¿Qué pasa si alguien se expone al silencio absoluto? Hace seis años, un youtuber probó la experiencia y esto fue lo que pasó.
En “Cicuta para los oídos”, su más reciente novela, el autor argentino Sebastián Hacher menciona a “un youtuber” que pasó una hora y 26 minutos en una cámara anecoica y salió porque “tenía alucinaciones”. Luego el narrador pone en duda esta afirmación.
La trama va de un hombre que se muda de la ciudad al campo para vivir en tranquilidad, pero allí se encuentra con vecinos que hacen fiestas muy ruidosas. A medida que avanza la historia, el protagonista empieza a elucubrar posibilidades cada vez más delirantes para evitar los sonidos molestos. Una de ellas es meterse en la mencionada cámara anecoica.
Una cámara anecoica es un lugar preparado específicamente para absorber el mayor sonido posible (en un 95% como máximo).
Vayamos a Wikipedia: “Es una sala diseñada para absorber en su totalidad las reflexiones producidas por ondas acústicas o electromagnéticas en cualquiera de las superficies que la conforman (suelo, techo y paredes laterales). A su vez, la cámara se encuentra aislada del exterior de cualquier fuente de ruido o influencia sonora externa”.
Y sigue: “La combinación de estos dos factores implica que la sala emule las condiciones acústicas que se darían en un campo libre, ajeno a cualquier tipo de efecto o influencia de la habitación fruto de dichas reflexiones”.
La experiencia de un youtuber en la sala más silenciosa del mundo
Ahora vayamos a la experiencia de Callum “Callux” McGinley, el youtuber que rompió el récord mundial del hombre en pasar más tiempo en el interior de una de ellas.

Callux, de 32 años, se metió en la sala de la Universidad de South Bank, en Londres, y salió 1 hora y 26 minutos después.
Su procedimiento fue el siguiente: permaneció despierto en todo momento para ir contando lo que iba sintiendo; se le permitió hablar solo un minuto cada cinco minutos; tuvo que mantener los niveles de sonido debajo de los 25 decibeles en comparación con el de su respiración.
Callux empezó a sentir los efectos enseguida. Antes de que pasaran cinco minutos experimentó tinnitus extremo en ambos oídos. Sintió una fuerte presión en la cabeza y vio luces parpadeantes alrededor de la habitación.
«El sonido que pensaba que era el metro de Londres era mi sangre viajando alrededor de mi oído», dijo Callux sobre sus sensaciones a la media hora en la cámara. «Sonaba como si alguien estuviera arrastrando un carrito sobre mi oído; sentía como si los segundos pasaran más lentos mientras hablaba».
Pasada la hora de encierro, “las cosas empezaron a ponerse un poco raras”. Callux empezó a tener visiones (una “cosa” en la habitación, por ejemplo) antes de explotar en llanto.
«Me asusté y se me llenaron los ojos de lágrimas, pero sabía que solo me quedaban unos minutos para batir el récord mundial. Todo lo que tenía que hacer era aguantar un par de minutos más», dijo. Callux sentía que estaba enloqueciendo.
El narrador de “Cicuta para los oídos” agrega: “El diseñador de una de las cámaras dice que adentro podés ´oír los latidos de tu corazón, a veces tus pulmones, escuchar tu estómago gorgotear con fuerza. En la cámara anecoica te conviertes en sonido’”.

Luego menciona otro caso, el del compositor experimental John Cage, quien en 1951 ingresó en la cámara de la Universidad de Harvard y quedó tan impresionado que cuando salió hizo su más famosa partitura: «4’33’’», una obra para escuchar el silencio.