Este 22 de octubre, el Equipo Latinoamericano y Caribeño de Pastoral Juvenil (ELAPJ), en colaboración con el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam), han celebrado un encuentro virtual continental con el que se comprometen a consolidar el camino sinodal.
Bajo el nombre “Nuestra Caminata Sinodal desde la Pastoral con Jóvenes desde América Latina y el Caribe”, más de 80 participantes entre líderes jóvenes, asesores, sacerdotes, obispos compartieron en este espacio de escucha, reflexión y discernimiento pastoral.
Stiven Mego, referente de comunicaciones de la Pastoral Juvenil Latinoamericana, indicó que “juntos reafirmaron su compromiso de seguir construyendo una Iglesia joven, viva y misionera, enraizada en la realidad y los sueños de sus pueblos”.
“Queremos seguir caminando juntos como Iglesia joven, viva y comprometida con la realidad de nuestros pueblos. Este encuentro fue una oportunidad para encontrarnos, escucharnos y celebrar la vida que brota del trabajo pastoral con los jóvenes”, añadió.
Cinco ejes de trabajo
La jornada estuvo inspirada en el pasaje bíblico de Lucas 7,14, “Joven, a ti te digo, levántate”. Sus organizadores han indicado que fue un encuentro que “se convirtió en un verdadero símbolo continental de esperanza”.
Los jóvenes, venidos de todas las regiones de América Latina y el Caribe, compartieron sus sueños, inquietudes y experiencias en un ambiente profundamente fraterno.
Trabajaron sobre cinco ejes temáticos: Evangelización y Encuentro con Cristo. Formación Integral. Acompañamiento. Comunicación y redes.Proyectos y transformación social.
Luego compartieron en “un diálogo fraterno” sus preocupaciones comunes en todo el continente: la pérdida del sentido espiritual, la fragilidad emocional, la deshumanización digital y la falta de acompañamiento constante.
Frente a estas realidades, apuntó Mego, “los jóvenes reafirmaron su deseo de levantarse, redescubrir su valor y construir comunidades vivas, fraternas y solidarias”.
Muro de compromisos
El cierre estuvo marcado por el llamado “muro de compromisos”. Se trató de un ejercicio de diálogo y construcción conjunta, fruto del discernimiento.
Entre estas tareas encomendadas se encuentran brindar mayor acompañamiento a los jóvenes con autenticidad, cercanía y coherencia de vida. Otro aspecto fue trabajar en red y en sinodalidad, uniendo esfuerzos entre comunidades y movimientos.
La formación, por supuesto, resulta clave, “formarse continuamente para ofrecer un acompañamiento integral y actual”. Además de fortalecer la pastoral juvenil como espacio abierto, dinámico y esperanzador.
“Escuchar, dialogar y caminar juntos con espíritu de comunión y fraternidad. Crear alianzas con la sociedad civil para impulsar proyectos transformadores. Vivir la fe con alegría y testimonio, levantándose cada día con esperanza”, acotó Mego.





