Por Alejandro Laurnagaray*
Las manifestaciones del designado por Donald Trump como embajador de Estados Unidos en Argentina, Peter Lamelas, son trumpismo explítico, injerencismo hardcore. En términos legales, una violación del Derecho Internacional.
En definitiva, dejan en claro lo que viene pasando hace muchos años: la injerencia de Estados Unidos en la política argentina interviniendo en la Justicia y financiando candidatos y distintas organizaciones civiles no gubernamentales para intervenir en las mentes de los pueblos, lo que se conoce como soft power.
El actual gobierno argentino es una prolongación del interés de Estados Unidos en la región, donde quiere debilitar la posición de China, que es el principal origen de nuestras importaciones. Este gobierno de Javier Milei es más funcional a Estados Unidos, incluso, que lo que fue el menemismo.
Confederación
No hay duda de que la hipótesis de intervención de ciertas provincias argentinas debe estar siendo charlada. Esperemos que no pasen a hacerlo, pero Estados Unidos está decidido a no permitir que en nuestro país haya un gobierno que defienda el interés nacional.
Los demócratas operan de una manera más formal, pero la estrategia estadounidense clásica de manual es boicotear y debilitar a cualquier grupo que defienda los intereses nacionales de ciertos países. Desde Estados Unidos, el peronismo ha sido visto como una amenaza a su predominio en la región.
En cambio, la visión de China es de largo plazo, con una paciencia estratégica que le ha traído resultados favorables en todo el mundo. En América Latina, ya es el primer socio comercial, palmo a palmo con Estados Unidos. Como sea, Argentina puede y debe tener una buena relación con ambos.
*Analista internacional