En Argentina se venden huevos de Pascua de más de medio millón de pesos. No tienen los toques mágicos de Willy Wonka, y los conejitos y gallinitas de chocolate que los rodean en las vidrieras también tienen precios tan amargos como el cacao puro.
Corriendo la vista de esos gigantes pretenciosos, la clave esta Semana Santa es que incluso los huevos más chiquitos y modestos, ya sea que se vendan en chocolaterías o en supermercados, aumentaron hasta un 87% respecto al año anterior. Esto representa más de 10 puntos porcentuales por encima de la inflación, ya que la interanual marzo 2024-marzo 2025 fue del 73,08%.

Clarín hizo un relevamiento de precios y consultó a primeras marcas, confiterías de barrio y expertos en este manjar que hoy nos hace agua la boca y nos ahoga el bolsillo, para entender por qué, además de la inflación argenta, el cambio climático está detrás de que esta tradición santa se vuelva algo maldita.
En Rapanui hay huevos de pascua desde $ 3.900 hasta el más grande de todos, que se viralizó en TikTok y se vende por $ 440.000. Este gigante pesa 6 kilos y viene relleno de chocolate con almendras, pero también está la opción de que contenga sorpresas, que son más chocolates de la tienda.
«Lo compran más las empresas que los clientes comunes, por su alto costo. La producción de este huevo es mínima. Únicamente se entrega uno solo a cada sucursal. Y si quieren comprarlo y ya no hay, se hace el pedido», cuenta a Clarín Federico, empleado de la tienda ubicada en Av. Santa Fe al 700.

Ese huevo el año pasado costaba $ 238.000, así que el aumento fue del 85%. La misma suba, en todas las marcas, se dio con el huevo más chiquito de todos, de 17 gramos, muchas veces elegido como opción económica, según analizó la consultora Focus Market.
El salto en los valores sin distinción de comercio, comparan, se sintió incluso en los formatos infantiles, como el clásico huevo con sorpresa de 150 gramos, con un incremento del 70%. También subió fuerte el de 55 gramos de chocolate con leche, un 69%. Y otro popular, el huevo sorpresa de 20 gramos, subió un 61% respecto al año pasado.
Volviendo a la tienda del huevo viral, le sigue en costo el huevo de 3,5 kilos que cuesta $ 267.000. El año pasado estaba $ 144.000, un 85% menos. «Este huevo sí lo suelen comprar entre 3, 4 familias, como para que se mantenga la tradición familiar de los huevos de Pascuas«, sigue el vendedor.
Otra opción que «se vende mucho para regalos» es el huevo de leche y almendras, que pesa 2 kilos y está $ 170.000 (en 2024 estaba $ 91.000, casi 87% más caro). En el local que la misma marca tiene en Malabia al 2000, Alexis, un cliente que estaba buscando opciones, comenta que «como mucho invertiría $ 60.000 en un huevo de Pascua, jamás lo que sale ese huevo gigante».
Pero hay un huevo más caro que el cliente palermitano tampoco pagaría. Es el de María Franco, y desde su local sobre la Av. Boedo al 2000, dice a Clarín que los vende a $ 653.000. Ese precio es con tarjeta. En efectivo está $ 594.000.

«Los huevos más chiquitos los aumenté 70% respecto a la pascua de 2024. Los grandes no tanto, porque el precio igual es exorbitante. Pero tengo 6 pedidos», cuenta la emprendedora.
En Mamushka también hay opciones desde $ 3.000. Su huevo más caro, de $ 85.000, pesa un kilo, está decorado con conejitos de chocolate y en su interior hay sorpresitas de chocolate y gomitas. El año pasado estaba $ 62.000.
Evelyn, encargada del local de esa marca en Recoleta Mall, indica que hasta ahora el más vendido es el que viene en cajita sin decorar que está en promoción, 4×3, a $ 35.000. Por unidad, y decorado, el mismo huevo la Pascua pasada estaba $ 13.800.

