Paula Morales elige hacer un paralelismo con su personaje teatral para definirse. “Me identifica la pasión y el amor que ella le pone a todo lo que hace, la capacidad de elegir su futuro por sobre el amor y la posibilidad de haber brillado”, dice. La actriz, que viene de estrenar Cartas de un amor inolvidable en el Multiescena, se plantea como una mujer libre y plena.
En la piel de Beatriz Ludueña, le toca subirse a las tablas para un verdadero desafío profesional que representa un viaje en el tiempo con un ida y vuelta epistolar que acompaña a la historia a lo largo de los 65 minutos de obra.
“Interpreto a una persona en sesenta años de vida. La historia arranca cuando tiene 16 años y empieza a intercambiarse cartas con el protagonista masculino. Ahí comienzan un ida y vuelta. Se ponen de novios. La literatura es la única forma que tienen para conectarse. Tienen una relación de cinco años, pero a ella le sale una beca en París y se va. Convertida en una escritora exitosa, él se queda en Buenos Aires ahogando sus penas en el alcohol”, cuenta Paula a Revista GENTE.

“Esta historia empieza en 1960 y termina en 2017. Ellos podrían haberse comunicado de otra manera, pero eligen mandarse cartas a lo largo de toda la vida. La obra termina cuando ella tiene 80 años y está por morir enferma”, agrega sobre el texto escrito por Marcelo Galliano, quien también se pone en la piel de Jorge Amalfi, el coprotagonista.
-¿Cómo fue hacer este papel que pasa por distintos estadíos de la vida?
-Fue un trabajo muy grande. Un gran desafío como actriz, enriquecedor para mi carrera. Cuando me llegó la propuesta tardé dos meses en leer el guión. Creo que lo hice en el momento justo, en un avión yendo a España. Tenía otros materiales y venía haciendo dos obras. Los textos los agarras en los momentos justos. Por algo se dio así.
-¿Esta obra rompe con lo que venías haciendo?
-Un poco puede ser. El trabajo actoral es muy grande. No solamente por las distintas edades que debo interpretar, desde una adolescente a una señora de 80 años a la que le suceden cosas muy duras y se le va notando la amargura a lo largo del tiempo, sino por cada uno de los detalles que tuvimos que trabajar. El lenguaje es muy poético y no queríamos hacer algo recitado, sino actuarlo para que no quede lejano para el espectador. Ése es uno de los desafíos cumplidos.

-¿Cuánto tiempo te llevó la preparación?
-Dos meses ensayando cuatro veces por semana. Empecé a estudiar la letra mientras hacíamos Imanes en el teatro Picadilly.
-Lo bueno es la posibilidad de elegir.
-Sí, pero a veces no sucede. Me gusta mucho trabajar y todos los géneros me sientan bien. En los últimos años me dediqué de lleno a hacer teatro con dos o tres obras a la vez. El aprendizaje que te da subirte al escenario, mostrar al público tu trabajo, ver cómo reaccionan y laburar con distintos compañeros es muy enriquecedor. Yo siento que en todas las obras que hice termino modificada como actriz y persona.
-Entre tanta lectura de guión paralelo, ¿no te pasa de que se te mezcle algo?
-Por suerte no. Logré, gracias a todo el trabajo de años, una gran concentración. No te digo que nunca me pasó arriba del escenario que se me vaya alguna cosita de la letra, pero aprendí a respirar, tomarme unos segundos antes de decir cualquier cosa y pensar cómo seguir.
La historia de amor con Fabián Vena y por qué se siguen eligiendo tras doce años

“Con Fabián nos hemos escrito alguna que otra carta o un mail romántico”, recuerda Paula trazando un paralelismo entre su historia de amor con Fabián Vena y el personaje que interpreta en el teatro.
Y detalla: “Cuando cumplimos los primeros diez años de relación, yo le hice un video lleno de fotos que abarcaban desde que nos conocimos, la presencia de los hijos, todo. Una especie de carta moderna que resume nuestra historia”.
-¿Cómo se transforma el amor a lo largo de los años?
-Se transforma indefectiblemente. Yo creo que si uno está bien con la otra persona, tiene que poder disfrutar de esa transformación que se va dando con la pareja, en lugar de añorar lo que era. Uno no puede comparar lo que siente cuando empieza a salir con una persona con el momento en el que ya convive, tiene hijos y atraviesa el día a día. Pero la clave está en hacer que eso sea placentero y feliz.

