La política foresto-industrial argentina se basa en un delicado equilibrio: conservar el patrimonio natural y, al mismo tiempo, fomentar una industria forestal competitiva y sostenible.
Este enfoque se articula en torno a la Ley de Bosques Nativos (Ley N° 26.331), que regula la conservación, restauración y manejo sostenible de los bosques nativos.
Herramientas clave: OTBN y Fondo de Compensación
El Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos (OTBN) clasifica los bosques en tres categorías de conservación (rojo, amarillo y verde), prohibiendo el desmonte en las zonas de mayor valor ecológico.
Para incentivar la conservación, se creó un Fondo de Compensación que asiste a las provincias y compensa económicamente a los propietarios que mantienen sus bosques en pie. Este fondo fomenta inversiones en plantaciones forestales y en el sector foresto-industrial mediante:
- Estabilidad fiscal por hasta 30 años.
- Apoyos económicos no reintegrables (AENR) para cubrir costos de implantación.
- Exenciones impositivas para bienes destinados a la forestación.
Objetivos al 2030: bioeconomía y valor agregado
El eje de desarrollo apunta a consolidar un sector forestal competitivo bajo un modelo de bioeconomía, con metas claras:
- Aumentar la superficie de bosques cultivados hasta 2 millones de hectáreas.
- Promover el Manejo de Bosques con Ganadería Integrada (MBGI).
- Fomentar la industria de la madera y el mueble con mayor tecnología y diseño.
- Gestionar de manera sostenible los bosques nativos para generar bienes competitivos y socialmente responsables, además de servicios ambientales como la mitigación y adaptación al cambio climático.
Instituciones como el INTA desarrollan programas de investigación en innovación, mejoramiento genético, restauración y resiliencia climática, fortaleciendo los sistemas agroforestales.

Córdoba: Plan Provincial Agroforestal (PPA)
Un ejemplo destacado es el Plan Provincial Agroforestal (PPA) de Córdoba, regulado por la Ley N° 10.467, que establece la forestación obligatoria en predios agropecuarios.
- Los productores deben destinar al menos el 2 % de la superficie de sus campos a cobertura arbórea, llegando hasta el 5 % en zonas específicas.
- El plazo para cumplir es de 10 años, con planes graduales de forestación.
Los objetivos del PPA incluyen:
- Protección del suelo contra erosión eólica e hídrica.
- Regulación hídrica para favorecer la infiltración y reducir excesos.
- Conservación de la biodiversidad, hábitat de polinizadores y refugio de fauna.
- Mejora de la calidad de vida mediante aire y agua más limpios.
- Uso múltiple de especies forestales para madera y frutos.
Gen Nativo: multiplicador de bosques
Como complemento, Córdoba lanzó el Plan Gen Nativo, que garantiza el suministro de plantines de especies autóctonas para cumplir con la ley.
- Instalaciones en Corralito, San Francisco, Laboulaye, Coronel Moldes y Despeñaderos.
- Producción estimada: entre 10.000 y 30.000 plantas mensuales.
- Laboratorios de avanzada tecnología con ambientes controlados para germinación acelerada.
- Capacidad de producir hasta 7.000 plantas cada 10 días.
Las especies incluyen chañar, algarrobo, sen de campo, manzano de campo, espinillo, tusca, cina cina, moradillo y aguaribay.
El proceso contempla etapas de rustificación, repique y aclimatación al exterior, asegurando ejemplares adaptados y resistentes.
Impacto ambiental y social
El programa busca ser un multiplicador de bosques y un centro de investigación para mejorar protocolos de germinación. Sus objetivos principales son:
- Restaurar agroecosistemas.
- Generar servicios ambientales como regulación hídrica y recuperación de suelos degradados.
- Atraer polinizadores y crear corredores biológicos.
- Promover una relación más armónica entre producción y ambiente.
En 2024 se distribuyeron 50.000 árboles entre instituciones públicas y productores privados. Para este año, el desafío es duplicar la cantidad de ejemplares entregados.
La política foresto-industrial argentina, junto con iniciativas provinciales como el PPA y Gen Nativo en Córdoba, muestran cómo es posible integrar conservación, producción y sostenibilidad. El país avanza hacia un modelo de bioeconomía forestal que no solo protege los bosques nativos, sino que también impulsa el desarrollo rural, fortalece la biodiversidad y contribuye a la lucha contra el cambio climático.