«Los clientes no dicen nada sobre si están más caros o no los huevos, porque planifican la compra incluso unos meses antes de Semana Santa. Es que también van viendo entre cuántos de la familia comprarlos«, agrega.
Más allá de los clásicos, en los últimos años se instaló una nueva categoría que suma adeptos: los huevos de Pascua rellenos. Consisten en medio huevo de chocolate relleno de crema de avellanas con frutos secos, crema de pistacho, chocolate blanco y nueces o dulce de leche y maní. Según Focus Market, su precio también pegó un salto considerable: en 2024 costaban en promedio $ 12.000, y este año arrancan en los $ 22.000. La suba interanual es del 83%.
En los supermercados, como referencia, en 2024 el popular Kinder estaba entre $ 9.000 y $ 11.000, según la promoción, y hoy está entre $ 18.062 y $ 21.249, según los descuentos por los programas de fidelización de las cadenas. En los maxikioscos son hasta 30% más caros.
Las razones del aumento del chocolate
La opinión sobre el alto costo del chocolate del chocolatier Rodrigo Bauni, fundador de PuroCacao y uno de los expertos en este manjar más destacados del país, no es nada templada.

«Hay diferentes factores que hicieron que el valor del insumo cacao en el mundo tenga los incrementos que tuvo estos últimos dos años. Una parte es por factores climáticos, y otra se debe a que no se viene haciendo una inversión adecuada en producción y plantación, en paralelo a un aumento de la demanda. Y el cuarto factor sería la especulación que hizo que todo este descalabro de costos suceda», dice a Clarín.
Internacionalmente se está hablando de que si sigue esta tendencia, marca Bauni, el cacao se está acercando cada vez más a un producto de lujo. «Al menos para los que utilizamos cacao y manteca de cacao, que son los productos que debería tener un chocolate de calidad», aclara. Todos sus chocolates son a base de una selección de cacaos orgánicos o agroecológicos de Perú, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Colombia y Brasil.
El precio del cacao alcanzó niveles récord debido al impacto del cambio climático en África occidental, principal región productora. Sequías extremas y lluvias irregulares, provocadas por el calentamiento global, redujeron drásticamente las cosechas en Ghana y Costa de Marfil. Esto generó escasez. La situación también pone en riesgo el sustento de pequeños productores.

«Si bien no se puede trasladar todo el costo de lo que aumenta el insumo en sí -distingue el chocolatero argentino- porque sería inviable, los aumentos para estas Pascuas han sido significativos«.
Si bien sabe que hace piezas de arte más que chocolates (incluso se formó en Bellas Artes y a su local en Coghlan lo llama Atelier), y eso lo hace estar en un segmento más acotado, dice que «estos momentos particulares por supuesto que nos modifican, por una clase media muy golpeada económicamente, donde todo aumenta pero los salarios no lo hacen de la misma manera«.
Un cambio de hábito en las familias
También en el segmento gourmet, una de las monjas benedictinas de la Abadía de Santa Escolástica —famosa por su pan dulce y su chocolatería y repostería artesanal— suma otra mirada. Y arranca diciendo que «no son los registros económicos los que priman, sino los espirituales».
A la hora de poner los precios, detalla, ellas intentan que cubra la materia prima, que suele ser de primerísima calidad, «y dé una mínima ganancia» para sostener la obra monástica.
«Muchos de los huevos y figuras de chocolate tienen horas de elaboración artesanal imposible de cobrar, que no se recargan en los productos. Nuestro local de la Abadía no puede medirse solamente desde lo comercial. San Benito, en la Regla, nos pide a los monjes y monjas que nuestros productos se vendan más barato que en el mundo.»

En esta Pascua, particularmente, «se agotaron rápidamente los huevos más grandes y costosos», en particular los modelos Gigante (de 1 kilo a $ 78.000 y de 1,2 kilo a $ 92.000), que «ya están completamente vendidos», y están trabajando contrarreloj para reponerlos.
«Muchas personas optaron por un solo huevo grande en lugar de varios pequeños: no solo por su impacto visual y su capacidad para compartir, sino también porque, en algunos casos, representa un gasto similar o menor«, detalla la monja. Incluso están vendiendo bien su huevo más grande de todos, de 3 kilos a $ 220.000.
Una hipótesis que manejan las monjas es que «algunas familias priorizan comprar un solo huevo grande para romperlo juntos en una especie de ceremonia grupal. Un momento lúdico, compartido, que conserva una cierta ritualidad y se resignifica en cada Pascua».
Informe: Karina Varas Sares
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