Este tramo costero entre El Cóndor y Bahía Creek, en la provincia de Río Negro, invita a descubrir playas solitarias, acantilados imponentes y el avistaje de lobos marinos y ballenas francas australes.

Para quienes sienten una conexión especial con el mar y buscan experiencias más allá de los circuitos turísticos tradicionales, existe un recorrido poco explorado que permite sumergirse por completo en la inmensidad del Mar Argentino. Se trata de la Ruta Provincial 1, conocida como la Ruta de los Acantilados, ubicada en la provincia de Río Negro.
Este trayecto singular une el azul profundo del Océano Atlántico con la inmensa estepa patagónica, creando un paisaje que deslumbra por su naturaleza única. El recorrido se extiende desde El Cóndor hasta Bahía Creek a lo largo de 100 kilómetros, en un camino mixto donde predomina el ripio. Puede realizarse en un día o transformarse en una travesía de varios, ideal para los que prefieren tomarse su tiempo y descubrir cada rincón.
El viaje comienza en El Cóndor, donde altos acantilados custodian playas ideales para la práctica de deportes de viento y la observación de una gran colonia de loros barranqueros. Siguiendo el trayecto aparece el histórico Faro Río Negro, el más antiguo de la Patagonia. Más adelante, La Lobería sorprende con su mezcla de arena, canto rodado y piletas naturales que se forman con la bajamar. Cerca de allí se encuentra Punta Bermeja, hogar de la colonia de lobos marinos más numerosa del continente.
El camino continúa hacia Bahía Rosas, un lugar donde los médanos protegen playas amplias y silenciosas, perfectas para la pesca o el descanso solitario. El final del recorrido llega en Bahía Creek, un paraje agreste y tranquilo, donde las aguas claras y las dunas suaves completan un paisaje soñado. Entre julio y septiembre, incluso pueden avistarse ballenas francas australes desde la costa.
También podría interesarte

¿Cuándo conviene visitar esta joya escondida?
Aunque el paisaje fascina en cualquier estación, los meses entre noviembre y marzo ofrecen las mejores condiciones climáticas. Durante la primavera y el verano, el camino es más accesible, la fauna se muestra en su máximo esplendor y las temperaturas invitan a disfrutar a pleno de la playa y la naturaleza. Eso sí: siempre se recomienda chequear el estado de los tramos de ripio antes de iniciar el viaje.