Hace días que, en reuniones institucionales o a pie de calle, la presidenta Isabel Díaz Ayuso repite que el Estado plurinacional no existe. Es una afirmación que niega la realidad de la selección española. Y lo hace con la misma rotundidad con la que, en 1998, la extrema derecha francesa lamentaba que los jugadores no cantaran La marsellesa y que la selección aceptara jugadores nacidos en Ghana como Marcel Desailly. En España, el pedigrí nacional no se ha discutido con tanta virulencia, quizá porque el himno carece de letra o por los éxitos obtenidos con un fútbol que ha sabido distanciarse del estrépito patriótico de la furia y del pundonor. Tras la etapa vocinglera y chusquera de Javier Clemente, las aportaciones de Luis Aragonés, Vicente del Bosque y Luis Enrique han encontrado en Luis de la Fuente un buen intérprete, continuista, de la misma partitura.
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