En un paraje del Valle del Zonda, en San Juan, una construcción ondulada se levanta sobre el suelo pedregoso. Con formas orgánicas y diferentes pasadizos, el habitáculo que es apropiado por aves migratorias, lechuzas y zorros del desierto fue construido precisamente para eso por el artista Charly Nijensohn para Arte Bestial Argentino, una asombrosa colección de arte en espacio natural en el predio de una bodega.
Formas alternativas de pensar la relación arte y naturaleza como esta son el eje de Conexión arteba, una iniciativa de la Fundación arteba que se desarrolla desde el miércoles 9 hasta el domingo 13 de abril en diferentes locaciones de San Juan y Mendoza.

Por primera vez por fuera del ámbito de la feria, se organizó el foro El sol al mediodía del desierto: prácticas artísticas entre cielo, tierra y tiempo, con la presencia de destacados especialistas internacionales como el curador mexicano Cuauhtémoc Medina, el colombiano José Roca y Julia Rebouças, Directora artística de fabuloso proyecto Inhotim, en Brasil. Pero también de artistas, científicos y filósofos, para desentrañar una discusión tan actual.
La comitiva de curadores, galeristas y entusiastas del arte embarcados en esta aventura, un grupo que osciló durante estos días entre 100 y 200 personas, siguió con atención la primera jornada en el Museo Franklin Rawson, de la capital sanjuanina. Con versos de la poeta mapuche Liliana Alcalao en cada uno de los paneles, este foro retoma el espacio de discusión que sucedía en paralelo a la feria, con la idea de generar conocimiento y reflexiones más profundas que puedan aflorar en un paisaje como este.

“San Juan tiene un cielo precioso y su tierra habla, ya sea a través de algo vivo, de un terremoto o con los dinosaurios que habitaron en el pasado; es un punto poético para pensar estas cuestiones”, precisó Ferran Barenblit, catalán de origen argentino que es curador del foro junto a Alejandra Aguado, que destaca que este fuera de contexto “promueve la atención, la concentración, y la posibilidad focalizar con agentes de San Juan y Mendoza”.
Bajo este paraguas de arte y naturaleza, Conexión arteba sumó una agenda cultural con visitas a talleres de artistas, galerías locales, emprendimientos vinculados al turismo cultural y colecciones que muchas bodegas emprendieron, configurando un nuevo polo artístico. “El foro se inserta dentro de un programa más amplio para enriquecer y desarrollar las discusiones sobre arte contemporáneo a nivel regional”, definió en la apertura Lucrecia Palacios, directora ejecutiva de la Fundación arteba, al frente de la iniciativa.

Legados culturales invisibles
Experto en los vínculos alternativos entre arte y naturaleza, el curador José Roca presentó en el primer bloque: ¿Alguien curó mis alas rasgadas por el silencio? Paisaje y colaboración. La llamada historia natural que en Latinoamérica es política, vía la colonización, a través del trabajo de artistas que abordan la violencia y destacó casos de éxito de los derechos de la naturaleza, y las residencias de artistas como camino a “abrir líneas de pensamiento y crear obras transicionales que anuncian nuevas series o formas de hacer”. Para la artista Mónica Giron, presente en este panel, la intuición es su manera de aproximarse.
Mientras que el profesor Alberto Sánchez Maratta reveló la obra de Procesa Sarmiento, hermana de Domingo Faustino, que quedó fuera de la historia del arte, así como el grupo de mujeres que practicaba el collage, con elementos naturales y de diversos orígenes. Y cómo la artista Carolina Meló retomó su poética.
Generó un debate su señalamiento del “giro indígena” en el arte contemporáneo por el que los creadores de las comunidades hablan por sí mismos, ante la tensión entre el oportunismo de invitarlos al staff de las galerías y saldar una deuda histórica. Mirar por fuera de los ojos del arte, según Roca, es una opción.

Dio una sorprendente definición Julia Rebouças, directora artística del espacio Inhotim, un gran museo a cielo abierto con pabellones comisionados a diferentes artistas que este año cumple una década de su fundación en Curitiba, Brasil. A diferencia del relato de la “flora virgen” del Amazonas, entre los 2500 y 3000 años se comprobó en la región la presencia de poblaciones con organización, plazas y caminos que producían agricultura.
“No son cazadores/recolectores como se creyó durante siglos –explicó Rebouças–, sino que florecieron modos de vida que los hicieron invisibles a la mirada deforestadora: a través de utensilios y construcciones de baja concentración calcárea que fomentaba la regeneración, formando legados culturales invisibles”.