-¿Y cómo se sale de la rutina para no entrar en un vínculo chato?
-A la relación hay que alimentarla, porque es difícil que la pareja perdure en el tiempo con felicidad si no trabajás en ella. A veces se puede más, a veces menos y otras uno se olvida… hasta que llegan las alertas que te dicen que debés poner más dedicación y esmero. En nuestro caso, siempre tratamos de tener una salida, comer juntos o nos quedamos charlando hasta tarde cuando los chicos se durmieron.
-¿Qué sigue intacto en él como en el primer día?
-Su manera de ver la vida, de pensarse a él mismo, su autocrítica. Es alguien apasionado en todo. Siempre tiene ganas de crecer y modificarse. Y también es de los que piensan primero en los demás, aunque le decimos que no queremos que se relegue tanto.
-En el caso de ustedes, ¿la profesión y el hecho de no cruzarse tanto en casa por los horarios del teatro es un beneficio?
-Sí. Y también hacer siempre cosas distintas en el plano laboral. Nuestros días, individualmente, son diferentes y podemos charlar sobre eso. Compartir esta pasión es un plus importante. Que me llegue un guión y lo podamos ver juntos es maravilloso. Se dio una conexión muy fuerte a través del arte. Todo el tiempo hablamos del trabajo y nos pedimos consejos. Conversamos sobre qué proyectos elegir y las cosas que pasan en el escenario.

-¿Se ponen de acuerdo a la hora de elegirlos?
-Sí. Por ejemplo este verano cerré hacer temporada tres veces por semana en Buenos Aires y él se fue a Carlos Paz a hacer Inmaduros. Le costó, pero le dije que vaya, que yo viajaba los fines de semana. Nino se instaló en Córdoba. Al final para mí era como un corte, esos cuatro días estaba como de vacaciones.
La crianza de Nino, el hijo que tienen en común y el desafío de la familia ensamblada

“Nino tiene de todo en su personalidad. Es un chico muy libre. Le va muy bien en el colegio. Es de los que cumple. Lo mismo cuando ha interpretado algunos personajes y se aprende la letra a la perfección. Ahora está estudiando teatro con Emilia Mazer…. También cuenta con las cosas de su edad: le gusta jugar a la Play o anda mucho con el celular. Ahí es donde nos ponemos más firmes. Por un lado no querés que quede afuera del sistema, pero es importante poner límites sino se la pasa todo el día jugando”, revela la actriz a GENTE.
“No tenemos un método en particular de crianza, vamos haciendo lo que consideramos mejor en cada momento, poniendo limites cuando creemos que debe ser así, y dejándolo libre cuando es necesario. Nos equivocamos muchas veces, pero tratamos de hacer lo mejor posible desde el amor. La maternidad y paternidad es probar y equivocarse”, evalúa.

-¿Se ponen de acuerdo en los criterios con Fabián?
-A veces podemos no coincidir. Lo bueno es que siempre lo hablamos y nunca terminamos mal. Cada uno expone su punto de vista sobre determinada situación ,y tratamos de consensuar.
-¿Se generó un debate entre el hecho de acompañarlo en su carrera de actor o advertirle ciertas cosas negativas sobre la inestabilidad del género?
-Charlamos las dos cosas. No le dijimos que tenga cuidado porque es muy chiquito. Pero cuando hizo su primer trabajo, a los seis años, con Fabián le mostramos todo el lado B de una filmación: la horas de espera, no poder arrepentirse en el medio, estudiar la letra, hacerle caso al director y levantarse temprano. Le expusimos todas estas cosas no como algo negativo, sino como una realidad que no iba a poder evitar. Así y todo, quiso hacerlo. Siempre estuvo acompañado por nosotros. Era importante que le quedara un recuerdo placentero de esa primera experiencia como actor en una película. No nos arrepentimos para nada de haberle dicho que sí.

-¡Y estuvo nominado en los Premios Sur de la Academia del Cine!
-Lo más lindo de todo es que nunca dejó de ser un niño. Ni le importaba que estaba nominado. Cuando nos llegó la noticia, con Fabián no lo podíamos creer, mientras él seguía con sus amigos jugando al fútbol. Era todo muy loco. No entendía qué significaba estar nominado.
-Recién me hablabas del verano y la familia ensamblada (con Cielo y Vida, hijas que el actor tuvo con Inés Estévez): ¿Cómo llevan este esquema?
-Bien. Con sus momentos. Van a hacer doce años que estamos juntos, y pasamos por todos los momentos, sus vaivenes. Para llevar adelante una familia hay una responsabilidad y un trabajo. Nosotros ensamblamos la familia porque queremos. Esta bueno saber que estamos donde estamos porque queremos seguir la vida juntos con los hijos de cada uno.

Fotos: Diego García
Agradecemos a: Fernanda Caride, directora del Teatro Ñaca (@teatroniaca) por la locación, y al agente de prensa Pablo Tomaselli (@pablotomaselli)