Rocha intenta evitar el arribo del picudo rojo, una plaga invasora que ya ha hecho estragos en palmeras en otras zonas del país. El coleóptero —de origen asiático, cuyo nombre científico es Rynchophorus ferrugineus— tiene en alerta a las autoridades y la academia por su rápido avance con sus cuatro centímetros —longitud máxima— y su color marrón rojizo con manchas negras. Se constató su presencia en Montevideo, Canelones, Maldonado, Florida, Flores, San José, Colonia y Lavalleja, donde se realizan diferentes acciones para tratar de frenarlo.
El picudo rojo suele arrasar con la denominada palmera canaria, aunque se ha constatado que afecta otras especies como Butiá y Pindó. El MGAP explicó que uno de los principales problemas que se da es que “su detección temprana es dificultosa por lo que, cuando los síntomas son claramente visibles, muchas veces, es demasiado tarde para realizar el control químico con insecticidas, siendo que no resulta efectivo y la palmera finalmente muere”.
Desde Rocha, el director departamental del Ministerio de Ganadería (MGAP), Alejandro Manovsky, contó que llevan adelante una “vigilancia sanitaria” de las palmeras, y que tienen un “monitoreo permanente” en un “recorrido que predeterminaron” con base en dónde están los ejemplares. El trabajo —indicó a El País— se comenzó cuando apareció el primer foco en el país, en marzo de 2022, y es en coordinación con otros actores como la intendencia, el Cecoed y más.
Hoy los ejemplares infectados más cercanos están en Piriápolis y Solís en Maldonado, y Minas en Lavalleja.
Hay una “gran preocupación” —continuó el jerarca— por el palmar nativo de butiá aunque la plaga “prefiera” a la palmera canaria. Postura similar a la del ingeniero agrónomo del Centro Universitario Regional Este de la UdelaR, Juan Pablo Burla, quien aseguró que «la preocupación más grande es que llegue al palmar».
Este palmar es parte de las postales de Uruguay, con una extensión de 70.000 hectáreas y un ecosistema con ejemplares de entre 200 y 300 años.
Una de las ideas que está arriba de la mesa en Rocha es “armar un cortafuego” al retirar las palmeras canarias que podrían ser “problemáticas” que están en la ruta 9 y la 15, contó Manovsky.
Esto como medida para evitar o demorar el ingreso del picudo rojo al departamento.
A nivel departamental también se buscará capacitar más a la población para que esté en alerta. Burla, del laboratorio de Entomología del departamento de sistemas agrarios y paisajes culturales, entiende que «sería bueno» que las personas «estén atentas a cualquier anomalía» en la zona entre Maldonado y Rocha para «poder avisar».
Para Burla, además, «se necesita fortalecer esfuerzos en la eliminación de las palmeras infectadas». En esa línea, continuó: «Esto ayudaría a bajar la población. Hay que ser rápidos porque, si nos dejamos estar, los bichos nacen en cualquier calorcito y se van a buscar otras palmeras. Hay que destruirlas para que no quede ninguna pupa, capullo o larva. Además de que se tienen que aplicar los insecticidas habilitados por la normativa».
Foto: Francisco Flores.
A nivel nacional, se convocó para este martes al Comité de Especies Exóticas para tratar la problemática del picudo rojo. Este está integrado por representantes de los ministerio de Ganadería, Transporte y Ambiente, así como también de la Universidad de la República y otras organizaciones.
El director general de servicios agrícolas del MGAP, Agustín Giudice, contó a El País que se quiere armar un plan estratégico para trabajar con acciones concretas para cada etapa de la plaga. Habrá que “prepararse para el repique de la primavera porque, con el frío, el adulto se queda quieto y trabajando en la palmera que ya está”, explicó, y añadió: “Puede haber algún agravamiento (en el invierno) pero en el (ejemplar) en el que ya está la larva”.
También va a “haber alguna medida de protección” al patrimonio, añadió.
La lucha contra el picudo rojo viene siendo dificultosa dado que se ha expandido en el país. El MGAP aseguró que la “eficacia de las medidas de control químico disponibles, basada en la experiencia de otros países, resulta incierta en el contexto nacional actual”. Se debe a que los “insecticidas que pueden ser utilizados son limitados” porque se deben “minimizar los impactos negativos” hacia el ambiente (especies como abejas, pájaros, etcétera) y las personas”.
También se advirtió que, “si no se toman medidas de prevención o control, o se toman tarde, la plaga termina matando a la palmera infestada”. Y continuó: “Esto implica que tarde o temprano la palmera tenga que ser extraída ante el riesgo de provocar accidentes. Una vez definido que el daño es irreversible se debería realizar la extracción, chipeado de hojas, trozado, y destrucción o enterrado de los restos para evitar que la plaga siga desarrollándose e infeste a otros ejemplares”.
El Sinae enlista los siguientes síntomas tempranos, los que se pueden tener en cuenta para hacer el reporte a las autoridades: hojas cloróticas que comienzan a marchitarse, hojas comidas o deformes, centro de la corona afectado o marchitado. Ya en una etapa más avanzada se ve el “debilitamiento de la palmera”, momento en el que se “observa marchitez en el centro de la corona, después que las hojas se secan y colapsan”. En esta etapa —dice el sistema de emergencias— es “frecuente encontrar los capullos” en el suelo.
Burla explicó otra problemática que enfrentan en el palmar de Rocha: se ha «encontrado un avance del picudo de tronco en estos últimos años, que es nativo». El ingeniero agrónomo explicó que tratan «cada vez con más frecuencia palmeras dañadas con esta especie», algo «es preocupante porque, las mismas condiciones que han hecho el picudo rojo prospere, lo han hecho con el picudo nativo».