En Neuquén hay calma, pero Río Negro y Chubut sigue marcando el pulso de la violencia. ¿Por qué se reavivaron los ataques incendiarios?
![Victoria Dolores Núñez Fernández | LM Neuquen Victoria Dolores Núñez Fernández](https://media.lmneuquen.com/p/8ab2988cd8bd7037c2d5ef3d6bd56976/adjuntos/195/imagenes/007/846/0007846825/770x0/smart/incendios-chubut-detienen-un-lof-mapuche-una-mujer-que-vinculan-la-ram.jpg)
Victoria Dolores Núñez Fernández, de 34 años, está acusada de participar del ataque incendiario del 18 de enero, en el que quemaron 10 vehículos en una estancia de Chubut.
La Patagonia arde, pero no en todas partes con la misma intensidad. En Neuquén, más allá de los exabruptos de algún funcionario o funcionaria, la cuestión mapuche parece estar bajo control, con un gobierno que, con muchas deudas, siempre los sienta en una mesa de diálogo. Y cuando la cosa se complica, se negocia.
En cambio, Río Negro y Chubut son otra historia: atentados incendiarios, tomas violentas y la sombra de la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) rondando cada episodio, una organización sobre la que pesan muchas dudas sobre quiénes están detrás. Si son marginales forajidos, o manejados vaya a saber por qué intereses conspirativos.
En Neuquén, el fantasma de la RAM apareció con fuerza en 2017, en pleno gobierno de Mauricio Macri, con el informe de la entonces también ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.
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“En Neuquén tenemos solo un poquito de RAM, un 3%”, había dicho un funcionario neuquino. Era diciembre y acababa de salir de una reunión con Bullrich con los entonces ministros de Seguridad de Río Negro, Chubut y Santa Cruz. En esos días, el país estaba en plena ebullición tras las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. La RAM, que ya era un dolor de cabeza en el sur, se convirtió en un tema nacional. Muchas opiniones, con un gran impacto en las redes sociales.
Incendios en la Patagonia: el viejo informe RAM
Según ese informe, el 70% de los ataques eran en Chubut, el 20% en Río Negro y apenas un 3% en Neuquén. Y otro porcentaje menor, en Buenos Aires. Pero en la provincia petrolera, donde Vaca Muerta es el motor de todo, la estrategia fue otra. En lugar de confrontar de lleno con esos fantasmas, el gobierno provincial optó por arreglar “como en casa”, manteniendo el diálogo con las comunidades reconocidas y sacándose fotos con los “mapuches buenos”. Aquellos que trabajan la tierra y no hacen ruido.
Neuquén avanzó, aunque a paso lento, con el relevamiento territorial en conjunto con el INAI. Pero en Chubut la respuesta fue otra: aparecieron los incendios intencionales.
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La última muestra fue el ataque incendiario en la estancia Amancay, en Trevelin, donde diez vehículos, entre camiones y maquinaria pesada, terminaron en cenizas. La detenida, Victoria Dolores Núñez Fernández, tiene conexiones con grupos radicales en Chile, y su captura volvió a poner en la mira a la RAM.
La figura de Facundo Jones Huala sigue flotando en el aire y en las redes sociales. Está preso, pero su nombre es bandera y señal de peligro para muchos. En Río Negro, los conflictos por tierras están al rojo vivo, y el gobierno provincial sigue de cerca lo que pasa en Neuquén, donde el oficialismo se esfuerza en mantener todo bajo control, sin que el conflicto escale.
Infiltrados, la palabra «desafortunada»
Lo cierto es que la Patagonia es una región partida en dos en este tema. En Neuquén, la Confederación Mapuche ni registra a Jones Huala, no es nadie. Por eso la palabra «infiltrados» caló hondo en algunas comunidades mapuche como la Linares, que lo que buscan es salvar las araucarias y las pasturas. Poco y nada que ver con la violencia extrema, donde en la Patagonia, parece que todo se mezcla.