«Mató a mi hija«, fue el grito que despertó a algunos vecinos del barrio Casabó durante la madrugada del 10 de noviembre. Al arrimarse a la vereda se encontraron con un hombre que corría con su bebé de cinco meses en brazos y a su pareja sin consuelo. Todavía desconcertados, vieron como el padre arrojaba a su hija al suelo, por lo que empezaron a perseguirlo. La «madrugada de terror«, como la definieron luego en diálogo con El País, terminó con el fallecimiento de la niña y la detención de su padre, que ahora será condenado.
Meses después del trágico episodio, el hombre de 22 años admitió los hechos. Inicialmente había asegurado que «nunca le haría eso» a su hija y que lo que había agarrado era «una muñeca», pero las evidencias en su contra arrojan lo contrario. Se pudo determinar que había consumido drogas antes del homicidio.
Los incidentes habían comenzado pasadas las 06:00 en su vivienda ubicada en Pasaje de la Vía, a metros de Camino Burdeos. Todo comenzó como una discusión de pareja —situación que era habitual, según el relato de los vecinos. En este contexto fue que, en un momento, el hombre tomó a su bebé, la golpeó y saltó por la ventana en ropa interior desde el segundo piso de la vivienda.
Un auto amortiguó la caída. Fue entonces que comenzó a correr. Fue visto por los vecinos, según declararían luego estos a la Justicia. Vieron como arrojaba a la bebé al suelo y la golpeaba. Detrás de él lloraban sin consuelo su pareja y su otro hijo, de cuatro años.
A pesar de que el agresor intentó ingresar por la fuerza a una casa con el objetivo de escapar, finalmente fue atrapado y reducido por quienes presenciaron la situación. La niña fue trasladada al Hospital del Cerro, pero llegó sin vida por los traumatismos. La Policía intentó tomar declaración al hombre pero no fue posible porque estaba «pasado de droga», dijeron fuentes policiales a El País en ese momento.
Sus palabras durante la audiencia de formalización, fueron: «En ningún momento le pegué a la bebé, que busquen a otra persona. No quiero que quede así». Pero esto cambió, y ahora admitirá la responsabilidad.
Tribunal aceptó juicio simplificado
Luego de varios meses de investigación y de recabar indicios, la Fiscalía de Homicidios de 4° Turno, encabezada por Andrea Naupp, y la defensa del hombre llegaron a un acuerdo para finalizar el caso mediante un juicio simplificado. Naupp solicitó la condena a 23 años de prisión por un delito de homicidio especialmente agravado, que tiene una pena máxima de 24 años.
Si bien durante una audiencia el imputado accedió a continuar por esta vía procesal, el juez de 35° Turno, Diego González, rechazó la solicitud. «Hacer lugar a esta condena en un proceso simplificado de alguna manera significa tramitar con una estructura procesal muy reducida un hecho que generó una conmoción pública y que perfectamente uno podría decir que la sociedad necesitaba otras formas de resolverlo», expresó Rodríguez al negar el proceso simplificado.
Fiscalía apeló la resolución y la defensa del hombre aseguró que «no es un caso en el que se tenga que seguir estudiando quién es el culpable, o el autor intelectual o material de un hecho tan reprochable». «La carpeta ya tiene pruebas más que suficientes, como la confesión de mi cliente», señaló.
El Tribunal de Apelaciones falló a favor de los apelantes, y sus ministros aseguraron no encontrar «motivo alguno para mantener un rechazo que va contra el interés de ambas partes».
Con respecto a los argumentos del juez, los rechazaron asegurando que «no debe influir en la decisión» si un caso generó conmoción pública. Finalmente, le remarcaron que la decisión de aceptar la vía solicitada está respaldada por la Ley.
Ante el fallo a favor de los apelantes, se fijó una nueva audiencia para el 29 de julio, en la que finalmente se condenará al hombre a 23 años de prisión.
«Una madrugada de terror»
Durante la mañana del día siguiente al trágico asesinato, los vecinos seguían sin salir del impacto. «Nunca me imaginé algo así. Se comentaba que tenían una relación complicada, pero yo jamás les vi una mala actitud», dijo a El País la trabajadora de un puesto de verduras a pocas cuadras del lugar.
Algunos, por su relación con la familia de ambos prefirieron no declarar. Otros dijeron no haber tenido vínculo con ellos, ya que estaban viviendo en el barrio hace poco más de un año. Pero cuanto más cerca de la casa residen los vecinos, más son los testimonios sobre episodios de violencia que presenciaron o escucharon.
Una mujer, dueña de un almacén cercano a la vivienda del imputado y su pareja, dijo a El País haber sido una de las primeras en salir cuando escuchó los gritos esa madrugada. «Recuerdo esa escena y me dan escalofríos, fue algo espantoso. Una madrugada de terror», aseguró. Semanas atrás había tenido un problema con el hombre debido a que estaba consumiendo droga en la puerta de su local.
Otra comerciante que abrió su negocio a las 08:00 tuvo que cerrar ni bien se enteró de lo sucedido. «Me quedé mal. Tuve que ir a acompañar a mi madre que también quedó nerviosa», contó a El País.
