Una mujer de Reino Unido recibió un impactante diagnóstico sobre su estado de salud tras creer que sus problemas de visión se debían a las consecuencias de un vuelo de larga distancia. Ella reveló su historia de manera pública a través de medios locales.
A principios de septiembre, una joven de 32 años llamada Abi Bradley difundió su caso mediante una entrevista con una agencia de noticias de su país.
Abi, oriunda de la ciudad de Birmingham, contó que sus inconvenientes comenzaron años atrás, durante un viaje a Estados Unidos.
Un día, en junio de 2019, la ciudadana británica -en aquella época tenía 24 años- viajó en avión con su esposo Josh desde Londres a Boston (Estados Unidos) para asistir a la boda de una prima. Se trató de un vuelo de aprox. nueve horas de duración.
El comienzo de una pesadilla
Minutos después de que Abi bajara de la aeronave, empezó a ver doble. En ese momento, ella estaba buscando su equipaje en la cinta transportadora del aeropuerto.
«Luego de salir del avión, noté que mi visión era doble. Antes estaba perfectamente bien. Al buscar mi valija, parpadeaba constantemente intentando solucionar el tema de la vista, pero no lo conseguía. Le dije a Josh: ‘Algo no anda bien, siento que todo es doble‘. No tuve náuseas ni otros síntomas», declaró a la agencia de noticias británica South West News Service (SWNS, por sus siglas en inglés).
Al principio, Abi pensó que su inconveniente en la vista era algo temporal, causado por los cambios de presión en el avión durante el vuelo de larga distancia. Sin embargo, tiempo más tarde, percibió que la situación era mucho más grave.

Cuando estaba alojada en un hotel, comenzó a sufrir pérdida de coordinación en el lado derecho del cuerpo. «Intentaba delinearme los ojos y no podía porque mi mano no coordinaba como quería«, indicó.
Por lo tanto, a raíz de este motivo, acudió a un centro médico de urgencias de Massachusetts. Allí le practicaron una tomografía axial computarizada (TAC) que no detectó anomalías. Los médicos del lugar le recomendaron que chequeara su vista al volver al Reino Unido.
Durante el viaje y tras regresar, Abi siguió con problemas: le costaba coordinar la mano, su ojo izquierdo se desviaba hacia dentro y además no podía tragar con facilidad.
En julio de 2019, solicitó atención en el hospital Queen’s Hospital en Burton upon Trent. Los profesionales de la salud de esta clínica consideraron diversas posibilidades diagnósticas, entre ellas un ACV o esclerosis múltiple.

A continuación, fue derivada al hospital Queen Elizabeth Hospital de Birmingham, su lugar de residencia. En este centro médico se sometió a una resonancia que arrojó una mala noticia: detectó un tumor en la parte posterior izquierda del cráneo, con extensión hacia la zona alta de la médula.
El informe describió la masa como de un tamaño aproximado a una pelota de golf. Al final, los médicos le confirmaron a la paciente que tenía un glioma de grado 3, un tumor agresivo y de rápido crecimiento. A su vez, le comunicaron que no era operable por su localización.
Por otro lado, los especialistas le explicaron que la enfermedad estaba contenida dentro del sistema nervioso central y que se había extendido por la columna vertebral, aunque no se diseminó a otros órganos del cuerpo.

Ante la localización y la extensión, los médicos consideraron que la resección quirúrgica no era viable y describieron el glioma como incurable en el contexto clínico explicado a la paciente.
Abi recibió cinco sesiones de quimioterapia y seis meses de radioterapia. Durante ese periodo perdió completamente el cabello y afrontó efectos relacionados con ambas terapias.
Su actualidad: mejora gradual y actos benéficos
En 2020 los controles mostraron una reducción notable del volumen tumoral. Pasó de tener el tamaño de una pelota de golf al de una uva.

Con el tiempo, Abi recuperó movilidad primero en el brazo derecho y luego en la pierna izquierda. Su mejora fue gradual y vinculada a la respuesta al tratamiento combinado.
En la actualidad, trabaja como secretaria en un colegio y mantiene controles periódicos con resonancias magnéticas cada tres meses para vigilar posibles rebrotes.
En 2021, puso en marcha The Cancer Card, un pequeño negocio de tarjetas relacionadas con el cáncer. Abi destina un tercio de los beneficios a la organización benéfica Brain Tumour Research.

Por otra parte, organiza eventos de recaudación, como jornadas de bienestar (wellness day), con el objetivo de ofrecer apoyo y recursos a personas afectadas por tumores cerebrales.
«Fue un shock enorme. Cuando me dijeron que mi diagnóstico era incurable, me sentí muy afectada. Fue algo que nunca esperé oír; fue horrible«, reconoció.
«Desde el principio me di cuenta de que no iba a dejar que esto me venciera. Tengo excelentes amigos y familiares que me apoyaron. Creo firmemente que si te concentrás en algo, tu cuerpo responderá de manera positiva. No digo que funcione para todos, pero a mí me funcionó», aseveró.