El presidente Donald Trump firmó una nueva orden ejecutiva que refuerza sus políticas migratorias con una férrea restricción de entrada a ciudadanos de 12 países y limitaciones parciales para otros siete. Con la promesa de “proteger a Estados Unidos de terroristas extranjeros y otras amenazas a la seguridad nacional y pública”, la Administración sostiene que estos protocolos de seguridad fortalecerán la capacidad de detección de posibles amenazas. Pero en el trasfondo, la medida revive fantasmas de discriminación y tensiones diplomáticas que sacuden a Washington y al resto del mundo.
La orden ejecutiva, titulada “Restricción de la entrada de ciudadanos extranjeros para proteger a Estados Unidos de terroristas extranjeros y otras amenazas a la seguridad nacional y pública”, otorga al secretario de Estado y a otras agencias claves un plazo de 90 días para presentar informes sobre la efectividad de las restricciones y recomendaciones de continuidad o modificación.
Bajo este criterio, Trump refuerza la narrativa de que los extranjeros son un peligro latente, una retórica que ya había defendido durante su primer mandato y que, según el decreto, “exitosamente” protegió las fronteras estadounidenses.

Donald Trump ha presentado esta medida como un asunto de seguridad nacional (Foto: EFE)
De las doce naciones que enfrentarán un veto total a partir del lunes 9 de mayo, solo Haití es el país que se encuentra en América Latina. Los restantes son Afganistán, Birmania, Chad, República del Congo, Guinea Ecuatorial, Eritrea, Irán, Libia, Somalia, Sudán y Yemen.
Por otro lado, de los siete países que tienen restricciones parciales, Venezuela y Cuba son los que pertenecen a Latinoamérica. Las otras cinco naciones son Burundi, Laos, Sierra Leona, Togo y Turkmenistán.

Miles de venezolanos llegaron a Estados Unidos para iniciar una nueva vida (Foto: AFP)
¿POR QUÉ DONALD TRUMP TOMÓ ESTA MEDIDA?
Para Donald Trump, estos estados representan “un riesgo muy alto” debido a su “deficiente capacidad de verificación e investigación”, lo que podría traducirse en la llegada de posibles extremistas. Sin embargo, activistas y expertos en migración critican la medida como una estrategia de exclusión que estigmatiza a poblaciones enteras bajo la premisa de la seguridad.
En la lógica de la Administración, el decreto busca “obligar” a los países con deficiencias a mejorar sus prácticas de intercambio de información y verificación de identidad. Para Trump, el costo de admitir a extranjeros sin un filtro adecuado “agrava el riesgo de errores” y puede derivar en la permanencia de personas “hostiles hacia la cultura, las instituciones y el gobierno de Estados Unidos”. Con esta retórica, la Casa Blanca busca reforzar la idea de que la inmigración no solo es un tema económico o social, sino de seguridad nacional.
En un mensaje grabado desde la Casa Blanca, Trump vinculó la medida con el ataque reciente a manifestantes pro-Israel en Colorado. “No los queremos”, declaró, atribuyendo a las políticas migratorias de Biden la responsabilidad de la supuesta “avalancha de indocumentados” y reforzando la idea de que Europa se ha convertido en un ejemplo de lo que Estados Unidos no debe ser. Para Trump, las restricciones de viaje son un muro invisible que protege el suelo estadounidense de amenazas externas.
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