin para jugar sus cartas. Estimo que las posibilidades de Mximo son ms complicadas de lo que parecan hace diez das. Hay muchos dirigentes peronistas que lo resisten, y que lo estn diciendo. Probablemente, hace diez aos no lo hubieran dicho.
Al peronismo, en trminos de supervivencia, le conviene ms la unidad. Habr que ver en qu trminos.
Me da la impresin de que muchas veces, en el cristinismo, hay una despreocupacin por el destino del peronismo. Incluso aparece la sensacin de que el peronismo debera haber sido ms generoso con el cristinismo, y hay una especie de tensin all, no resuelta.
No s cuntas facturas se deben entre las facciones que se confrontan ahora. Y no s cmo se van a procesar esas facturas.Porque tampoco se puede hacer un grupo de terapia en el peronismo.