La presencia de la floresta (un término político) es la evidencia de aquellos pueblos que demuestran que la presencia humana no tiene por qué ser explotadora. Propone evocar una cultura que genera naturaleza, a diferencia de la mirada occidental que opone cultura a naturaleza, con el paisaje en el centro: “con concepto casi bidimensional”, definió Rebouças, quien adelantó que para el aniversario de Inhotim habrá un homenaje a la destacada fotógrafa Claudia Andújar, con obras de 22 artistas indígenas del continente.
Esta vez va en serio
Una apabullante sucesión de imágenes, las de esta etapa apocalíptica, se apoderó de la sala para el segundo bloque. Titulada Vamos dejando una huella de incendio. El mundo después del desastre, la mesa comenzó con un texto urgente de Cuauhtémoc Medina que describió la situación actual entre dos extremos: “la perpetuidad de un presente superficial y la nula futuridad”.
El éxodo a Marte del mesiánico Elon Musk, los proyectos de eugenismo final tecnocientífico y el pensamiento de lo inhumano (o posthumano): qué se va a pensar cuando todo se acabe, se intercalaron con proyectos de artistas que ponen en imágenes esta urgencia: Julieta Aranda, Cristina Lucas y el Doomsday Clock Statement, que mide el tiempo por la cercanía con el final y estuvo más cerca que nunca, a 89 segundos, después de que Donald Trump asumiera por segunda vez la presidencia, en enero pasado.

El artista Max de Esteban, que inauguró en Mendoza estos días la exposición Dies Irae sobre las posibles formas del mañana, curada por Ferran Barenblit, antes en Muntref, habló del gótico tecno científico que presenciamos. “No es el futuro sino el mañana que está ocurriendo”. Edición genética, impotencia colectivizada y resonancias recreativas eran conceptualizadas cuando llegó la evidencia, de la mano de la geóloga sanjuanina Carina Colombo.
Los fósiles guía, una población que se desarrolla mucho en corto tiempo como los humanos en la Tierra. En eso nos convertiremos, con suerte, cuando se cumpla la profecía de la ciencia: en cada una de las grandes extinciones en la vida de la tierra la causa fue el aumento drástico de emisiones de dióxido de carbono. Aunque esta vez no serán las cadenas de volcanes sino la explotación de los recursos. La única diferencia es que tenemos conciencia, y lo sabemos.

La artista Florencia Levy aportó intensidad con la presentación de su proyecto sobre metales raros en China, materiales con los que se construyen los componentes de los celulares, televisores y cualquier aparato electrónico que nos promete autonomía. Adelantó, además, un proyecto derivado que trabajó hace pocas semanas en el CERN, el famoso colisionador de hadrones en Suiza, que vincula el big bang con el litio y la memoria.
La naturaleza y el fin del mundo aparecen como una amenaza en la obra de Eduardo Basualdo, que construye instalaciones donde el poder, los sueños y la supervivencia están presentes. Participante de la mesa, Basualdo está en San Juan realizando una obra para Arte Bestial Argentino, la primera exposición en el espacio natural que es un proyecto de Fernando Farina en la finca de Ezequiel Eskenazi, al frente de la bodega Xumek.

Allí mismo, desde hace dos años trabaja Nicola Constantino en la construcción de calcos en hormigón de dos de sus famosos Chancho bola, y un gigante Dinosaurio bola, de tres metros de diámetro, que descansan entre los pastizales. El local Carlos Gómez Centurión, tiene comisionadas dos obras para este campo de arte que suma obras de Mariana Tellería y una reconstrucción de la ballena de Adrián Villar Rojas, que fue la primera.
Escena cuyana
Una instalación de Gómez Centurión se exhibe ahí cerca, en el hall del Teatro del Bicentenario, con telas impregnadas del color de la montaña que replican la inmensidad montadas sobre andamios, que muestran el carácter de puesta en escena del arte.
El traslado de la comitiva a Mendoza, donde el teatro del Museo Municipal de Arte Moderno de Mendoza recibió al bloque final del foro. Como si yo no fuera propensa a la ternura. Imaginación y sentimiento frente a la emergencia ecológica tuvo a la Paula Fleisner y los artistas Florencia Sadir, Seba Calfuqueo y Lucio Boschi como oradores, que avanzaron sobre conceptos para pensar este vínculo, sus experiencias personales y las cosmovisiones que los atraviesan. Lo ínfimo en contraposición a lo sublime, el mapa del pueblo mapuche y el agua como derecho se hicieron realidad frente a un auditorio completo.
“Cuando planteamos este encuentro entre cielo, tierra y tiempo buscamos el lugar común, dónde se cruzan”, dijo Ferran Barenblit a modo de cierre. “Pero no se puede resolver esa tensión, quizás sea el lugar de lo ínfimo, pero no es una carga sino una posibilidad, pero es nuestra responsabilidad mantenerlo vivo”.