El domingo, subí al MNAC. Quería ver las pinturas de Sijena antes de que se ejecute la sentencia del Supremo para que sean arrancadas por segunda vez. Me decepcionó un poco la escasa cantidad de visitantes. Esperaba un poco más de expectación, la verdad. Puede que escogiera una mala hora y día para acudir al museo, pero puede también que sea la muestra de un cierto desinterés del público en general ante la polémica para su retorno al monasterio de Huesca.
Como no soy experto, quiero evitar pronunciarme sobre si conviene trasladarlas o que es mejor que se queden en Montjuïc. Para eso están los especialistas, que resulta que se pronuncian mayoritariamente por no moverlas. El gran problema es que las sentencias que ordenan su devolución a Sijena, culminada por la última del Supremo, se han fundamentado sobre todo en argumentos políticos. Así lo denuncian 150 profesionales de la restauración y la conservación en un manifiesto. Hablan de demagogia y sobreactuación, y reivindican que el patrimonio no debe enarbolarse como una bandera y que las decisiones no las deberían tomar ni políticos ni jueces, sino especialistas cualificados.
¿Quién asumirá las consecuencias si se malogran los frescos? ¿Los políticos? ¿Los jueces?
Las pinturas de Sijena sufrieron un incendio en 1936 y el estrés posterior de arrancarlos para traerlas a Barcelona. Quizá se tenían que haber quedado en su monasterio. Puede, pero no hay que olvidar que el traslado ha permitido restaurarlas y conservarlas. En definitiva, así se salvaron los murales y los expertos alertan de los daños irreparables que pueden sufrir los frescos.

Las pinturas de Sijena, todavía en el MNAC
Xavi Jurio)
Uno no tiene más remedio que empatizar con el concepto de que el patrimonio permanezca en sus lugares de origen. Pero como uno empatiza también con las opiniones de los especialistas más cualificados, es más que prudente cuestionarse si es lo más apropiado en casos como los frescos en cuestión. También considero que no hace falta tener grandes conocimientos en la materia para intuir que arrancar esos fabulosos murales del MNAC es un trabajo de alto riesgo. ¿Quién asumirá las posibles consecuencias si se malogran partes de los frescos? ¿Los políticos? ¿Los jueces?
Estos días he recuperado algunas noticias y reportajes sobre las pinturas. Destilan excesiva política e incluso anticatalanismo. Uno de los impulsores de la operación ha sido el expresidente aragonés Javier Lambán. Y ya se sabe que se caracteriza por no ser precisamente un fan de Catalunya y los catalanes, actitud que se radicalizó aún más durante el procés .
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La retirada de frescos se realiza mediante la técnica del strappo , que permite separar la superficie cromática de la pared sobre la que se pintó. Es un trabajo que se realiza desde la antigüedad, y aunque hoy los tratamientos para el arrancado son mucho más seguros y perfeccionados, la propia sonoridad de la palabra italiana ya da algo de susto.
Las pinturas de Sijena necesitan más ciencia y menos política y sentencias del strappo .