El exprimer ministro italiano Enrico Letta retoma en su recién editado libro Europa, última oportunidad una idea que en 1989 lanzó Jacques Delors para añadir la libre circulación de las ideas como quinta libertad del mercado único después de los bienes, los servicios, los capitales y las personas. Lo desarrolla en un capítulo que localiza en Barcelona, en el que aboga por convertir en “realidad” aquella “intuición” lanzada hace 36 años por Delors, con el objetivo de desarrollar una Unión Europea competitiva basada en la economía del conocimiento. Se trata de colocar, según Letta, el conocimiento en el corazón del mercado único para que Europa invierta mucho más en innovación. Añade que la capacidad innovadora de una economía es hoy directamente proporcional a la cantidad de informaciones y datos que es capaz de gestionar e incluir en los procesos hasta la toma de decisiones. Y concluye: “Cuanto más moderna, integrada y competitiva es la economía del conocimiento, más importante es la creación de valor, mejor es la calidad de la gobernanza en todos los sectores”. En definitiva, “más fuerte es la democracia”.

Una imagen del Bracelona Supercomputing Center
Andrea Martínez / Propias
En este marco, Barcelona parece bien alineada. Así, el conjunto de iniciativas impulsadas en este campo ha consolidado Barcelona y su región metropolitana entre las 15 principales ciudades digitales del mundo, con 82.000 puestos de trabajo relacionados con las tecnologías de la información y comunicación (TIC), y muy bien posicionada para la captación de talento e inversiones, lo que puede incrementarse gracias a la fuga de cerebros en Estados Unidos a causa de los recortes de Trump en ciencia e investigación. Hoy, el conocimiento ha dejado de ser un concepto vago para formar parte estratégica en las cadenas de valor del sector productivo. El conocimiento tiene en estos momentos un alto valor económico. Y las ciudades están en el foco de esta economía, que, gestionada correctamente, incide directamente en el desarrollo de las aglomeraciones urbanas gracias a su capacidad para trabajar en red y de intercambio. Puede ser, pues, un instrumento para combatir la pobreza y las desigualdades.
Barcelona está muy bien posicionada para la captación de talento e inversiones
En este sentido, la Barcelona metropolitana ha abierto caminos en sectores altamente estratégicos como la biomedicina, la economía azul, la transformación verde y circular y la producción y gestión de datos. Todo esto es economía del conocimiento, que ha experimentado un relevante incremento del 38% entre 2018 y 2022. Y desempeñando un papel determinante. el Barcelona Supercomputing Center, uno de los cinco grandes superordenadores de la Unión Europea y pieza clave en la competitividad de la nueva economía fruto de los cambios geopolíticos en proceso.
De la intuición de Delors a la realidad de Letta, la economía del conocimiento es la gran oportunidad de Europa, y también de Barcelona. Ahora, hay que gestionarlo con inteligencia y visión de futuro.