
“Él reconoce las ballenas individualmente, les da la bienvenida en cada temporada; él sabe por intuición los límites de confianza y detiene el motor para permitir que el viento y las corrientes lo impulsen. Las exclamaciones, el asombro de los pasajeros al estar cara a cara ante el espectacular respiro, confirman su convicción previa, como si se tratara de una breve sonrisa del destino”, dice Alfredo Lichter, en su libro: “Penúltima Geografía de Península Valdés”, y sin dudas, habla de Ricardo, Pinino, Orri, el capitán ballenero más veterano en actividad.
Desde 1978, Pinino (@whalesargentina) navega estas aguas. Nacido en Capital Federal, pero radicado hace 50 años en el noreste de Chubut, es uno de los pioneros del avistaje de fauna marina en la región. Antes de ser guía, fue cazador submarino, nadador de aguas abiertas, buzo marisquero. “Capturaba moluscos bivalvos buceando. Mi formación es de buzo y ese era mi género de vida”, recuerda. “Los extraía de forma manual y sustentable. Se puede sacar la cantidad que te da tu empuje, tu empeño. Es selectiva”.

Aquel joven que llegó por deporte encontró algo más profundo. “Conocí las ballenas, la fauna marina, y con el tiempo decidí que ese era el lugar en el que quería pasar mi vida”. Así, el Golfo San José fue su primer hogar marino. Se instaló con los buzos marisqueros, luego se trasladó a Puerto Madryn, después a Puerto Pirámides, y desde entonces lleva cinco décadas junto al mar.
En 1978, llevó por primera vez a 70 personas a ver ballenas durante toda una primavera. En esa época, el turismo fuera del verano era impensado. “La tasa de turismo en invierno era cero. No existía el concepto. Se pensaba que lo mejor que teníamos era la playa, y en realidad es la fauna”.
El avistaje comenzó de forma casi artesanal. “Éramos buzos marisqueros, y por ahí se acercaban unos alemanes en una combi, o franceses en una Land Rover, o gente de Buenos Aires que venía a bucear. Hablaban con nosotros, que teníamos las embarcaciones, y los llevábamos a capturar mariscos, a ver la fauna, pero siempre lo que más buscaban era aproximarse a las ballenas”.

La actividad turística creció, pero Pinino insiste en que la conservación fue, y es, lo primordial. “Era diferente a cómo se trabaja ahora. Teníamos un potencial enorme y no lo sabíamos. Antonio Torrejón (creador del primer sistema de “Áreas Protegidas Provinciales Marítimas del Atlántico Latinoamericano), fue quien interpretó esto y lo convirtió en área protegida, con reglamentos, guardafaunas y el compromiso de cuidar algo, para que la actividad comercial que venía, con el turismo, no lo avasallara”.

Esa visión a largo plazo permitió que hoy la Península Valdés sea Patrimonio de la Humanidad y un modelo mundial de conservación. “La base de la logística estaba. A eso se sumó el carisma de la ballena franca austral, que terminó siendo muy importante para la comarca. Hoy hay nueve meses de actividad turística”, explica con orgullo.

Pinino recuerda , alargando las “i” con una sonrisa, que había “muchiiiisimos” menos animales. “Antes por ahí serían 200, y hoy estamos hablando de 1.000”. Las razones del crecimiento son todavía inciertas. “Los animales se empezaron a volcar a la región por causas que no sabemos. No forman manadas, podés ver un grupo de cópula, una madre y cría, animales solitarios. Están en 400 kilómetros de playa, son solitarios”.

De los primeros guías, casi todos eran pescadores o buzos. “De aquellos, pocos quedamos”, dice. Hoy dedica su tiempo a Whales Argentina, su empresa de avistajes, y lidera otra en Rawson enfocada en los delfines patagónicos, blanco y negro, únicos en el mundo.
Con 68 años, sigue saliendo al mar todos los días. “Timoneo la embarcación, que es lo más interesante de esta actividad comercial”. Cada viaje, asegura, es irrepetible. “El nuestro no es un trabajo de rutina. No hay un avistaje igual a otro. Los pasajeros se emocionan, se consternan, se asombran, se asustan. Es un espectáculo que solo se puede entender si se vivencia”.
Colabora con científicos, autoridades ambientales y equipos internacionales. “Cada día vemos algo nuevo. Compartimos datos comportamentales. La ballena terminó conglomerando a toda una comarca”.

Además, destaca el impacto económico de esta “exportación sin salir de casa”: el turismo internacional. “Traen dinero que ganaron en otros lugares del mundo”.
Aunque ya hay ejemplares en la región, aclara que el mejor momento para verlas es desde mediados de junio. “Empiezan a llegar de una migración muy larga. Se tienen que adaptar. El comportamiento adecuado, más el volumen de animales, se da desde mediados de junio hasta mediados de diciembre. Para el 10 de junio, ya se va a abrir la temporada».
Mientras tanto, trabajan a contrarreloj en el mantenimiento de los equipos. Todo bajo altos estándares de calidad, para recibir a visitantes.
Acuavida, el proyecto de su vida
Fue un proyecto que desarrollaron junto a amigos e ingenieros. Consistía en tres módulos construidos en diferentes etapas: uno individual se creó en el año 1989, otro con capacidad para dos personas y un tercero, para cinco, que nunca llegó a sumergirse. El segundo módulo estuvo sumergido durante 17 días y luego permaneció 70 días en el fondo del mar. En 2015, el cantante Javier Calamaro, dio un recital bajo el mar de Puerto Madryn en ese.

“Tuve la oportunidad de hacer una permanencia de 25 horas bajo el agua, hace muchos años, cuando el entusiasmo sobraba”, recuerda. “Fue un proyecto que hoy sería muy difícil de realizar por cuestiones de permisos, pero que gran parte de mi vida la dediqué al desarrollo de estas estaciones submarinas cuyo objetivo era lograr la permanencia del ser humano en el fondo del mar. Es fabuloso estar allá abajo, ver pasar un lobito, un cardumen de peces”.
Su invento actualmente se exhibe en el Ecocentro de la ciudad.
El Capitán Ricardo Pinino Orri recibió, de manos del conductor Silvio Soldán, el Premio Ballenas 2019, otorgado a Whales Argentina.

Cuando le preguntan por un momento especial con las ballenas, se toma un segundo. “Tuve vivencias cuasi inexplicables, pero no puedo elegir una”. Hay algo más fuerte que lo ata a ellas. “No sé si sería justo decir ‘amigables’, pero son cooperativas. Tantos años de respeto con la fauna hacen que no nos vean como una alarma. Nos tomaron como algo que no hace daño, y eso es un orgullo para nosotros. Podemos presenciar momentos únicos, partos, cópulas, madres con crías, dignos de documentales”.
“Somos parte”, concluye.
Cómo ir a ver las ballenas francas a Madryn
El próximo 10 de junio comienza la temporada 2025 de avistamiento de ballenas en Península Valdés. Las tarifas del avistaje comenzarán al mismo costo que en el 2024 y habrá 2×1 para chubutenses durante el primer mes.
Como cada año, la Ballena Franca Austral llega a las costas chubutenses y su visita se extiende desde el mes de junio hasta diciembre. Seis empresas realizan el avistaje embarcado y es considerado el mejor avistaje del mundo.
En la reserva natural El Doradillo, 15 kilómetros al norte de Puerto Madryn y dentro de la jurisdicción de Península Valdés, de junio a octubre también se pueden observar ballenas a muy pocos metros de la costa.
Para organizar tu viaje en @madryn.travel.